Diario de León

Estamos que nos salimos

Zapatero vino de presidente y el León que se echó a la calle no cabía en sí de gozo y de alegría por haberse conocido. Y por haber conocido al líder en sus tiempos mozos. Lo leonés está que se sale. Se lo recuerda a la Junta una bandera colocad

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MARÍA JESÚS MUÑIZ | textos
León

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La caída del muro de Berlín, y el consiguiente dominó de derrumbamientos de regímenes en los países del Este, trajo consigo entre otras consecuencias la desaparición de los signos externos de aquellas dictaduras. Por ejemplo las grandiosas estatuas a las cuales eran tan aficionados los próceres del comunismo, y que estaban sembradas en cada plaza y rincón de las ciudades. En Budapest la «liberalización» colocó carteles de McDonald's en edificios históricos del centro de la ciudad, salvó los grandes grupos escultóricos que sirven de reclamo turístico y barrió todas las estatuas de los antiguos dictadores. Todas menos una. Justo enfrente de la embajada de Estados Unidos el dedo amenazador del recuerdo del comunismo sigue proyectando su sombra sobre la bandera de las estrellas, sin que nadie muestre intención alguna de retirarla. Una especie de revancha a lo pobre. Sencilla, pero fastidiosa. Algo así como la bandera de León que, después del fregado que se montó en la Universidad, ondea ahora ante las narices del edificio de la Junta en la capital. ¿Sirve el vaivén del león de tela de arma reivindicativa por sí misma? || Para homenaje, el que se dio Zapatero esta semana en León. Hizo la visita del médico, eso sí, pero ahora los asuntos de Estado son apremiantes y no es cuestión de derrochar el tiempo. Intentaron no perderlo tampoco quienes recordaron al presidente antiguas amistades y compadreos, porque es hora de posicionarse. Colocándose y recolocándose andan los que se van y los que vuelven a la cosa pública mando en mano, con nombramientos en cascada, a partir del lunes de director general para abajo. Todavía hay puestos que cubrir, y a cada tanda de nombramientos cada provincia comprueba ávida cuáles con las teclas que tiene para hacerse oir en Madrid. Zapatero fue aclamado, achuchado y en algunos momentos diríase que incluso magreado por el entusiasmo popular, porque estaba el León que se echó a la calle encantado de haberse conocido, y de conocer al presidente desde sus tiempos mozos. Hubo besamanos y besapiés, como mandan el protocolo y el ansia de los del pueblo; y también hubo tiempo para la lectura. Dijo Zapatero en público, alto y claro: «En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, ha tiempo que vivía...» ¡Uy, qué yuyu de comienzo! || Comenzó también con buen tiempo y todo su esplendor una renovada feria del libro, que parece dejar atrás polémicas y titubeos para hacer de uno de los grandes potenciales provinciales, la literatura y los autores de talento, una cita de altura y con una participación popular que el fin de semana rompió moldes. En cuestiones de lectura, nunca es suficiente. También la ciudad digital dio un paso más en estos días. Pero por lo que se ve, el papel impreso aún no corre peligro.

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