Los que viven del cuento
Carmina Ordóñez hizo de la venta de su intimidad un modo de vida y un negocio muy lucrativo. Amores, desamores, malos tratos, adicciones, la llamada Divina lo vendió todo, menos su trágica muerte. Como ella hacía, otros muchos viven del cuento
Hija, esposa y madre de toreros, Carmina Ordóñez se acostumbró a llevar una vida fácil en la superficie, quizá atormentada en su interior, y se convirtió en el símbolo más destacado de una serie de personas sin profesión conocida que han logrado vivir del cuento. Una amplia nómina a la que pertenecen Dinio, Lequio, Belén Esteban, Antonio David Flores, Pocholo, Nuria Bermúdez, Yola Berrocal, Tamara -ahora llamada Ambar-, y un larguísimo etcétera, junto a toda una pléyade de grandes hermanos. Incluso hay especialistas en hablar mal de un famoso concreto. Por ejemplo, Raquel Bollo, que se ha embolsado una fortuna por contar los supuestos malos tratos que le propinó el cantaor Chiquetete y que ya ha adquirido la categoría de tertuliana. O Lara Rodríguez, ex secretaria de Carmina Ordóñez, que ha ido narrando por capítulos las partes más oscuras de la recién fallecida, sabedora de que cada parte del serial vale su precio en oro. Desde hace una década y de forma progresiva, los programas en los que se airean sin ningún pudor las infidelidades, en los que se banaliza y se trafica con el gravísimo problema de los malos tratos, en los que se amenaza, se insulta, se grita, se juega con la honra y la intimidad de las personas y se debate sobre el tamaño del pene se han extendido como la peste. Hace ya tiempo que han dejado de interesar de la misma forma las actividades profesionales de los artistas, sus nuevos discos, sus galas, sus películas, sus obras de teatro. Este tipo de informaciones cuentan con mucho menos tiempo, y han quedado sepultadas por la basura y los escándalos Con velocidad de vértigo, se fabrican personajes para rellenar las cada vez más abundantes horas de programación dedicadas a este género, más de 300 a la semana. La gran mayoría se convierten en famosillos de usar y tirar con una fecha de caducidad muy temprana. Otros logran sobrevivir a esta auténtica jungla y permanecen incluso como comentaristas de las vidas ajenas, tras haber explotado la propia. A este carro de cobrar a cambio de contar la vida privada propia o ajena se han subido también muchos profesionales destacados. Por ejemplo, Norma Duval, que vendió su romance, su separación y su reconciliación del productor José Frade; o el actor Pepe Sancho y la cantante María Jiménez, que explotaron su ruptura tras 18 años casados. Sara Montiel y Marujita Díaz han empañado sus carreras con sus truculentas y suculentas (por el dinero que se llevan, sobre todo la primera) intervenciones televisivas. El matrimonio de la que fuera figura del cine con un joven cubano demostró su maestría para los montajes. Fue un filón que parecía no acabar nunca. Se llevaron 120.000 euros por la exclusiva de la boda y otros 240.000 por sus comparecencias en la televisión. Una amplia demanda También subsisten algunos personajes aislados que reciben importantes cantidades por hablar de su profesión o de su vida, sin contar intimidades. Es el caso de Victoria Abril, convertida en diva del cine internacional, que se ha llegado a embolsar 60.000 euros sin tener que contar nada personal. O el de Carmen Martínez Bordiú, que cobra un mínimo de 50.000 euros por intervención. Pero la inmensa mayoría de los que salen en la tele, en torno al 80%, no son nadie. Lo cierto es que existe un mercado muy amplio para que estos personajes cuenten todas sus miserias en las pantallas. Existe, o más bien se ha creado, una demanda en una audiencia a la que se trata de dar cada vez más morbo. En plena temporada hay más de veinte espacios que dedican total o parcialmente su tiempo a estos temas. En su afán por llenar horas y horas de contenidos las cadenas lo aceptan todo. El sistema de lanzamiento es así: el aspirante a salir en la tele llama a algún programa donde no se cobra (el más eficaz es Aquí hay tomate) para contar, por ejemplo, que se ha acostado con el ex novio de una famosa. Si el chisme es fuerte, otros programas como Salsa Rosa, ¿Dónde estás corazón?, Crónicas Marcianas y un largo etcétera se ponen en contacto con él y le ofrecen una suma de dinero. La gira televisiva por seis espacios, que suele culminar en Tómbola, puede reportarle un mínimo de 20.000 euros. El último caso ha sido el del ex novio de la ex Miss España Vania Millán, que ha recorrido los platós contando cómo ésta se acostaba con Ronaldo o con Flavio mientras estaba con él o cómo se compra ese galardón de la belleza. El nivel de los participantes en esta gran farsa ha descendido tanto que hoy la inmensa mayoría son parientes, amigos o conocidos de los famosillos. Los expertos destacan que se trata de un fenómeno exclusivamente español. Somos, dicen, un país de cotillas, apasionado por meter las narices en las alcobas y los cuatros de baño de los demás. El desmadre que existe en nuestro país no tiene parangón en ningún país del mundo, ni siquiera en Italia. La aparición de Tómbola, ahora relegado al canal autonómico valenciano y al Canal 7, supuso el inicio de esta carrera. Un bum con el que se han hecho millonarios periodistas como Jesús Mariñas y en el que desde el principio se ha pagado a los invitados por contar una serie de cosas estipuladas de antemano. De tal forma que muchos de ellos se han sometido a cambio de dinero a auténticas humillaciones públicas, a despellejamientos a manos de supuestos «periodistas sin pelos en la lengua». Mal gusto, malas maneras Esta moda en la que se aúnan el mal gusto, las peores maneras y el estilo más arrabalero la ha llevado al paroxismo en sus Crónicas Marcianas Javier Sardá, el que fuera un sobresaliente, original y creativo periodista radiofónico y que ha devenido en Rey Midas de la telebasura. Un programa en el que se consagró el estilo de Coto Matamoros: chillar más que nadie, insultar más que nadie, ser más soez que nadie y contar más intimidades que nadie. Todo ello con sus buenas dosis de chulería y desprecio a los demás. Tras su éxito ha surgido una legión de imitadores. El éxito de estos espacios sería imposible en países como Gran Bretaña o Francia, donde se venera a sus artistas y no se suelen traspasar los límites de la intimidad. Programas como A tu lado y Aquí hay tomate acumulan la gran mayoría de demandas por intromisión en el derecho al honor, la propia imagen y la intimidad interpuestas contra Tele 5, entre otros por Isabel Pantoja y Álvarez Cascos. Reclamaciones que van desde los 60.000 a los tres millones de euros. No importa, el negocio debe continuar. Son una apuesta segura que proporciona una audiencia elevada. Sólo la televisión autonómica catalana se ha resistido con uñas y dientes a entrar en este juego que reporta grandes beenficios. «En la tele se trabaja poco y se gana mucho», dijo Raquel Morillas, de Gran Hermano, que se hizo famosa por su relación con otra concursante, Noemí. Tras vender su boda, ahora se dedica a comerciar con su ruptura.