Cerrar

El peñón de la discordia

La colonia cumple 300 años a pesar de las negociaciones entre España y el Reino Unido, entre las que destacan las del ministro Castiella

Publicado por
CARLOS FERNÁNDEZ | texto
León

Creado:

Actualizado:

Pero ¿usted quiere que entremos en guerra con Inglaterra? ¿a dónde quiere llevarme? le preguntó un día Franco a Castiella, su ministro de Asuntos Exteriores, cuando éste le dijo que si los aviones que aterrizaban en Gibraltar seguían violando el espacio aéreo español, habría que colocar globos cautivos para señalizarlo y defenderlo. Castiella fue conocido durante su estancia en el Gobierno, de 1957 a 1969, como «el ministro del Asunto Exterior», pues tuvo en la colonia inglesa el alfa y el omega de su política. Fernando María Castiella y Maíz fue un hombre de sólido prestigio intelectual. Premio extraordinario de Derecho, catedrático a los 28 años, editorialista durante la República del diario católico «El Debate», completó su formación en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de París, en la Academia de Derecho Internacional de La Haya y en las Universidades de Cambridge y Ginebra. Respecto al «asunto» de Gibraltar, fue el ministro ante el que los ingleses fracasaron con sus argumentos tradicionales. Que decían éstos que el artículo 10 del Tratado de Utrecht daba la plena y entera propiedad del Peñón a Gran Bretaña, Castiella les respondía que sí, pero «sin jurisdicción territorial alguna (ni marítima ni aérea) y sin comunicación abierta con la región circunvecina por la parte de tierra», a lo que añadía: 1. Según el Tratado de Utrecht, la frontera inglesa es el límite norte de la Roca. 2. Según lo convenido en 1727 entre ambos países, la zona comprendida entre este límite y la línea que hoy ocupa la verja inglesa es zona neutral de soberanía española, que ni una ni otra parte pueden ocupar. La ocupación de la misma que hoy ejerce Gran Bretaña es totalmente ilegal porque viola aquel Tratado. 3. Más ilegal todavía fue la construcción en esta zona neutral, en 1938, aprovechando la guerra civil española, de un aeródromo militar. 4. En 1939, el Gobierno de Gran Bretaña, ante el expolio manifiesto que constituía el aeródromo, contestó a las autoridades españolas diciendo que sólo se trataba de un campo provisional de emergencia (emergency landing ground), hecho puesto en evidencia, ya que permanece hoy e incluso fue ampliado a 1.800 metros. La tesis de Castiella era, pues, sencilla: si Gran Bretaña quería el Tratado de Utrecht había que cumplirlo en su totalidad, no solamente en las partes (pocas) que le eran favorables. Incluso un artículo de aquél especificaba que no podrían habitar nunca en Gibraltar ni judíos ni árabes. La política de Castiella fue plasmada en el llamado Libro Rojo de Gibraltar, donde se citaban una por una todas las violaciones de Utrech hechas por Inglaterra y cuya publicación fue la que decidió a las Naciones Unidas a considerar a Gibraltar como una colonia, recomendando su comité de descolonización a Gran Bretaña el urgente inicio de negociaciones con España para poner fin a tal situación. Estas conversaciones, a nivel de ministros de Exteriores, comenzaron en Londres el 18 de mayo de 1966 y en ellas se pusieron bastantes esperanzas. Cuando los ingleses dijeron que había que tener en cuenta los legítimos derechos de los ciudadanos de Gibraltar, Castiella respondió que los legítimos ciudadanos de Gibraltar eran los españoles que habían sido expulsados a San Roque cuando las fuerzas del almirante Rooke tomaron la Roca el 3 de agosto de 1704, en nombre de un pretendiente al trono de España, el archiduque Carlos, que nunca reinaría. No obstante, Castiella propuso la firma de un nuevo convenio sustitutivo del de Utrech en el que se aceptaba la base militar de la Roca (con parecido status a las bases hispano-norteamericanas de utilización conjunta) y un régimen especial que protegiese a los habitantes de Gibraltar (podían elegir la nacionalidad inglesa o la española), todo bajo soberanía hispana. Al no haber acuerdo, el Gobierno de Madrid, que ya había cerrado la comunicación con la colonia, comunicó a Inglaterra la prohibición a los aviones que aterrizasen o despegasen en el aeródromo de Gibraltar de sobrevolar el espacio aéreo español, lo que era materialmente imposible de cumplir, amenazando con colocar una barrera de globos cautivos para la defensa de aquél. Fue entonces cuando Franco le dijo la citada frase sobre si quería la guerra con Gran Bretaña, Castiella le respondió: «No Excelencia, yo sólo quiero que los ingleses cumplan lo estipulado en Utrecht y si no que acepten a negociar otro tratado». Le recordó, además, el ministro que él nunca haría lo que quiso hacer Muñoz Grandes: conquistar militarmente la Roca. Inglaterra contestó posteriormente con la celebración de un referendo entre los habitantes de la colonia sobre si querían seguir con Inglaterra. Hubo 12.138 síes y 44 noes. Castiella cesó en su cargo el 29 de octubre de 1969. Le sustituyó Gregorio López Bravo, miembro del Opus Dei, que, en vez de seguir apretando los clavos a los ingleses, ideó la doctrina del «pensar juntos», reuniéndose varias veces con su colega británico, Douglas Home, pero sin ningún resultado práctico. Hubo que esperar a la muerte de Franco y a la llegada a Exteriores de Marcelino Oreja, discípulo de Castiella, para que hubiese algún avance en el tema que todavía hoy disturba las relaciones entre los dos países.

Cargando contenidos...