Diario de León

«Manolo» y «Maripili» ponen en peligro la paz laboral

Un estudio de la Universidad Pompeu Fabra desvela los miedos de los jefes. Un jefe inadecuado condiciona todas las relaciones en el centro de trabajo

Publicado por
FRANCISCO ESPIÑEIRA | texto
León

Creado:

Actualizado:

«En su oficina hay un factor con el que no cuenta. Se llama miedo, y de su gestión depende en buena parte el ecosistema laboral en el que se mueve». Lo dice la profesora de Comunicación Estratégica de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Carmen García Ribas, en un intento de definir a un tipo de directivo cada vez más habitual en las empresas. Un análisis de los problemas y estudios sobre bajas laborales y las relaciones interpersonales en empresas encendió la luz de alarma y desveló dos nuevos condicionantes en el ámbito profesional: «Los llamé Manolo y Maripili para ridiculizar sus miedos y porque el primer estereotipo con el que se planteó el tema era un alumno llamado Manuel», explica la profesora catalana. Temor al fracaso A pesar de las simpatías que pueden suscitar los nombres otorgados a los modelos, Manolo y Maripili, los síndromes detectados por los expertos de la Pompeu Fabra -sean los de los jefes o los de las jefas- tiene peligros. A decir de la profesora García Ribas, consentir los comportamientos de Manolo y Maripili puede derivar en que una u otro adopte «actitudes inconscientes de sabotaje en las organizaciones, incluso provocando pérdidas económicas importantes». Por todo ello, un seminario organizado por esta profesora pretende diferenciar entre los distintos tipos de miedos que registran unos y otras para, así, analizar las clases de liderazgo existentes y prevenir las consecuencias de sus actuaciones en el seno de las organizaciones laborales. Los temores de los jefes o de las jefas pueden separarse en cuatro estadios diferentes y, según sus reacciones, resulta que en ese aspecto hay cuatro estadios: agresividad, timidez, indecisión y sumisión. Hay jefes asertivos, que son los que acostumbran a favorecer entornos emocionalmente equilibrados, pero abundan tanto o más los que habitan en las antípodas: los llamados antilíderes, que ni siquiera reconocen el miedo y, en cambio, se sienten amenazados por el talento y la creatividad de sus subordinados. Este tipo de jefes son sumisos con el poder (es decir, con sus superiores y con el empresario) y, por contra, son implacables con sus iguales e infreriores. Además, los antilíderes cometen el error de creer que sus percepciones son las únicas que responden a la realidad. Cuestión de sensatez En un término intermedio entre los descritos cabe colocar a los líderes carismáticos y temerarios. Los primeros desconocen la sensación de miedo y, por tanto, no han aprendido a gestionarlo. En su entorno la confianza campa a sus anchas porque sus subordinados consideran que están en buenas manos; sin embargo, esos líderes van a la deriva porque se sienten en posesión de la razón o de la verdad, lo que les convierte en personajes peligrosos a medio o largo plazo. Pero peores pueden ser las consecuencias negativas que pueden reportar los líderes temerarios, que son aquellos que ya han probado el placer del miedo y les ha gustado, por lo que siempre están dispuestos a asumir grandes retos, incluso superiores a los racionales. La falta de control les lleva a embarcarse en aventuras arriesgadas.

tracking