Diario de León

Curiosidades y leyendas del fruto del «cacaotero»

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|||| Inmensidad de teorías han tratado de discernir el origen de la palabra chocolate, que si «agua agria», que si «bebida de maíz», «agua que gime», «agua de cacao»... Parece que sólo se ponen de acuerdo en lo del líquido. El término más antiguo que se conoce para designar al chocolate es el vocablo azteca cachanatle . Los colonizadores lo tomaban por hambre, Richelieu por necesidad y Napoleón porque le daba la gana. Dicen que Hitler fue también un gran chocoadicto. Voltaire tomaba doce tazas de chocolate entre las cinco de la mañana y las tres de la tarde. «Hacer el once» es una frase que los mejicanos utilizaban cuando se tomaban cierta dosis de chocolate -y de aguardiente-. En 1683 se abrió al parecer en Venecia el primer café público, poco tiempo después dispensaba chocolate frío y caliente lo mismo que café. Cada semilla de cacao puede permanecer incandescente entre cuatro y cinco minutos. El chocolate tomado por la mañana engorda menos que el tomado por la tarde. La tendencia de los desenamorados a consumir chocolate se debe a que contiene una especie de anfetamina endógena que produce el cerebro en los momentos de felicidad y alegría. En Estados Unidos se edita una revista con olor a chocolate -Chocolate News-. Antiguamente se le consideraba bebida de dioses, la copa de oro en la que Moctezuma tomaba su taza de chocolate se tiraba una vez empleada puesto que no podía desempeñar más de un sólo uso. Dicen que el chocolate descubrió a Colón, pero que este no se enteró. Desde 1492 Cristóbal recorrió las islas de un mundo ignorado de un modo ignorante. Los nativos utilizaban el cacao como valiosa moneda de cambio y Colón topó con eso que llamaba «extraña almendra», mostrándose anonadado de que los indios lo utilizaran «como bebida». Qué tipo el Cristóbal. Un trabajo artesano que no permiten registrar como tal La regulación de las industrias artesanas pertenece a la Junta de Castilla y León por medio de su Consejería de Agricultura y Ganadería. La inscripción en el registro de industrias artesanas es opcional y gratuita y está sujeta a una serie de criterios establecidos por el propio organismo. «En el caso del chocolate -asegura Fernando, uno de los dos hermanos- no existía clasificación alguna que contemplara la elaboración del chocolate como una artesanía. Fue hace casi dos años cuando hicimos llegar nuestro interés de figurar entre los artesanos al órgano competente de la Junta, se aprobó la solicitud, pero actualmente tenemos las manos atadas pues han pasado casi dos años de eso y todavía no ha salido en el boletín oficial, lo que nos impide figurar técnicamente como artesanos. Nos dicen que ya saldrá y aun estamos esperando». Los requisitos que se exigen para formar parte del artesanado tienen en cuenta el origen de la materia prima, la elaboración, el personal, los años y experiencia de la empresa, etcétera. «Llevamos haciendo chocolate de esta manera más de treinta años, si nos permitieran podríamos llevar veinte siendo artesanos ya. La elaboración se sustenta en los mismos pilares que en sus inicios. Hombre, lo que no pueden querer es que muela el grano con una piedra, pero el proceso, en su mayor parte, es manual. Ni Nestle ni la inmensa mayoría de empresas parten del grano para conseguir el chocolate, y nosotros sí. Lo que pretendemos es que la legislación lo tenga en cuenta para que no nos encontremos en desventaja con algunos obradores de pastelería, que como tienen el título de artesanía para confituras, al elaborar chocolate también entienden que es artesano, incluso cuando este chocolate se hace desde muchísimo menos tiempo que nosotros y partiendo de los ingredientes extractados, nunca del grano». Según el Repertorio de Oficios de Artesanía Alimentaria existen dos grupos. En el primero de ellos quedan encuadradas aquellas actividades cuya materia prima se vincule al lugar de la producción, mientras que en el segundo grupo permanecen las industrias alimentarias en las que esa materia prima sea de procedencia ajena. En este último figuran sectores como el de la bollería, la confitería, el sector cárnico y el lácteo -el chocolate debería formar parte de este grupo-. La inscripción de la Empresa Artesanal Alimentaria reporta los siguientes beneficios: «La utilización con carácter exclusivo del distintivo de Artesanía Alimentaria y la concesión de cualquier beneficio que se derive de los planes de fomento de la artesanía», tal y como recoge el artículo cinco del Decreto 211/1992 sobre la artesanía alimentaria. La situación es la siguiente. Desde el año 1916 su familia se dedica a la elaboración de chocolate. Los hermanos Fernández cuentan en su haber con treinta años de experiencia en el tratado del cacao, incluso han erigido un museo en Castrocontrigo que recoge las etapas que antaño pasara el producto -muy similares a las que les ocupan hoy día-. Sin embargo los retrasos en los que se diluye la legislación posponen una y otra vez el reconocimiento de una noble tradición, causando incluso agravios comparativos, postergando el asunto día sí y día también. Ya lo vaticinó el bueno de Larra: «Vuelva usted mañana, nos dijo la criada».

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