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Recuperar sensaciones...

Renault lanza una temperamental versión del Mégane, con motor turbo de 225 caballos y cambio manual de 6 marchas. El rombo recupera así la mágica filosofía que hiciera célebre el R5 Turbo. El primer «Culón» del XXI... se llama Mégane Sport.

Publicado por
JAVIER FERNÁNDEZ | texto
León

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Equipado hasta las cachas y con un comportamiento dinámico de amor a primera vista , el Mégane pierde -bendita pérdida- su condición de polivalente familiar para convertirse en un deportivo extreme sólo apto -quizá- para quienes puedan, y sepan, disfrutar de todo el potencial que ofrece un coche cuya relación peso/potencia no va más allá de la media docena de kilos por cada caballo. Con estas cartas de presentación, y algunas otras que se desvelaran en las siguientes líneas, nuestro protagonista puede también presumir de una singular partida de nacimiento: el Mégane Sport nace en Dieppe... cuna de los míticos Alpine de finales de los sesenta principios de los setenta y, también, de algunas otras mágicas realizaciones firmadas por el rombo a los largo de su, sin duda, brillante trayectoria deportiva. Podría aducirse que el lanzamiento del Mégane Sport viene -¿vendría?- dado por el retorno del fabricante a la Fórmula Uno... puede, aunque también puede que la larvada deportividad que siempre ha presidido el espíritu de los técnicos de Renault haya determinado la puesta en escena de un modelo «normal»... en versión de carreras. Poco más que el número en la puerta, los cinturones de arnés, el casco y los guantes (ya lo tuvimos) le faltan al Mégane Sport para confirmarlo como un auténtico aparato . Las llantas de 18 pulgadas, calzadas con gomas asimétricas de perfil 40, y los abombamientos de las aletas (es verdad que no llega a ser un «Culón», pero...), amén de los prominentes faldones aerodinámicos delantero y trasero, ya ponen sobre aviso al avezado observador que se cruce con la versión. Un simple vistazo al interior del habitáculo, si se puede, ya no dejará lugar a dudas de lo que «debe» esconderse bajo el capó delantero: asientos anatómicos, volante de cuero, pedales metálicos perforados... la evocación está servida, como los cronos: 6,5 segundos en aceleración de cero a cien y 236 por hora de punta. Lo demás, ya es cuestión de ocasional piloto . Se trata, por lo que parece de enmascaramiento, de que el Mégane Sport no impacte excesivamente por una estética globera , nada acorde con la filosofía del fabricante, y sí por un comportamiento y unas «recuperadas sensaciones» que hace tiempo no se vivían en un coche de calle. Y ello, sin recurrir a superfluas filigranas, su atractivo está, precisamente, en lo que no se ve. Renault Sport ha elaborado una sofisticada suspensión delantera independiente (McPherson con triángulo inferior) y, además, se sigue confiando en la trasera semiindependiente (tan o más eficaz que la independiente) con una dureza de tarados que tampoco te desarma . Los frenos son unos generosos discos Brembo con pinzas de aluminio de cuatro pistones y la dirección, como la de sus hermanos «normales» sigue siendo de asistencia eléctrica, aunque expresamente calibrada para la ocasión. La guinda: el cambio de 6 marchas. Por lo demás, el Mégane Sport puede adquirirse con carrocería de 3 y 5 puertas aunque, dada su raza el fácil suponer que será la primera la que más adeptos pueda tener. Eso sí, habrá que «sufrir» la modernidad de la ausencia de la rueda de repuesto, solución que los fabricantes parecen estar dispuestos a imponer y no sólo en modelos tan drásticos como éste.

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