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Fascinación por el gasóleo

Considerado hasta no hace tanto como un combustible «menor» por los fabricantes exclusivistas, el gasóleo ha conquistado el corazón del Gran Gato: Jaguar se rinde a la excelencias del motor diesel V6 doble turbo de 207 CV

Publicado por
JAVIER FERNÁNDEZ | texto
León

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Para quienes sigan considerando la motorización diesel como plebeya y sucia , a más de ruidosa y poco -o nada- apta para instalarse en realizaciones glamourosas , Jaguar acaba de romper con esos -¿obsoletos?- esquemas mentales. La ruptura, que no traición, se llama S-Type V6 2.7D y acabará por ponerle las cosas un poco más difíciles a los tradicionales dominadores germanos (Audi, BMW, Mercedes...) en el campo de los automóviles de prestigio animados -y de qué forma- por gasóleos de última hornada. Sin perder un ápice de elegancia, ni siquiera de brillantez prestacional, el recientemente renovado S-Type, vuelve a poner un punto de inflexión en sus prestigiosos catálogos con la llegada de un diesel biturbo de 207 cabalos que en nada, o casi, tiene que envidiar a sus enemigos naturales : 230 por hora de punta y clavar el crono en 8,5 segundos cuando se tratad e acelerar de cero a cien ya son, de por sí, unas excelentes cartas de presentación. Si se añaden 7,1 litros de media por cada centenar de kilómetros y un encomiable «sigilo» en cuanto a rumorosidad (en caliente cuesta distinguirlo de un gasolina) las cosas adquieren tintes de exclusividad para el Gran Gato... y de preocupación para sus «cazadores». Eso, por no hablar de la filosofía deportiva -incluso en lo estético- de la que viene haciendo gala el S-Type desde que Jaguar lanzara la primera versión del modelo. De hecho, le cabe el honor a Jaguar de estrenar, con el S-Type, el gasóleo V6 (207 CV) desarrollado por Ford y PSA (ya se sabe que el gato orbita en el óvalo desde hace años) y que, tampoco es ningún secreto, se montará en otros modelos de ambos consorcios automovilísticos (el nuevo Peugeot 407 será uno de los afortunados). Se trata de elevar a la categoría de exclusividad los 2,7 litros de cubicaje, la inyección directa «common rail» de segunda generación, la doble turboalimentación (exclusividad en Jaguar) y los 1.650 bares de presión en la inyección. También la fundición de hierro y grafito para un bloque-motor que reduce sustancialmente su peso y tamaño, a la vez que propicia una vida útil un 50% mayor que la de mecánicas similares de anteriores generaciones. Unido a una caja de cambios manual o automática de 6 velocidades, este motor hace gala de estupendas recuperaciones a cualesquiera regímenes de giro debido, entre otras cosas, a los arreglos llevados a cabo por los ingenieros de Jaguar, que ha llevado a la consecución de unos excelentes 44,4 metros/kilo de par medidos a sólo 1.900 vueltas. Esa elasticidad y, ya se ha dicho, unos niveles sonoros imperceptibles elevan a nuestro protagonista a la categoría de pieza , aderezada con unos sutiles retoques estéticos en una carrocería que muestra ahora una renovada parrilla frontal, nueva tapa de maletero, grupos ópticos y tapicerías en el interior del habitáculo. Así que, Jaguar le ha puesto el cascabel... al diesel.