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Energía nuclear, ¿hay alternativa?

El 23,6% de la electricidad que se produce en España es generada por nueve reactores atómicos. El Gobierno quiere reducir la dependencia de las nucleares al 19,4% antes del año 2012

Publicado por
RAÚL ROMAR | texto
León

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El viejo debate amenaza con eternizarse: ¿Es posible renunciar a la energía nuclear?, ¿son mayores sus riesgos que sus beneficios económicos y energéticos en un país con una enorme dependencia exterior y que ha suscrito el Protocolo de Kioto para reducir los gases contaminantes? El anuncio de José Luis Rodríguez Zapatero en el debate de investidura de abandonar progresivamente las plantas atómicas no ha despejado las dudas. Sobre todo porque, a falta de un plan que concrete el calendario de actuación, sigue en suspenso la respuesta a cuándo, al cómo y, sobre todo, a si existe una alternativa real a la producción atómica. El debate fue avivado hace un año por la comisaria europea de Energía, Loyola de Palacio, con su afirmación de que «es imposible» que Europa cumpla con el Protocolo de Kioto sin la aportación de la fisión del uranio. Debate reactivado recientemente por el ex gurú del ecologismo, James Lovelock, que ha mudado de opinión y ahora defiende las tesis pro nucleares. Ese debate, tiene especial incidencia en España, con una dependencia energética del exterior próxima al 78%, y con una demanda que crece en torno al 6% anual y con una generación eléctrica del 23,6% del total del país procedente de los nueve reactores en funcionamiento. Deseo y realidad A criterio de Santiago San Antonio, director del Foro Nuclear de la Industria Española, el debate actual, al menos en España, «es ficticio». ¿Por qué?: «El sentido común nos lleva a utilizar lo que tenemos ahora, que es la energía nuclear, no hay otra alternativa». A su juicio, lo que debería plantearse en el futuro es un modelo energético a largo plazo, al margen de vaivenes políticos y que defina claramente cuál debe ser el papel de cada tipo de energía en una apuesta por la diversificación y, así, atenuar la dependencia del exterior. En ese modelo de futuro, San Antonio entiende que la alternativa atómica tiene su cuota de protagonismo. Primero, asegura, porque «supone una garantía de suministro. Lo que le preocupa al ciudadano -explica- es si dentro de cinco, ocho o diez años, cuando vaya a encender el interruptor, se le encenderá la luz. Y para eso seguirá siendo necesaria la energía nuclear. Prescindir de ella es inviable a corto plazo». El otro argumento central de la industria es el Protocolo de Kioto. Si bien es cierto que el pacto ha excluido las nucleares de los llamados mecanismos de flexibilidad, el sector insiste en que las energía atómica es fundamental para reducir las emisiones. En España, los nueve reactores evitan cada año la emisión de 60 millones de dióxido de carbono, que es el equivalente al 75% de las emisiones de los vehículos que circulan en todo el país. «Si la industria -dice San Antonio- no es capaz de reducir sus emisiones de CO2, tendrá que pagar un sobreprecio que repercutirá en su competitividad, en un proceso que también afectará a las economías familiares». Teoría y práctica Frente a ese panorama, el Gobierno sí cree posible renunciar a las nucleares, aunque todavía no ha precisado cómo. Antonio Fernández Segura, secretario general de Energía, ha reiterado el compromiso de «abandonar progresivamente» la fisión, sustituyéndola por fuentes alternativas y sin poner en peligro el suministro. El objetivo inicial, ha precisado Segura, es que el peso de la energía atómica se reduzca del actual 23,6% a un 19,4% en el 2012. Pero el Ejecutivo aún debe aclarar cuándo presentará el plan para el cierre progresivo de las centrales, en función de la vida útil de cada una de ellas, tal y como se hace en Alemania y como reclaman organizaciones como Greenpeace. Emilio Rull, portavoz de Greenpeace en asuntos de energía, asegura que sí existe alternativa al poder del uranio. A modo de ejemplo, Rull alega que las previsiones de producción eólica para el 2010 han sido revisadas y ya superan en 13.000 megawatios los 20.0000 previstos. Rull también alude a las conclusiones de la reciente cumbre de Bonn sobre energías renovables, en la que expertos y gobiernos citaban que es posible lograr en el 2020 que el 20% de la electricidad proceda de fuentes alternativas. Por ejemplo, en la comunidad de Galicia, con 1.560 megawatios de potencia instalada, la energía eólica produce ya el 19% del total de la demanda de electricidad. También existen estudios que indican que si Europa aprovecha el potencial eólico en áreas marítimas podría suministrar electricidad a 150 millones de hogares. Para Rull, el otro pilar para evitar la dependencia de la nuclear consiste en fomentar un ahorro de entre un 1% y un 2% anual. Además, considera falsa la amenaza de los «apagones»: «Este problema -explica- no está en la producción, sino en la deficiente red de distribución».