Diario de León

La Unión Europea aumenta las medidas contra las redes de arratre Se detectan 150 zonas oceánicas donde no puede desarrollarse la vidaEnEspaña hay 2 millones de captaciones ilegales de aguas subterráneas

Los grandes barcos de pesca deberán llevar observadores para evitar la captura de delfines. Las redes contarán con dispositivos de ultrasonidos para ahuyentar a los cetáceos.

C. P.

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JOSÉ FERNÁNDEZ | texto F. GONZÁLEZ | texto
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Los ministros de Agricultura y Pesca de los Quince, han acordado aumentar las medidas de protección de los cetáceos en la pesca comunitaria basándose en un estudio científico que alerta sobre el peligro de extinción que acecha a muchas especies. Según se contempla en la resolución, la prohibición del uso de redes de arrastre, existente en las aguas comunitarias desde el año 2002, incluirá a partir de ahora al mar Báltico, donde la existencia de delfines y marsopas está gravemente amenazada. Con ello se pretende eliminar poco a poco las redes de deriva, algunas de hasta 21 kilómetros, utilizadas para la pesca del salmón, en las que muchos cetáceos quedan atrapados hasta morir al ser atraídos por las capturas de especies que les sirven de alimento. Así se recoge en los últimos informes científicos en los que se constata la alarmante reducción en el número de delfines y marsopas muertos por esta causa. Aunque se había propuesto reducir las redes a una longitud máxima de 2,5 kilómetros y su prohibición definitiva a partir del año 2007, se mantiene el tamaño y se establece una reducción de la pesca en el Báltico del 40, 60 y 80 por ciento durante el trienio 2005-2007 y su total prohibición un año más tarde. Para paliar las pérdidas causadas por esta decisión, se acordó que se analizará la conveniencia de conceder ayudas europeas al trabajo de desguace de los barcos afectados. Ultrasonidos en las redes Uno de los puntos más conflictivos de la negociación fue el que hace referencia a que las redes de fondo deberán estar equipadas con dispositivos de ultrasonidos (pinger) que les ahuyenten, que afectaría a unos 20 barcos españoles que faenan en aguas al suroeste de Irlanda. Estos aparatos, cuyo coste unitario es de 100 euros, deben estar colocados cada doscientos metros de red, lo que supondrá un coste inicial de entre seis mil y ocho mil euros anuales, más la renovación de los mismos cada 18 meses ya que tienen una vida útil limitada. En este sentido, se acordó estudiar la concesión de ayudas para estos dispositivos acústicos a través de Instrumento Financiero de Orientación de la Pesca (IFOP). Sin embargo, la decisión ha contado con la oposición de España e Italia porque los Quince han decidido adelantar estas medidas a la zona del Mediterráneo al 1 de enero del año 2005, mientras que en el resto de las aguas comunitarias será un año más tarde. Además, se aceptó la reclamación francesa en el sentido de que los barcos que faenen en la zona que cubre parte de las costas belgas y francesas dispondrán hasta enero del año 2007 para ponerla en marcha, lo que favorece, según el Ministerio de Pesca español, a los pescadores franceses y británicos. Por último, se acordó que las embarcaciones con más de quince metros de eslora deberán incorporar observadores a bordo, que eviten la captura de estos mamíferos marinos. F. GONZÁLEZ | texto Según un estudio dado a conocer por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se ha detectado en los océanos de todo el planeta un total de 150 zonas, llamadas «muertas», en las que la escasez de oxígeno que sufren impide que pueda desarrollarse la vida, algunas de las cuales pueden tener una superficie de unos 700.000 kilómetros cuadrados. Según los científicos, aunque hasta ahora sólo se habían detectado en el Golfo de Méjico, ya se han extendido a regiones marinas tan distantes como las zonas costeras del Báltico, el Adriático, el Golfo de Tailandia, Nueva Zelanda, Iberoamérica o Japón. El exceso de contaminación por nitrógeno (por el uso excesivo e ineficiente de fertilizantes agrícolas), los vertidos al mar de aguas sin depurar y la polución industrial y del transporte son las principales causas de la ausencia de vida. En síntesis, el aumento de nitrógeno provoca el crecimiento de determinadas algas microscópicas que al morir se descomponen consumiendo gran cantidad de oxígeno lo que provoca la asfixia de peces, moluscos o crustáceos. Además, estas zonas muertas ponen en grave peligro a la industria pesquera al tener un impacto negativo sobre las larvas de los peces poniendo en peligro la renovación de las poblaciones. Desde el PNUMA se ha hecho un llamamiento para que se reduzca el uso de fertilizantes y de emisiones atmosféricas contaminantes, se traten las aguas residuales y se aumente la plantación de árboles en las riberas de los ríos para favorecer la absorción de nitrógeno. Los Según las cifras que maneja el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), los acuíferos españoles ocupan más de 175.000 hectáreas y la cantidad de agua dulce que almacenan (contando sólo la que existe en los primeros 100-200 metros) oscila entre 200.000 y 300.000 hectómetros cúbicos, seis veces más que la que pueden contener los 1.200 embalses repartidos por la geografía nacional. En la actualidad, los pozos y manantiales subterráneos abastecen a menos del 30% de la población, porcentaje muy inferior al de países como Italia, Francia o Portugal, donde se sitúa entre el 50 y el 80%, y alejado también de las recomendaciones de la Agencia Europea del Medio Ambiente que aconseja una utilización del 75%. Según afirman los expertos, el agua subterránea está infrautilizada ya que anualmente se extraen para todos los usos (principalmente riego, abastecimiento e industria) entre 4.500 y 6.500 hectómetros cúbicos, una cantidad que podría elevarse hasta los 30.000 sin llegar a la sobreexplotación del recurso. Pero estas cifras están muy lejos de la realidad ya que, aunque oficialmente están registradas unas 100.000 captaciones, el IGME eleva esta cifra hasta los dos millones, lo que impide una correcta gestión de los recursos hídricos. Las consecuencias son evidentes ya que además de la sobreexplotación, muchos de ellos están contaminados, tanto por los nitratos utilizados como fertilizantes como por las filtraciones de agua salada (en los costeros).

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