Diario de León

El destripador de aviones

Las revisiones de un avión esconden miles de horas de trabajo de ingenieros y técnicos y un elevado coste económico

Publicado por
NANI ARENAS | texto y fotos
León

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En el hangar cinco de la Muñoza -zona industrial de Iberia en el aeropuerto de Barajas, en Madrid,- se trabaja a todo ritmo. La culpa de la movilización la tiene Sor Juana Inés de la Cruz, o lo que es lo mismo, un airbus-340/300, uno de los pájaros más bellos y eficaces de la flota de Iberia que justo estos días está pasando una de sus grandes revisiones. Y Jesús Rodríguez, -gallego natural de Cruzul, Becerreá (Lugo)-, responsable de las tareas de mecánica, es uno de los supervisores de este proyecto. La entrada al hangar impresiona. Lo primero que llama la atención son sus dimensiones: 12.356 metros cuadrados diáfanos y diseñados para cobijar las grandes revisiones de los Airbus A-340 o de los Boeing 747 (Jumbos). En el centro del hangar, el protagonista: el avión, oculto entre andamios que permiten a los técnicos acceder a todos los rincones posibles: el techo, las alas, los motores... Subimos las escaleras de la rampa que cual finguer nos permite entrar en el interior de la nave y ¡sorpresa! ¡No hay nada! A Sor Juana Inés de la Cruz se le ven las entrañas. No hay asientos, los embellecedores que recubren las paredes han desaparecido. Se ve el armazón del avión y, en algunas zonas, las mantas que aislan la cabina de pasajeros. Raíles de metal atraviesan el suelo, kilómetros de cables recorren el avión cual venas retorcidas... ¡cuidado, no tropieces!, advierte Rodríguez. Visto así, resulta increíble pensar que este amasijo de hierros y cables reciba el apodo de «superavión europeo». Pero es cierto. El A-340 presume por ser el mejor avión de Iberia y una de las máquinas más perfectas nacidas de la marca aeronáutica europea Airbus, con sede en Touluose (Francia). Diseño aerodinámico, innovadores materiales, sofisticado y complicado sistema electrónico, cabina equipada con potentes ordenadores, pantallas de rayos catódicos o cristal líquido, modernos sistemas de navegación con radar meteorológico incorporado... a esto hay que sumar los cuatro motores CFM que le permiten una autonomía de vuelo de 11.500 kilómetros con pasaje completo (Sor Juana Inés de la Cruz cubre sin escalas el trayecto Madrid-Santiago de Chile, el vuelo más largo de Iberia), su coste de mantenimiento reducido en comparación con otros modelos, su bajo consumo de combustible, la disminución del ruido y de las emisiones de gases, que tanto agradece el medio ambiente... Toda este vitae se traduce en una sola palabra: seguridad. Tanto para pasajeros los como para la tripulación. «Los primeros que exigen que todo este engranaje funcione a la perfección son los miembros de la tripulación. Un comandante no osaría pilotar si duda de que todo esté O.K. Ellos son los primeros que corren riesgos» apunta Rodríguez. Rodríguez es uno de los milagreros. Dirige hasta a 50 personas y supervisa la reparación y ajuste de la estructura del avión. Él asegura que es imposible que un avión se caiga. Y si él lo dice, hay que creerle. No se duda de quien manipula y cuida las vísceras de un avión.

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