Diario de León

LAS SIERRAS

Sierras de Paramera y Serrota: un valioso enclave naturalMúltiples atractivos

Sus cumbres han sido arrasadas por la erosión y retocadas por los hielos del Cuaternario, grabando en sus cristalinas rocas aparatos glaciares, como el de Los Hornillos

Publicado por
Y. C. ÁLVAREZ | texto
León

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Entre el eje de la Sierra de Gredos y la depresión del Duero, ocupando un franja que recorre de este a oeste el sur de la provincia de Ávila, se levantan las Sierras de Paramera y Serrota cuyos valores naturales han avalado su inclusión por parte de la Consejería de Medio Ambiente en la Red de Espacios Naturales de Castilla y León. Forman parte de la Cordillera Central y presentan una variada orografía donde se combinan los terrenos ondulados y suaves con los roquedos de fuertes pendientes, cumbres arrasadas y extensas superficies de erosión, en particular en la Paramera. Al igual que en el resto de la cordillera, sus cotas superan los 2.000 metros de altura pudiendo distinguirse macizos con personalidad propia como la Sierra del Zapatero y la gran mole de la Serrota (2.292 metros). Las Sierras fueron modeladas por fuertes procesos erosivos, alteraciones de las rocas y encajonamientos fluviales, aunque fue especialmente el modelado glaciar del Cuaternario el que dejó labrado en sus cristalinas rocas cinco aparatos glaciares, siendo el más importante el de los Hornillos. El espacio natural ocupa una superficie de 41.000 hectáreas y son numerosos los núcleos de población que incluye, pequeños, concentrados y muy próximos entre sí, desde los que poder realizar actividades de senderismo disfrutando de los valores paisajísticos que han convertido a estas Sierras en el refugio de numerosas especies animales y vegetales. Flora y fauna El matorral es la formación dominante: piornos, enebros rastreros y helechos o la mezcla de leguminosas y cistáceas. Mientras que praderas y pastizales adquieren gran importancia, las masas boscosas son de escasa entidad, destacando las de rebollos junto a encinas en forma de monte adehesado. En algunas zonas de la Sierra de Villafranca y en el puerto de Villatoro se conservan manchas de roble melojo junto a acebos, nogales, majuelos, serbales y tejos. En las márgenes de los ríos (Adaja, Alberche y Corneja nacen en estos parajes) aparecen algunos chopos y sauces siendo de obligada mención los pinares de repoblación. Es muy importante destacar el endemismo exclusivo de la Serrota denominado Acanthorrhinum rivas-martinezzi y el Sinecio coincyi, especie que solamente crece en esta Sierra y en las proximidades del Lago de Sanabria. Entre la fauna, sobresalen las aves por su número y calidad, especialmente paseriformes y rapaces. Las primeras están ampliamente distribuidas, tanto en el piso basal (collalba rubia, curruca, rabilargo o picogordo) como en el matorral (acentor, alondra, bisbita, pechiazul o totovía). Las rapaces constituyen uno de los grupos con mayor valor faunístico destacando el águila real como especie más sobresaliente con varias parejas nidificantes. Además, águilas imperial y culebrera, alimoche, buitres negro y leonado, halcón peregrino, cernícalo, búho real y alguna cigüeña negra, entre otros muchos. En cuanto a los mamíferos es importante la presencia del gato montés y del introducido visón americano, junto a buen número de micromamíferos (desmán de los Pirineos, musaraña, etcétera.). Y entre los reptiles, especies de gran interés como los lagartos ocelado y verdinegro y la lagartija serrana con poblaciones aisladas del núcleo principal de Gredos. Tres son las vías de acceso que parten desde la capital avulense. Por el este, a través de la AV-900 hasta llegar a Riofrío, límite norte de la Paramera, cuyo mayor atractivo reside en un libro que le dedicó Azorín. Muy cerca de allí, Mironcillo, localidad de la que parte un camino que asciende hasta el cerro donde se asienta el castillo de Aunqueospese (s. XV). Por el oeste, siguiendo la N-110 hasta Villafranca de la Sierra, límite norte de la Serrota. Y finalmente, por el centro, la N-502 acerca hasta Solosancho, en cuya plaza se ubica un verraco de piedra extraído de las cercanas ruinas de Ulaca. Se trata de un castro prerromano interesante por ser uno de los pocos vestigios que quedan de la Edad de Hierro (siglos VI a II a.C.), considerado como uno de los asentamientos celtas más importantes y al que se llega desde el cercano pueblo de Villaviciosa (interesante castillo del siglo XV). Una vez allí, si el viajero se encuentra con fuerzas suficientes puede dirigir sus pasos hacia el pico Zapatero (2.086 metros) que es la cumbre más relevante de la Sierra de la Paramera y cuya ascensión presenta cierta dureza. Para ello, desde Ulaca hay que descender hacia el río Picuezo y subir por un camino paralelo a su curso hasta superar un roquedo situado a la izquierda. Aquí se enlaza con una pista forestal y aunque llega a desaparecer, el camino ya no tiene pérdida pues la cumbre está al frente. El regreso hay que hacerlo por el mismo camino y, al llegar al río, tomar el paso del Portezuelo que conduce directamente a Villaviciosa.

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