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El día a día de La Barraca, en un libro único

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León

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La gran exposición de Madrid hará que recobre nueva actualidad y fuerza un libro único que constituye una extraordinaria herramienta para conocer, de primera mano, lo que fue y lo que supuso aquella experiencia llamada Teatro Universitario La Barraca. Se trata de la reedición del libro que en 1976 editó La Revista de Occidente y que, según la crítica especializada, continúa siendo la monografía más minuciosa que se haya realizado acerca de este teatro universitario, impulsado por el gobierno de la República en 1931 y dirigido por Federico García Lorca. Luis Sáenz de la Calzada nos ofrece en esta destacada obra un recorrido por la vida cotidiana y los personajes de aquel proyecto, que llevó el teatro clásico por los pueblos de España. Dicen los críticos que con la «frescura» y la «espontaneidad» de sus recuerdos, narra las anécdotas cotidianas acaecidas durante aquellos viajes, los itinerarios, las obras representadas, los decorados o el espíritu de colaboración y camaradería que unía a sus componentes. La aportación de Ángel Barja Además, esta edición (publicada en 1998 por la Residencia de Estudiantes de Madrid y la Fundación Sierra Pambley de León) fue ampliada con un texto -hasta el momento inédito- que versaba y que recogía las canciones utilizadas por Federico García Lorca en sus montajes de La Barraca. Las canciones, además, fueron ilustradas con las transcripciones musicales realizadas por el gran músico orensano, tremendamente vinculado a León, Ángel Barja, al dictado de lo que Luis Sáenz de la Calzada recordaba, así como con un estudio de Jorge de Persia sobre la faceta musical de Federico García Lorca. «Cuando uno lee La Barraca , de Luis Sáenz de la Calzada -escribió en el momento de su presentación, el estudioso Lluís Pasqual- se da cuenta de que en ese momento de España se vivió una extraordinaria intuición, debida a la formación política que tenían todos los miembros de La Barraca y, sobre todo, a un enorme sentido de la amistad». Dentro de esa amistad, hay que añadir, tuvo un papel destacado el leonés, no sólo merced a su faceta de actor, sino sobre todo por su papel de testigo, de amanuense que vio, vivió, participó y después dejó constancia de un tiempo en el que Lorca pidió a un ministro de Justicia de la República un camión de la policía «para ir a los pueblos».