Diario de León

Progresista, liberal y abanderada de los derechos de la mujer

Faustina Álvarez | Aunque doña Faustina Álvarez García en todas partes aparece como natural de Canales lo cierto es que su lugar de nacimiento fue en Renueva (en la ciudad de León, parroquia de San Marcelo), el día 15 de febrero de 1874.

JESÚS

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JOSÉ MANUEL FEITO | texto
León

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La inclinación de Faustina hacia el estudio le hacía leer y leer hasta el punto de tener que esconderse bajo las faldas de la mesa-camilla, pues su madre se negaba a que se dedicara al estudio, teniendo este menester por algo poco digno de mujeres. Vencidas las primeras dificultades se traslada por temporadas a León, a casa de su tía Carmen García, sobre todo en época de exámenes. Allí logró obtener el título de maestra hacia 1894 en un edificio situado en la calle F. Cadórniga, nº 1, llamado hasta hace poco Centro Guzmán el Bueno, y actualmente Centro de Educación de Adultos y cuyo director D. Ángel Antonio Suárez Suárez, entusiasmado por la labor de esta desconocida leonesa, ha hecho los trámites correspondientes para que a partir de ahora se le denomine Centro Faustina Álvarez García. LLANOS DE ALBA (1894-1896) Con el título de maestra en la mano, obtiene por oposición la plaza de Llanos de Alba donde hace equipo con otras maestras de los contornos compartiendo la misma casa. Un día, estando asomadas al balcón vieron pasar a un joven, acompañado de un mozo del pueblo. Era el nuevo maestro de Riello. Cambiaron unas palabras, y las jóvenes maestras lo invitaron a subir, ofreciéndole el tradicional chocolate, muy en boga por aquellos años y lugares. El maestro se llamaba Gabino Rodríguez Álvarez. Todo terminó en boda, que tuvo lugar en Canales, el día seis de octubre de 1897. CANALES (1897-1900) De los dos años, poco más o menos, que Faustina estuvo ejerciendo de maestra en Llanos, (1894-1896) y los tres en Canales (1897-1900), dada su actividad emprendedora y su vocación periodística, debería haber quedado algún escrito, o recuerdo de alguna actividad en dichos pueblos. No hemos hallado apenas nada. Tampoco hemos tenido éxito en Riello, donde estuvo de maestro su marido. Únicamente en Canales hay constancia, por tradición oral, de que arregló la escuela que estaba en pésimo estado y creó un Coto Escolar, especie de granja agrícola, en una pequeña finca sita a lo largo del río Sil, en donde los niños plantaron árboles frutales, recogían el fruto y lo vendían. En Canales nace Teresa, en 1900, la primera de sus hijos. En 1901 la familia ya vive en Besullo. Tenía fama de buena conferenciante que se hizo extensiva durante su labor como Inspectora por tierras leonesas. Alguien la recordaba en Canales, asomada a un balcón, arengando a los vecinos sobre la importancia de la cultura popular. Este apostolado cultural creo que fue la semilla para las inquietudes que llevaron a su hijo, Alejandro Casona, a enrolarse durante cinco años, siendo ya inspector de primera enseñanza en Madrid, en las republicanas Misiones Pedagógicas. BESULLO (1901-1907) La estancia de Faustina en Besullo es prácticamente desconocida, salvo los datos documentales del nacimiento de dos de sus hijos, Matutina (14-VIII-1901) y el dramaturgo Alejandro (23-III-1903). La llegada de la maestra a Besullo hay que imaginárnosla a lomos de un caballo, embarazada ya de muchos meses, y con su hija Teresa de apenas un año, y con un paquete de libros a la grupa, recorriendo los 17 km que separan la aldea de Cangas. BARCIA (1907-1910) No sabemos cual fue la causa por la que Faustina hacia 1907 pide el traslado para Barcia. Lo más normal es pensar que sería para estar más cerca del marido y tener la familia reunida. En 1908 nace en esta parroquia su cuarto hijo, José. En Barcia sí pudimos hallar datos sobre su vida escolar. Se cuenta que en unas oposiciones, después de haber hecho un examen oral brillantísimo se dirigió a los examinadores en estos términos: «Ya he cumplido con mis deberes de opositora ahora pido permiso al tribunal para cumplir con mi deber de madre» y se apartó un poco para dar el pecho a su pequeño hijo, José, que llevaba en brazos. María Teresa de Barcia recuerda haber oído a la abuela Elvira que la maestra les decía con frecuencia a las muchachas: «Debéis estudiar y prepararos, y a ser posible sacar una carrera, para no depender nunca económicamente del marido», Una muestra de su talante liberal y feminista. Talante que provocó que sus cinco hijos cursaran estudios e, incluso, subvencionó la carrera de la muchacha de servicio. No sé si abona un tanto esa especie de despego paterno, el hecho de que sea precisamente en 1908 al llegar su esposa a Barcia, cuando don Gabino se traslada a Villaviciosa, desempeñando el magisterio en esta plaza hasta 1913. MIRANDA DE AVILÉS (1910-1916) Obtenidas las oposiciones llega a Miranda la nueva maestra desde Barcia en 1910, contaba 36 años. Fue su última escuela; aquí preparó las oposiciones para Inspectora. Y es en esta parroquia donde desarrolla una labor docente y social digna de ser recordada y que hemos rescatado plasmándola en un libro con abundante documentación literaria y gráfica. En resumen: en Miranda escribe en la prensa diaria a fin de prolongar su enseñanza a los padres y al pueblo. Funda la Cantina Escolar para las niñas pobres, que a pesar de tener Reglamento, suscripciones, local, etc., desgraciadamente no llegó a funcionar por tener que ausentarse la maestra cuando estaba a punto de ponerse en marcha. Instituye la prenda «el delantal» a fin de que, cubriendo de ese modo su pobreza, todas las niñas asistieran vestidas adecuadamente a clase. Y de vuelta de las oposiciones pone en marcha la Mutualidad Escolar «Perpetuo Socorro» que junto con la Mutualidad «Artime» fue la primera de este género que funcionó en Asturias... Así describe ella en un artículo que envió a la prensa el nacimiento de esta nueva entidad: «...convoqué el jueves a las madres de familia, les hablé de las grandes ventajas de la Mutualidad, de la necesidad de implantar la de niñas en Miranda, y el resultado fue la inscripción de 40 mutualistas que aportaron la peseta que ha de figurar como primera imposición en la libreta de dote infantil reservado...». Era el año 1914 cuando tiene lugar la puesta en marcha de la Mutualidad de niñas. IDEARIO DE UNA MAESTRA LEONESA En cuanto al pensamiento de la maestra con respecto a la pedagogía y enseñanza escolar de aquellos años es fácil de reconstruir simplemente leyendo sus escritos. Así dice: «Hubo un tiempo en el que se dio preferencia a la Maestra para regir las Escuelas Mixtas; casi todas las de esta provincia se proveyeron de mujeres inteligentes y trabajadoras, que desempeñaron el cargo con amor y constancia, por la misérrima remuneración de 60 a 90 pesetas anuales. (Yo regí la de Llanos de Alba, en esta provincia [de León] por espacio de dos años, recibiendo 90 pesetas cada uno; y tenía el título Superior y unas oposiciones aprobadas)». ...Y al hablar de la enseñanza por los pueblos anota: Pero con todas las deficiencias apuntadas, de la que la Maestra es el mínimo culpable, es ella la que tiene más valor ante mis ojos y por la que siento más piedad. Ella ha sido el titán de su escasa cultura. Hace menos de cien años un Ministro de España, Calomarde, dictaba un Reglamento sobre la enseñanza Primaria que decía: «No será condición indispensable en las escuelas de niñas, que la Maestra sepa escribir, podrá tener un Pasante» Y este Reglamento publicado en 1825, entró en vigor en 1838. ¡Pobre mujer, si a la Maestra no se la exigía saber escribir, qué cultura podrían esperar las demás! [...] Más tarde se fueron desterrando las preocupaciones y limando asperezas; se le fueron concediendo derechos sagrados, pero con limitación injusta, recelando siempre del uso que pudiera hacer de ellos. Era el hombre el legislador». (Conferencia pronunciada en León en 1926) Sus escritos alcanzan también a la Normal y su experiencia por sus aulas no es menos desoladora: «Decía antes que el mal viene de atrás, y que en los Centros docentes no se educan las futuras Madres, para después estas sepan educar: ¿cómo encontrar remedio? Es difícil. Nuestra legislación cree que el hacinar conocimientos en el cerebro resuelve el problema, y así se ve una porción de materias con gran extensión de programas que es difícil digerir en los cuatro años de carrera de Magisterio. Con lo agitada que es la vida, la escasez de alimentación y el recargo de la inteligencia, yo no sé cómo hay cabeza que no estalle antes de recibir un título que sólo supone lo que debería de haber en realidad. Este año asistí en una Normal a las explicaciones, y salí convencida de lo aparatosa, científica y poco práctica de la enseñanza que allí se trasmite. Es un verdadero ciempiés: las alumnas asisten a clase desde la mañana a la tarde (tres o cuatro el día que menos): han de estudiar por apuntes que toman al vuelo, y que luego necesitan tiempo para poner en limpio; trabajan mecánicamente en la lección presente pensando en la lección futura. Y todo este trabajo y agotamiento ¿para qué? A veces para retener en la memoria preguntas o respuestas pueriles y que nunca van a necesitar recordar ni poner en práctica, porque no la tienen... Así me enseñaron a mí; después de mucha experiencia he reformado mis métodos, cuando había perdido el tiempo de toda una generación...». Y sigue más adelante diciendo... «Pero temo al personal encargado de educar; si no lleva una preparación especial todo se ha perdido: quiero yo que se limen las diferencias, que se acorten las distancias, que se confundan y confraternicen maestros y discípulos; esto es lo que recomiendan los modernos métodos, pero es una bella mentira su realización: es la teoría atrevida que se adelanta a su siglo, mientras la práctica se arrastra penosamente. Hay algo aún del espíritu de castas, de la diferencia de categorías. Todavía pude observar, en la Escuela Normal a que hago referencia, ese algo que me disgustó: alguna de las profesoras daba una lección científica con petulancia y empaque de maniquí, sin quitarse el sombrerito y velo que cubría parte de su rostro cetrino y antipático; sin despojarse de los guantes que ocultaban sus manos, como en una visita violenta donde la educación nos obliga a permanecer contra nuestra voluntad; si algún débil murmullo llegaba a sus oídos lo contenía con una mirada furibunda; llevaba tan aprendida la lección que ni un comentario, ni una digresión a que tanto se prestaba el tema. Las alumnas, violentas también, esperaban impacientes la hora de llegar el bedel que terminara su martirio. Salí descorazonada, y no volví más. Si hubiera estado en mi mano, la destituyo del cargo sin formarle proceso; y puede ser una sabia pero no vale para maestra de escuela, y menos de Escuela Normal». Textos que muestran la desazón de nuestra inspectora ante la incompetencia de maestros y educadores. LA EDUCACIÓN EN MANOS FEMENINAS Doña Faustina es la primera mujer que obtiene en España el título de Inspectora de Primera Enseñanza. Y su preocupación por la enseñanza queda plasmada en un trabajo que publica y presenta en el Cursillo pedagógico que tuvo lugar en León en 1926 titulado: «La maestra leonesa frente al problema del analfabetismo», además de otro premiado en Melilla. Estas son algunas de las ideas vertidas en aquel Cursillo: «Y las escuelas mixtas que hoy existen servidas por Maestra, único centro de cultura de los pueblos, ¿por qué no han de tener también clases de adultos mixtas? ¿Qué se teme? ¿No van juntos al baile muchachos y muchachas? Hace ya un siglo decía Concepción Arenal: ¡Sería fuerte cosa que los señoritos respetasen a las mujeres que van a los toros y faltaran a las que asisten a las aulas! Y ¿por qué habían de faltarles, si se habían educado juntos en la misma escuela y con la misma Maestra? Hoy ya asisten juntos los dos sexos a todos los Centros de Educación ¿por qué separarlos sólo en la escuela primaria, única enseñanza que recibe la mayoría? Los peligros del instinto material sólo se evitan educando el espíritu...». VISITA DE LA DAMA DEL ALBA (1927) Por estos años ya se resentía mucho de la garganta. Fue para ella el final de su carrera, un 10 de octubre de 1927, cuando apenas había empezado el curso escolar, y fue también el último y definitivo salto en el escalafón, cuando a la edad de 53 años dejó de existir, tras varios meses de dura enfermedad en Canales, muriendo víctima de un cáncer de garganta. Algunas de sus alumnas lo achacaban a lo mucho que la esforzaba cuando explicaba en la escuela o en las charlas, conferencias, etc. Sus restos descansan en el Cementerio de esta parroquia. El pueblo de Miranda se desplazó muchos años después hasta esta localidad, en 1999, y agradecido a la maestra que tanto desvelo había mostrado por los niños mirandinos, celebró un sencillo pero emotivo homenaje tanto en el templo parroquial como junto a su tumba. A ella, nuestra más profunda gratitud y eterna memoria.

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