Octogenarios que se aferraron al poder
Fraga tiene 81 años y ha decidido presentarse a la reelección en el 2005. Si gana, acabaría su mandato con 86. Es un caso infrecuente en la política, pero que tiene algunos precedentes como Churchill, Mandela o Balaguer
A sus 93 años, ciego y paralítico, Joaquín Balaguer se presentó como candidato de su partido en las elecciones presidenciales del 15 de enero del 2000. El incombustible político, siete veces presidente de la República Dominicana, sólo pudo ser segundo, derrotado por Hipólito Mejía. De haber ganado habría concluido su mandato con 97 años, algo nunca visto en la historia de un país democrático. Balaguer protagonizó junto a su eterno adversario, Juan Bosch, un sorprendente duelo electoral de octogenarios en los comicios de 1990. El primero, candidato del conservador Partido Social Cristiano, tenía entonces 83 años y el glaucoma había ya causado estragos irreversibles en sus ojos. El segundo, de 80, era el líder del Partido de la Liberación Dominicana y quería recuperar la presidencia de la que había sido apartado en 1963 por un golpe militar. Balaguer logró la presidencia. Pero estos insólitos personajes que parecían surgidos del realismo mágico prorrogaron su rivalidad política en las siguientes elecciones. En 1994 volvieron a enfrentarse en las urnas. Balaguer tenía 87 años y Bosch, 84. Ganó el más anciano tras una campaña repleta de irregularidades, que privaron del triunfo al socialdemócrata Juan Francisco Peña Gómez. En Sudamérica un caso reciente de permanencia en el poder con una avanzada edad fue Rafael Caldera, que abandonó la presidencia de Venezuela con 83 años tras vencer en las elecciones con 77. En el continente no es infrecuente que se recurra a políticos octogenarios por encima de toda sospecha para afrontar momentos muy delicados. Así, Luis Alberto Sánchez fue nombrado primer ministro de Perú en 1989 a sus 88 años, cuando su país padecía la violencia y la crisis económica. Pero el caso de longevidad política más espectacular es el del senador norteamericano Strom Thurmond, que se retiraba a finales del 2002, con cien años, después de haber pasado 48 en el Capitolio. Accedió a su puesto cuando Eisenhower era presidente y lo abandonó con Bush en la Casa Blanca. Thurmond era profundamente racista, tan vehemente que batió el récord del discurso más largo en 1957, cuando habló durante 24 horas y 18 minutos en contra de una ley que quería ampliar los derechos civiles sin tener en cuenta el color de la piel de los ciudadanos. Con el tiempo, Thurmond fue cambiando, aunque nunca pidió perdón por su pasado. A mediados de los 70 fue uno de los primeros parlamentarios sureños que incorporó abogados negros a su equipo y que apoyó a candidatos de color para ocupar plazas de jueces federales. El recientemente fallecido Ronald Reagan fue elegido presidente con 69 años, el de más edad que lo conseguía, y reelegido con 73. Dejó la Casa Blanca a punto de cumplir 79. Sus despistes eran frecuentes. En Europa también ha habido políticos muy veteranos. Por ejemplo, el que fuera presidente de Italia (1978-85), el socialista Sandro Pertini, que abandonó la alta magistratura con 88 años. Sus muestras de júbilo y sus abrazos al Rey en la final del Mundial de fútbol del 82 que ganó su país aún se recuerdan. Este valeroso luchador antifascista y jefe de la resistencia a los nazis fue elegido presidente de la Cámara de Diputados en 1968, con 72 años; y en 1978, con 82, presidente de la República. Falleció a los 93. Su compatriota Giulio Andreotti ocupó durante 45 años diferentes cargos, entre ellos el de primer ministro. Las acusaciones de corrupción acabaron con su larga carrera en 1992, cuando contaba con 73 años. «El poder desgasta, pero al que no lo tiene», fue la célebre frase que acuñó este enigmático y muy culto político de 85 años. Francia está acostumbrada a los presidentes septuagenarios. François Mitterrand ocupó la presidencia francesa hasta los 78 años, tras 14 en el poder. Su sucesor, Jacques Chirac, tiene ya 71 y su segundo mandato terminará en el 2007, cuando alcance los 74. El líder ultraderechista Jean Marie Le Pen, eterno candidato al Elíseo, ha cumplido los 76 años. Otro político que ocupó el cargo de primer ministro ya cumplidos los 70 fue el griego Andreas Papandreu, rejuvenecido tras su amor con la joven azafata Dimitra Liani. Dimitió como primer ministro debido a una grave enfermedad a punto de cumplir los 77 años. La política israelí también es cosa de ancianos. El primer ministro, Ariel Sharon, del conservador Likud, tiene 76 años, pero su habitual contrincante, el laborista Simón Peres ha cumplido 81. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yaser Arafat, tiene 75. Puede que la falta de renovación de los líderes sea una de las causas del inmovilismo en Oriente Medio. En el ámbito autonómico, Jordi Pujol decidió seguir un camino diferente al de Fraga. Después de 23 años como presidente de la Generalitat se retiró el año pasado con 73 años. Pero uno de los políticos al que se ha comparado al presidente de la Xunta, el alemán Franz Josef Strauss, «el toro de Baviera», murió en la cama cuando contaba con 73 después de 19 como presidente de Baviera. Podía haber renovado el cargo pues su popularidad era impresionante en su land .