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Las lagunas: un patrimonio amenazado

Aunque buena parte de los humedales destacan por su buena conservación, otros muchos han desaparecido o están gravemente alterados.

Publicado por
F. ALAÉZ | texto
León

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La depresión del Duero alberga una importante representación de algunos de los sistemas palustres más genuinamente ibéricos. Se trata de pequeñas lagunas de carácter estepario, parcial o totalmente endorreicas, generalmente con aguas poco mineralizadas como las ubicadas en el sureste de la provincia de León, y distribuidas en dos sectores separados por el río Esla. En estos ecosistemas acuáticos poco profundos el nivel del agua fluctúa rápidamente de forma natural dependiendo de las condiciones climáticas y de las actividades humanas, que afectan a su estado de conservación. Los organismos, especialmente los que viven en zonas con vegetación, responden de forma diferencial a los cambios en la duración del hidroperiodo. Además, niveles extremos de agua en la laguna pueden causar cambios entre el estado de aguas claras, dominado por plantas acuáticas sumergidas, y el estado turbio, caracterizado por fitoplancton. Como una telaraña, un ecosistema puede ser flexible y sólo llega a soportar una tensión determinada, reparándose una cierta cantidad de daños. Por eso, si se secciona un eslabón esencial de la cadena alimentaria todo el ecosistema resulta desorganizado. Aunque la pérdida de especies se puede compensar con otras, los sustitutos casi nunca son tan buenos como los originales y el ecosistema se va degradando con consecuencias imprevistas. Principales amenazas Las primeras investigaciones se realizaron en el periodo 1980-1984 y sirvieron para caracterizar las lagunas del sureste de León, valorando su interés botánico y el estado de conservación. Recientemente, el grupo de investigación de Limnología de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad de León, dirigido por las profesoras Margarita y Camino Fernández Aláez, y el profesor Eloy Bécares, ha evaluado, tomando como referencia los datos obtenidos entonces, los cambios producidos y su efecto sobre las comunidades de macrófitos (plantas acuáticas e higrófilas). Entre los humedales estudiados los hay permanentes (Villadangos del Páramo, Sentiz, Laguna Grande de Bercianos, Chozas de Arriba), semipermanentes (Villaverde la Chiquita, Laguna Gente de Valdepolo, Redos, Rey) y estacionales (Las Lagunetas de Valdepolo, Espino, La Seca, Villamarco). Buena parte de ellos destacan por su buen estado de conservación, comprobándose que la riqueza de plantas se ha mantenido constante en el tiempo. Lamentablemente, muchos enclaves han desaparecido o están gravemente alterados debido a la concentración parcelaria y la conversión de extensas áreas de páramo en regadío. Algunos se han utilizado como receptores de drenajes dentro del sistema de riego, provocando una sobreinundación y una alteración de su dinámica hídrica natural. Son también frecuentes la contaminación por vertidos líquidos y residuos sólidos y la quema de la vegetación de juncos y carrizos. Los hay que están en un lamentable estado de aguas turbias dominadas por fitoplancton sin plantas acuáticas, al que se ha llegado, muy probablemente, por la introducción del cangrejo rojo. En otros casos, las cubetas naturales han sido sobreexcavadas para aumentar su profundidad y persistencia, alterando gravemente el banco de semillas del fondo.

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