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Sir Jonh Eliot Gardiner: El caminante de las estrellas

...«cuando el poeta es un peregrino cuando de nada nos sirve rezar caminante no hay camino...se hace camino al andar, al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar caminante no hay camino, s

JESÚS

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León

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MIGUEL ÁNGEL NEPOMUCENO | texto Su porte aristocrático y sus modales refinados lo traicionan aunque se esfuerce en querer pasar desapercibido bajo una amplia camisa, un jersey de color indefinido o una chaqueta de corte a juego con unos mocasines roídos. sir John Eliot Gardiner, (Fontmell, Dorset, 1943), es una de esas personas que llaman la atención donde quiera que esté con sólo moverse, extender un brazo, o esbozar una pícara sonrisa de complicidad que dice más que mil palabras. Hombre de cultura enciclopédica, que va a la par de su ingente erudición musical, no ha querido desaprovechar esta oportunidad que le ha ofrecido la Junta de Castilla y León desde su Fundación Siglo para iniciar hace hoy exactamente ocho días lo que él y los 22 componentes de su Coro Monteverdi, que ahora celebran cuarenta años de existencia, califican de una de las aventuras más fascinantes que el ser humano puede imaginar: recorrer a pie desde el Sur de Francia largos tramos del Camino hasta llegar, el próximo día 31 a Santiago de Compostela y hacer así realidad un sueño que se gestó en el año 2000 durante una estancia del Coro en la capital gallega. Hoy llegan a León donde, a las 20.30 horas, ofrecerán un concierto gratuito en la Catedral antes de proseguir camino hacia Oviedo ciudad en la que mañana actuarán, antes de volver el 28 a Ponferrada y poner fin a esta aventura iniciática el último día del mes en Santiago. «Es asombroso, comenta Gardiner, cómo un proyecto que en un principio era tan sólo un sueño ha ido tomando forma hasta llegar a convertirse en esto que ahora celebramos a lo largo de varios miles de Kms por la Ruta Sagrada. Aunque no vamos a andar a pie todos los kilómetros, sí vamos a caminar todos los días porque queremos compartir el espíritu de los peregrinos. Recorreremos doce lugares de Aragón, Castilla y León, Rioja, Asturias para culminar en la catedral de Santiago. En la Edad Media, los peregrinos viajaban y cantaban. Necesitaban cargar las baterías espiritualmente, cosa que hacían en las iglesias. Esas piedras están llenas de música. Haremos un programa, concebido básicamente en torno a la música española del siglo de Oro, con autores tan emblemáticos como Morales, Victoria, Guerrero, Lobo. De igual forma, incluiremos piezas del Códice Calixtino así como alguna obra franco-flamenca que tanta trascendencia tuvo en España. Todo a capella, sin emplear instrumentos, únicamente las voces del Coro Monteverdi. Es como nuestra particular celebración de los cuarenta años de existencia del Coro», puntualizó el admirado director británico que se ha pasado la mañana de hoy ensayando, en la iglesia del Colegio de las Carmelitas de León, un repertorio que incluye obras de los anteriormente citados y otras de compositores de ese Siglo de Oro que tanto fascina a los ingleses. Las obras que el Coro Monteverdi está interpretando en este peregrinaje jacobeo han sido recogidas en un CD con el título Santiago a Capella cuyos textos son el fruto de la investigación que Gardiner ha llevado a cabo por los archivos y bibliotecas españoles en una aventura tan fascinante como la de recorrer la Ruta Sagrada. «Siempre me ha llamado poderosamente la atención el Siglo de Oro español, y cuando tenía oportunidad recorría las bibliotecas en busca de material inédito. Sin embargo no me he desplazado a España para buscarlo sino que he recurrido a microfilms que pedí en la Biblioteca de la Universidad de Londres como los del Códice Calixtino o el Llibre Vermell . Otras veces he tenido que ir a las transcripciones, algunas hechas por mi. No hay que olvidar que en Inglaterra siempre ha existido un especial interés por el Siglo de Oro español, y son numerosos los musicólogos que han trabajado en este terreno. Yo mismo he colaborado con ellos y he podio estudiar sus investigaciones al respecto, algunas de las cuales me parecen de lo más interesante. Por otro lado yo ya conocía algo de la música española de ese momento, pero he tenido que estudiar mucho más. Para mí eran familiares Victoria y Morales, por ejemplo, que probablemente nunca estuvieron en Santiago. Lo más cerca que anduvieron debió ser León o Burgos. Eso no ha impedido no obstante que incluya alguna música suya, que me parece maravillosa. Bach, principio y fin Profundo conocedor de Bach y un incondicional intérprete de sus obras, Gardiner no se conforma con lo que halla escrito en la partitura porque eso es parte de la historia, para él lo importante, lo que realmente merece la pena descubrir es al hombre detrás de su música. «Mucho me han decepcionado las biografías que existen sobre el compositor de Eisenach porque les falta humanidad. Sólo encuentro lugares comunes, y no veo atisbos del ser humano», comenta contrariado. «Estoy trabajando en una biografía sobre Bach en la que el lector pueda encontrar ese otro personaje que existe detrás de su música. Siempre me ha fascinado la estructura de las obras del cantor en especial esa forma matemática que esconden muchas de ellas. Tal vez no exista esa cábala que muchos han querido ver en sus partituras, pero lo que no cabe duda es que le tocó vivir una época en la que la música germana tenía que mirar más hacia Italia para aprender de los compositores contrarreformistas como Monteverdi, Carissimi, Bassano, cuya música eran textos de alabanza a la Virgen y los reformistas los cambiaban y los convertían en textos de alabanza a Dios. Lo negativo del calvinismo es que no le agradaba lo ostentoso, lo opulento, y trató por todos los medios de prohibirlo. Bach, por el contrario, lo que más deseaba era hacer esa clase de música en las iglesias pero sus creencias se lo impedían. La persona más interesante de este periodo era un zapatero del siglo XVII que procedía de Silesia y era un versado en las ciencias ocultas con muchos seguidores en Alemania e Inglaterra. No se si Bach conocía su obra aunque tengo la certeza de que si, lo malo es que no puedo demostrarlo». Otra de las enormes tareas que tuvo en vilo a los aficionados hace un año fue la de la grabación de la integral de las Cantatas de Bach para conmemorar el 250 aniversario de su muerte, un auténtico «tour de force» en el que estuvo trabajando durante muchos meses al lado de su Coro. «Algo fascinante, dice, que no lo acabábamos de creer ni los músicos ni yo mismo. Hay que tener en cuenta que la cantata formaba parte del culto; se interpretaba tras la lectura del evangelio. Durante un año seguimos el trayecto de su pensamiento y fue una experiencia muy conmovedora. Fuimos itinerantes, como unos nómadas, estuvimos en 13 países europeos. Interpretamos 198 cantatas en 82 conciertos, integrado cada uno de ellos por tres o cuatro de estas obras. El proyecto terminó en Nueva York en la Navidad del año 2000. Fue un viaje del que será difícil reponerse anímicamente». Música para el recogimiento y la espiritualidad no apta para grandes espacios como auditorios y salas de conciertos, algo que detesta el director británico que prefiere los lugares más acogedores donde los instrumentos originales y las voces lleguen sin distorsión y en plenitud de armónicos a todos los oyentes. «Eso es algo esencial porque de otro modo se perdería el sentido para el que fueron escritas. En Francia, siempre tocamos las cantatas en iglesias los mismos días para los que se compusieron. Su poder espiritual actúa incluso sobre las personas que no tienen fe; se encuentra en esos espacios como en su casa. No es posible desvincular las obras sacras de los lugares especiales para las que fueron destinadas. Esta alianza entre música y arquitectura religiosa va más allá del simple contexto litúrgico, como si los movimientos musicales se prolongaran en los ritmos arquitectónicos. Algo a tener muy en cuenta en este peregrinar a lo largo del Camino donde piedra, luz, vidrio, y música se funden en una misma dimensión». Una dimensión que sin duda volverá a producirse esta tarde en la Catedral donde las tres premisas que cita el director británico se cumplen al pie de la letra. A partir de las 20.30 horas, él y su Coro Monteverdi interpretarán gratuitamente para todos los que quieran acercarse hasta la «Pulcra» y dejarse arrastrar hacia lo que el director británico llama «la abstracción vocal», una selección de obras extraídas de los Códices Calixtinus, Llibre Vermell, Victoria, Guerrero.., de la mano de uno de los coros más importantes del mundo dirigido por un icono bachiano de todos los tiempos: Sir John Eliot Gardiner, un caballero del imperio británico que lleva su título con discreción y humildad y un auténtico caballero en el más amplio sentido del término. «Es un título, dice, del que me siento muy honrado especialmente porque fue el Príncipe de Gales quien me lo ha otorgado. Es emocionante pero creo que el título no es sólo mío sino de todos los músicos que trabajan conmigo». Repertorio a capella El repertorio elegido para este itinerario iniciático musical, que no ha podido seguir la vía Navarra como era la primera intención del director británico y se ha centrado finalmente en Castilla y León, arranca cronológicamente con Maria matrem virginem , del Llibre Vermel l y termina con el Salva nos Domine del hispano-flamenco Rogier. Por medio, obras de los compositores españoles Francisco Guerrero ( Duo Seraphim y Ave Virgo sanctisima ) y Tomás Luis de Victoria ( O Lux et decus y O vos omnes ) junto a otras de los portugueses Joao IV ( Crux fideles ), Duarte Lobo ( Lamentaciones del Profeta Jeremías y Versa est in luctum ) y Manoel Cardoso ( Non mortui qui sunt in inferno ). Un programa inmerso en la música más emblemática del medievo y de los grandes maestros del barroco y una apuesta en firme por mantener vivos los valores espirituales, artísticos, musicales y patrimoniales de una Ruta que día a día se va enriqueciendo con las nuevas aportaciones de hombres que como Gardiner tratan de encontrar su razón de ser en este sendero de las estrellas. Un sendero jalonado de riquezas y un vehículo inestimable para hacer llegar la cultura a los lugares más apartados de las corrientes trasmisoras del saber. El Camino de Santiago polarizó muchas de las nuevas tendencias litúrgicas y musicales a la vez que a través de él se han ido construyendo los hitos arquitectónicos que ahora admiramos. El tremendo trasiego de personas y materiales librarios favorecieron de manera decisiva el conocimiento de obras como el Códex Calixtinus , el libro de los libros jacobeos por excelencia alfa y omega de lo que el peregrinaje fue a lo largo de los siglos. Su música, sus textos literarios han sido estudiados, registrados y publicados infinidad de veces dando vigencia a lo que es y será la base de la música en el Camino. Gardiner lo sabe y por eso se ha preocupado de estudiarlo desde los más diversos ángulos del conocimiento musical. Esta vez ha dado prioridad a la voz sobre los instrumentos originales con los que ha trabajado en épocas no lejanas y por los que en estos momentos mantiene una filosofía un tanto ambigua. «Creo que la concepción del barroco a base de tocar sólo con instrumentos originales está cambiando profundamente. He visto que hay obras que por mucho que une se esfuerce en interpretarlas con instrumentos de época siguen manteniendo esa opacidad de sonido que las hace poco brillantes y sobre todo muy distantes y frías. De ahí que haya preferido para este registro prescindir de instrumentos y centrarme en las voces que son más puras y no cambian el sentido de lo escrito. Tenemos la obligación de buscar en el pasado, para interrogarnos qué es lo que transmite y qué no, y cómo debemos hacerlo. Es importante para el intérprete y para el promotor. Hay mucho trabajo que hacer en la promoción de la música. Me aterra que los jóvenes puedan llegar a perder la curiosidad por nuestro pasado». Pero Sir John Eliot Gardiner no estaría del todo completo sin ese coro de sus sueños que él ha creado, modelado y pulido hasta convertirlo en un instrumento infalible que responde a la mínima indicación como un perfecto mecanismo de relojería. El Coro Monteverdi, principio y fin de esta andadura santiaguista, viene por vez primera a León para brindarnos algunas de sus especialidades aunque ninguna del autor que les da nombre. Un compositor que según Gardiner es el origen de toda la música moderna. «Monteverdi es un músico al que siempre he venerado tanto desde el aspecto humano como desde el artístico. A través de sus cartas, vemos a un hombre que sufre en silencio. Primero ante la pérdida de su esposa, luego la inquietud por sus hijos, sus quejas infructuosas ante la presión de los encargos en la corte de Mantua. Sin embargo su calidad humana y artística no decaen en ningún momento. Su orgullo de músico y su conciencia de artista le mantienen vivo. Al ser nombrado maestro de capilla en San Marcos de Venecia pudo al fin respirar, como si hubiera rejuvenecido en la segunda parte de su vida. Su música la tengo presente continuamente. La llevo grabada en mí».

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