Invertir en «ladrillo» lejos de la playa también es rentable
Panticosa Resort, en el remoto Pirineo de Huesca, es el complejo hotelero más ambicioso de Europa. Constructoras y promotoras están cada vez más interesadas en invertir en ocio y entretenimiento
El buen comportamiento del sector turístico en las últimas temporadas, en parte debido a las novedosas campañas comerciales de los operadores para atraer clientes y desestacionalizar la ocupación, junto a la mayor rentabilidad de las operaciones, han animado a las grandes empresas inmobiliarias y constructoras a entrar en el negocio. Entre estos nuevos y poderosos inversores en ocio y turismo destacan Fadesa, Vallehermoso, Metrovacesa o Nozar. Esta última es una de las que más arriesga al apostar por Panticosa Resort, que actualmente es el proyecto íntegramente privado más importante de cuantos están en marcha en la Unión Europea. El de Panticosa es todo un complejo de ocio que incluye varios hoteles de distinta categoría, un centro termal, una residencia específica para deportistas y todas las instalaciones necesarias para crear el Resort por antonomasia de los Pirineos, y que, aunque inacabado, ya es una realidad tangible de la que se puede disfrutar. Un paraje impresionante Panticosa Resort se esconde en el corazón del Pirineo de Huesca, entre un circo de cumbres entre las que figuran picos que superan los tres mil metros de altitud. El grupo Nozar, controlado por la familia Nozaleda, lo tuvo claro. Un entorno tan bello requería instalaciones en las que reinase la armonía entre la ecología y la tecnología, entre la funcionalidad y la estética, entre la calidad y el diseño. Así nació la idea de Panticosa Resort como complejo lúdico y termal, ubicado en el valle del Tena, a 1.636 metros de altitud: un paraíso para los deportistas, los amantes de la montaña y los enemigos del asfalto. La historia del Resort oscense comenzó en el 2000, cuando Nozar adquirió la empresa Aguas de Panticosa SA, propietaria del viejo balneario allí ubicado. En el 2002 se escrituraron el resto de las instalaciones tras el acuerdo alcanzado con el Ayuntamiento de Zaragoza y la Federación Aragonesa de Montaña. Con esta adquisición la promotora se adueñaba de los míticos ocho edificios que, hasta entonces, conformaban un viejo complejo, declarado Monumento Artístico Nacional en 1994, en cuyas instalaciones se alojaron personajes como Alfonso XIII, Niceto Alcalá Zamora, Ortega y Gasset, Cánovas del Castillo, el general Prim y Santiago Ramón y Cajal. El objetivo era restaurar los edificios y transformar el lugar en un complejo de alta montaña líder en Europa. Para materializar el proyecto fueron contratados los servicios de seis grandes arquitectos: Rafael Moneo, Alvaro Siza, Jesús Manzanares, Belén Moneo, Rafael Beneytez y Jeff Brock. Asesores de campanillas La primera fase de la obra finalizó en julio del 2002, cuando fue inaugurado el Restaurante del Lago... Porque en el paraíso no puede faltar la buena mesa. Sus promotores tenían dos cosas claras: el local debía ser singular y rebosar sabor. El sueño se hizo realidad de la mano de Moneo y Pedro Subijana. El primero ideó el espacio y el segundo, propietario del restaurante El Aquelarre de San Sebastián, se encargó de lo gastronómico. El resultado final es una mezcla de clasicismo y creatividad en la que se cuidan la presentación de los platos, la combinación de los sabores y las texturas. Pruebe de ello son las ofertas, junto al revolucionario gin-tonic emplatado figura el tradicional lechazo. Tras el restaurante, le tocó el turno al hotel, que ya ha abierto sus puertas. El inmueble original fue construido en 1896 y ha sido restaurado por Moneo respetando la fachada, que es de Interés Turístico Nacional. El remozado recinto es el único de cinco estrellas del Pirineo de Huesca, cuenta con 42 habitaciones y de su propio spa (centro termal). Y ya está en obras la tercera fase, que incluye varios hoteles y variados equipamientos.