CRÓNICA
«En veinte días tomamos 16 vuelos»
Cruz y a Sin les apasiona viajar. Como no les da pereza liarse el petate, este año, con motivo de su boda, decidieron pasarse unas vacaciones de verdad, y eligieron Bora Bora, en la Polinesia Francesa. El problema fue hallar un vuelo barato. Por el sistema tradicional el gasto se disparaba y optaron por una solución rocambolesca pero económica: «Hicimos Santiago-Madrid-Londres-Los Ángeles-Auckland(Nueva Zelanda) Melbourne (Australia)-Tahití-Bora Bora» recuerda Sin. Por supuesto, aprovecharon todas las escalas para visitar estos países lejanos pero exóticos para los españoles como Australia y Nueva Zelanda. «En los veinte días que estuvimos de viaje tomamos 16 vuelos. Parece una paliza, pero si te mentalizas no es para tanto. Además, nos ahorramos unos dos mil euros en billetes», dice, optimista, Cruz. Lo curioso es que en Bora Bora no se puede estar mucho tiempo: «Tres días, cuatro a lo sumo, te llegan, porque la isla la ves enseguida. Y eso que a Bora Bora le llaman la isla bonita porque tiene moñtana además de la playa, pero aún así te cansas». La pareja notó enseguida que allí, el español, nada de nada, tal y como cuenta Sin: «Todo es francés, las tiendas, los directores de hotel. Vimos también muchos italianos, pero españoles, ninguno». Ana Villasuso, por su parte, es otro ejemplo de viajera poco común. Visitó Papúa (Nueva Guinea, una gran isla sobre Australia) con viaje organizado por una agencia de Madrid especializada en destinos exóticos: «En varias semanas sólo nos bañamos en ríos». También fue por libre a Islandia, destino digno de ver pero carísimo si se viaja por los cauces oficiales. Para llegar a esta isla europea, Ana y su marido cogieron un chárter desde Barcelona y alquilaron habitaciones en vez de ir a los exclusivos hoteles. «Nos gustan las culturas diferentes de la nuestra», dice Ana, quien este año, con niños pequeños, se conformó con Menorca.