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La Baña, un lago de otro tiempo

Este enclave de extraordinaria belleza, consecuencia de la glaciación cuaternaria, nos transporta a un mundo casi olvidado en el que cualquier sorpresa paisajística es posible

Publicado por
Y. C. ÁLVAREZ | texto
León

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La Sierra de La Cabrera, en el extremo suroeste de la provincia de León, tuvo su origen en el plegamiento herciniano y su posterior reajuste alpino, con distintas consecuencias morfológicos según se trate de su vertiente norte o sur. De esta forma, en la zona norte, las pizarras y cuarcitas originaron un perfil aserrado al que se unió la erosión del Miño creando valles en «U» con diferencias de nivel muy acusadas. Posteriormente, la glaciación cuaternaria dejó un circo perfecto cuyo fondo ocupa una pequeña masa de agua, cegada actualmente en gran parte por sedimentos que constituyen hoy praderas y turberas. Se trata del Lago de La Baña, cuya singular belleza, rareza y riqueza botánica y faunística llevaron a la Consejería de Medio Ambiente a su declaración en 1990 como Monumento Natural. Aguas abajo hay una laguna, de escasa profundidad y alimentada subterráneamente del desagüe del lago por debajo de grandes losas pizarrosas y bloques angulosos. El espacio natural ocupa una superficie de 731 hectáreas, pertenece al término municipal de Encinedo, afectando concretamente a la localidad de La Baña. Degradación El Lago de La Baña está enclavado en la vertiente norte de la Sierra de La Cabrera y rodeado por paredes montañosas casi verticales de las que se desprenden pequeños torrentes procedentes del derretimiento de los neveros. De escasa profundidad y superficie (0,075 Km2), se encuentra a 1.380 metros de altitud, muy por debajo de la penillanura, en la que se superan en ocasiones cotas de 2.000 metros (Peña Trevinca, 2.127). Los valores naturales de este espacio natural son excepcionales desde el punto de vista botánico y faunístico, sin olvidar el geomorfológico. La profunda degradación que el hombre ha llevado a cabo en toda la Sierra también ha afectado a este enclave y el componente vegetal está representado por restos de rebollares y abedulares mezclados con acebos y tejos mientras que las laderas están ocupadas por matorrales (brezo, serbal, retama y arándano) que representan una riqueza cromática insuperable. En las márgenes de los arroyos se desarrollan bosques de ribera montanos formados por abedules, alisos, sauces y chopos.

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