Cerrar

Caen dioses cuando menos se espera

Los iraquíes se suben a la chepa del imperio y la amenaza de masacre terrorista se instala en la realidad de los españoles como una pesadilla que quisiéramos sacudirnos a manotazos. Mientras, la pasión invade los cines, las calles y los campos

Publicado por
MARÍA JESÚS MUÑIZ | textos
León

Creado:

Actualizado:

Semana de Pasión. De pasiones, más bien. El frío se instaló en León pero el agua respetó la ilusión de los papones y de los miles de turistas que un año más alternaron la contemplación de la mística con el consuelo de las carnes y gargantas en tabernas y mesones. Corrieron las túnicas multicolores por las calles y los líquidos y alcoholes por los gaznates; retumbaron las marchas dolorosas por los rincones y sonaron otras músicas y la algarabía en los locales. Salieron los pasos a tomar el fresco y un año más volverán a quién sabe qué cubículos, porque antes entrará un camello por el ojo de una aguja que el acuerdo por las ruinas del Palacio del Conde Luna para construir el tan cacareado museo de la Semana Santa. |||| Pasión y dolor también en las amenazas de terrorismos masivos que revuelven las tripas del país a medida que las fuerzas de seguridad urgan en las guaridas de los asesinos. Ya no hay terrorismos propios y ajenos. Cada detención parece el comienzo de un hilo que no se sabe muy bien a qué tenebroso propósito conduce. El enemigo está aquí y la prueba de que no dudará en actuar desgraciadamente también. Pero cuesta creer que puede haber más horror. Si uno se para a pensar, ni siquiera se explica la normalidad en la que a pesar de todo vive el país. |||| Pasión que traspasa las pantallas, que ha llevado incluso a los obispos a los cines. Curiosa sociedad esta que, acostumbrada a todo tipo de atrocidades, necesita del impacto de un clavo entrando brutalmente en una mano para resucitar el mensaje de una religión milenaria. No puede ser que sólo impacte aquello que chorrea sangre al ritmo de una hábil campaña de marketing. Ni que se vuelvan los ojos a torturas pasadas ignorando así las masacres presentes. Si en aquel dolor hubo un mensaje, seguro que se refería a intentar evitar las sangrías actuales más que a polemizar sobre la verosimilitud de las ocurridas hace dos milenios. |||| Aunque para pasión nacional, el fútbol. No hay enemigo pequeño. Cayeron los dioses y vencieron los davices; no se sentenció lo evidente sino lo que parecía imposible. Algún multimillonario ariete lloraba la pérdida de sus primas mientras a otros la adrenalina del momento les impedía asimilar el triunfo logrado. Sólo el Dépor se ha clasificado entre los españoles para las semifinales de la liga de campeones, y para multitud de conciudadanos son estos triunfos y derrotas lo que más cuentan. Resurección en Coruña mientras el Madrid puja su dolorosa. Gloriosos, aunque crueles, los anuncios de Televisión Española sobre esta competición. Morientes con aquella canción de Pimpinela (¿quién es?, ¿qué vienes a buscar?, ya es tarde...) El deporte nacional. ¿Es la religión el opio del pueblo? ¿Y el fútbol? En cuestión de distracciones, que cada cual elija la droga con la que prefiere colgarse...