Diario de León

LA CIUDAD ABRE EL PRIMER SÓTANO ARQUEOLÓGICO LA CRIPTA DE LA CATEDRAL CUMPLE OCHO AÑOS

El misterio de la «cannaba» leonesa Una puerta romana cerrada «sine die»

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León

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|||| A finales del siglo I, con la Legio VII implantada en el interfluvio del Bernesga y el Torío, la población civil transitaba, comerciaba, vivía y se reproducía fuera del recinto amurallado. Los escasos restos arqueológicos de la era romana que se conservan en León y van a poder visitarse muy pronto pertenecen al poblado civil, la cannaba leonesa. Un sótano de la calle Cascalerías que ha pasado a ser propiedad municipal, a cambio de una altura más en el inmueble, alberga una galería abovedada de unos dos metros de anchura y 2,50 de altura en línea curva, construida con sillares de caliza y arenisca del mismo tamaño y época, en la cara exterior, que los de la puerta campamental encontrada en Puerta Obispo. «Se trata de sillares almohadillados elaborados con el mismo sistema de talla que la torre de la puerta romana», precisa el arqueólogo. Aunque está sobre el suelo, se conserva también un trozo de la bóveda que cubría la galería, con un sistema de iluminación natural. En la parte superior se pueden observar los lucernarios abiertos con tégulas. La galería debío de ser de gran envergadura puesto que unos restos similares en tamaño e idénticos en cuanto a la forma y materiales, se encuentran bajo otra casa de la misma calle. Fueron los primeros indicios de la construcción civil hallados al sur del campamento en 1996. A pesar de que el Ayuntamiento permitió construir la planta de bajo cubierta a cambio de su conservación, no están puestos en valor y la posibilidad de que puedan visitarse algún día parece remota, toda vez que la promotora no dejó un acceso independiente para transitar al sótano sin entrar en las dependencias comunitarias del edificio. Si hoy pudiera excavarse el solar que ocupa la casa que separa ambos inmuebles es más que probable que se encontrara otro nexo de unión de la galería abovedada. Los restos del criptopórtico están en relación con un complejo arquitectónico mucho más amplio aún desconocido. «Por sus dimensiones, debió ser un espacio público importante, pero no hay otros indicios arqueológicos que nos hayan ayudado a identificarlo», explica Victorino García Marcos. Las visitas a esta cripta arqueológica, la primera que se abrirá en la ciudad con restos de la época romana, se iniciarán a partir del 10 de junio, fecha prevista para la inauguración. Precisamente, un 10 de junio, aunque del año 68 d. C. , fue fundada en Clunia (Burgos) la Legio VII Gemina, que después ganaría el epíteto de Fénix. Salió de Hispania para ayudar a Galba en su campaña contra Nerón y regresó hacia el 74-75 d. C. para acantonarse en León. |||| Las hogueras que caldearon las noches a los soldados del cuerpo de guardia de la Puerta Principalis Sinistra marcaron los imponentes sillares de la puerta romana que se conservan en la cripta de la Catedral de León. Los siglos y la intensa actividad medieval del burgo leonés no lograron borrar las marcas encarnadas del fuego sobre las frías piedras. Casi dos milenios después de clausurarse como paso de los legionarios, las obras de peatonalización del entorno de la seo en 1996 sacaron a la luz los restos de la entrad oriental del campamento de la Legio VII y junto a los sillares de la puerta y lo que queda de una torre, también pequeños fragmentos del complejo termal, como restos de una piscina que a partir del siglo II se reconvirtieron en cloacas de la gran instalación de baños que duerme bajo la joya gótica Han pasado ocho años desde que terminaron las obras y la cripta sigue cerrada al público. Su único visitante ha sido el Príncipe de Asturias durante una visita a la ciudad en 1999. Costó 390.000 euros (65 millones de pesetas, que entonces no circulaba aún el euro) pero no fueron pagados con los fondos europeos de la peatonalización. «He llegado a pedir al empresario que la donase», asegura la concejala de Patrimonio, Evelia Fernández. La deuda que el Ayuntamiento de León tiene contraída con el constructor Martínez Núñez, que ronda los nueve millones de euros, tampoco contribuye a acercar posturas. Los restos son grandes sillares de caliza colocados en seco y dispuestos a soga y a tizón en hiladas horizontales, sin que coincidieran las juntas. Del cuerpo externo, más expuesto a los ataques, se conservan tres hiladas de hasta 1,60 metros de altura y una anchura de 1,20. Los ingenieros romanos, que entendían muy bien la importancia de la imagen y la propaganda, pretendían dar «una apariencia de mayor fortaleza» al enemigo; sólo así se explica que en el tramo de la torre, que queda hacia el interior del recinto, los sillares son más pequeños. Una puerta similar, la Principalis Dextra , existió al otro extremo, a la altura del Palacio de los Guzmanes.

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