Diario de León

La viñeta... soñar no cuesta tanto

Retro o futuristas, pacíficos o auténticos bólidos, totalmente inventados o inspirados en modelos reales... los automóviles de las historietas traducen la pasión de los dibujantes del «noveno arte» por el mundo de la mecánica y, a menudo, se co

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J. F. Z. | texto
León

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«¿Cómo crear movimiento? Con polvo, proyecciones de piedrecillas, un esbozo de línea simulando la velocidad... así dinamizamos una escena». Esta aseveración podría suscribirla cualquier dibujante de tebeos, que consideran la cuestión un mero problema de orden técnico, desde el momento en que se dibujan imágenes estáticas, encasilladas en la viñeta. Nada hay irresoluble en la imaginación de los autores... ni en la de sus ávidos lectores. Corra a la estantería y zambúllase en alguno de sus tebeos favoritos: ¡Rumm... Brruummmm... Vraaooomm! Las onomatopeyas son una constante en la inevitable presencia del automóvil en los álbumes firmados por los más célebres especialistas mundiales en la «animación inanimada». Pocos como Hergé, el padre de Tintín -por cierto, ignominiosamente ignorado en la muestra parisina... es belga, ya se sabe- han sabido plasmar la magia del automóvil en unas historietas imperecederas. Los cultos automovilísticos de Georges Remi ( dites Hergé) se plasmaron en un auténtico «salón del automóvil»: Citroën Torpedo y multitud de Traction (el «Pato» español), Opel Olimpia Cabriolet, Cadillac Fleetwood (el taxi de... en el Tíbet) , otro taxi , el Simca Aronde de la persecución de El asunto Tornasol , Lincoln, el Ami 6 del descuidado doctor de Las joyas... , el destartalado Ford T de... en el Congo . Yo aún diría más... el «explosivo» Citroën 5CV en el que Hernández y Fernández comienzan su andadura hacia El país del oro negro y, desde luego, el habitual 2CV compañero de los dos «extraviados» detectives en tantas y tantas aventuras, frenazo incluido frente al castillo de Moulinsart... con los bombines marcándose en su capota de lona. Y si de persecuciones hablamos, pocas como la «perpetrada» por el prototípico (guantes de nudillos calados y corbata de lazo) signore Benedetto Giovanni Giuseppe Archangelo Alfredo Cartoffoli al volante (palas de aluminio y aro de madera) del Lancia Aurelia B20 en El asunto... con Tintín, Milú y un, como siempre, irascible Haddock en el papel de ocasionales copilotos. Decenas, cientos de coches se integran al mundo creado por Hergé en cada aventura del pequeño periodista, convertidas desde hace «siglos» en icono editorial. No en vano su creador fue un afamado coleccionista de Ferrari de los que, por cierto, no sale ninguno en sus historietas. Vector de movimiento y elemento -se diría imprescindible- de un decorado cuando se trata de crear ambientes y definir situaciones, el automóvil constituye a la vez un juego y una herramienta -se diría insustituible- al servicio de los creadores de historietas. Aunque, eso también, con el trabajo que exige la perfección de las «realidades» (la escuela de la Línea Clara es un vivo ejemplo). Y es que, otorgarle realismo, estética y credibilidad al objeto (automóvil o cualesquiera otro) no está al alcance de cualquiera. Un detalle no se inventa y son muchos, en el mundillo de la historieta, los que juzgan al autor por su forma de tratar los detalles. En contrapartida, a cambio de las posibles exigencias de los dibujantes a los constructores de automóviles, estos reciben, y los dibujantes devuelven al mundo automovilístico lo que, quizá un día, le pidieron prestado. Incluso a veces las marcas utilizan a los héroes de las historietas en sus campañas de comunicación. Citroën subió a Tintín ( El loto azul , edición especial Casterman 2.500 ejemplares 1992 Rally Paris-Moscú-Pekín) en un autocadena Kresser de los que se utilizaron para el Crucero Amarillo de los años treinta y también en un LN, personalizado de en el Congo , cuando la marca lanzó el pequeño utilitario. Fiat editó en 1977 un folleto homenajeando al 509 de Gaston Lagaffe... la lista sería interminable. Dejarnos soñar es también la vocación primera de los autos de tebeo. ¿Hay algo más real que la viñeta?

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