Diario de León

Falta de brazos y de capitales para sacar adelante a la provincia

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|||| «Fundada la ciudad de León hácia el año setenta después de J.C. por los legionarios de la VII gémina, conservó en su forma nativa el nombre que a sus fundadores plugo imponerle, que fue el propio de la Legión, hasta que por efecto de las vicisitudes que desde el siglo XII hubo de sufrir el lenguaje patrio, del ablativo latino legione, se formaron sucesivamente las palabras romanceadas, legión, leion y leon; y aún le trasmitió con estas mismas variaciones al reino cristiano más importante de la Edad-média, como consecuencia de haber sido nuestra Ciudad desde García I hasta Fernando III el Santo, glorioso conquistador de Córdoba y Sevilla, la metrópoli de tan vasto estado, y como tal, su único centro militar y político. Un leon rojo, coronado y rapante sobre campo de plata, constituye el escudo provincial y, excepcion hecha de la corona, el privativo de su primer municipio; no faltando quien remonte su origen hasta los tiempos del heroico defensor de Covadonga: com mas verosímil admitimos la opinión de Moreno de Vargas, que le atribuye al rey Alfonso VI, llamado el de Toledo; pero sea de ello lo que quiera, y aun prescindiendo de los leones que se ostentan, entre otros, en los escudos de Zaragoza y Pamplona, nunca podrá dudarse que este blason, juntamente con el castellano, se impuso con razon al de la madre Pátria, como en testimonio de las pasadas grandezas, y para evidenciar el valor, la generosidad y la nobleza de los leoneses». Con estas frases, reproducidas tal y como se publicaron hace ahora 125 años, comienza Policarpo Mingote a desgranar los pormenores de la provincia. Algunas de sus teorías y planteamientos son citadas aún en estos días por los investigadores e historiadores, y la reproducción en facsímil de su obra es una de las piezas más apreciadas por los coleccionistas de lo que a temas leoneses se refiere. Tras la introducción sobre el origen del nombre de León y su escudo, Mingote hace repaso a las peculiaridades geográficas de la provincia, sus montañas, los ríos, puertos y valles,... Descripción en la que no desdeña incluir anotaciones y observaciones personales, como la que realiza al describir el trazado de los ríos: «Algunos de ellos originan saltos y cascadas de bastante desnivel, hasta el punto de ser fácil establecer alguna maquinaria en ellos, lamentándonos de que así no suceda; pues toda esta fuerza motriz prodigada por la misma naturaleza, apenas sí se utiliza para contadas herrerías y pequeños molinos harineros, cuyos cauces son de poca extensión y de equívoca solidez». También destaca la riqueza «no pequeña» de aguas mineromedicinales, «cuyas fuentes, causa pena decirlo, yacen en el más deplorable abandono, sin que a excepción de las menos se haya intentado un análisis concienzudo». A la hora de hablar del clima, el autor diferencia los de las distintas comarcas. De la capital explica: «Situada cerca de la confluencia de los ríos Bernesga y Torío, cercada de numerosas y exuberantes arboledas, prados naturales y acequias, mal encauzadas las aguas, sin expedición fácil y estancadas no pocas veces, se halla envuelta por regla general en una atmósfera húmeda y algún tanto fría, predominando en ella, según las observaciones del anemómetro, durante la mayor parte del año, los vientos del Norte y Noroeste. Los datos suministrados por los señores encargados del Observatorio del Instituto arrojan el resultado siguiente, calculado en un quinquenio: temperatura máxima del año +35º; temperatura mínima -8,1º; temperatura media, +11,3º; cantidad total de lluvia, 535 mm.; número de días despejados, 80; días nublados, 161; y cubiertos 124». La agricultura Respecto a la forma de vida, asegura que la agricultura es la fuente única de riqueza, «y no ciertamente porque le falten otros elementos de vida, sino porque León no ha comenzado a participar todavía en regular escala de los beneficios de la industria moderna... La falta de brazos y de capitales de una parte, y la sobra de rutina de otra, hacen que ni siquiera la agricultura haya alcanzado todavía el desarrollo de que es susceptible...» Añade: «Bien puede decirse que la industria leonesa ha sido hasta nuestros días muy limitada, pues las especiales condiciones de la localidad, los pocos y mal estudiados medios de comunicación, la escasez de capitales y la usura, jamás han consentido ni consienten otra cosa». Minería La minería del carbón, que empezaba entonces a dar sus primeros pasos, no pasó tampoco desapercibida como opción de desarrollo a este observador de la realidad leonesa: «Nadie, al recordar las descripciones entusiastas que la historia romana conserva del Mons Medullius; nadie, al poner su planta bajo aquellas rojizas bóvedas que trabajara el pueblo latino en busca del precioso metal; nadie, que recordase el antiguo lavado de las auríferas arenas del Sil, podría imaginarse el deplorable abandono en que la industria minera se encuentra, rompiendo con sus tradiciones, y como despreciando el lucro con que la convida la constitución geológica del terreno sobre el que se asienta nuestra provincia. Esta apatía es tanto más injusta cuanto que contiene el reino mineral abundancia grande de materias útiles llamadas a constituir una de las fuentes primordiales de nuestra riqueza, tales como los mármoles, jaspes, conglomerados, granito, pórfido, areniscas, pizarra y calizas, en la clase de coras; arcillas refractarias y kaolín, en las tierras, carbones de piedra entre los cuales se hallan el seco, el antracitoso y la hulla; el hierro en depósitos de inyección, acompañado de arsénico, plomo, cobre y manganeso, o en sedimentos de arenisca y caliza; el plomo con piritas, sulfuros de cinz, antimonio y algunas veces con plata; el cobre al estado de sulfuros y carbonato, diseminado en rocas calcáreas; el antimonio en depósitos de inyección;... A pesar de todo, ocupa esta industria un lugar muy modesto relativamente al que debiera, dados sus potentes criaderos de hulla y de hierro; siendo causa de tan pobre estado lo azaroso de las pasadas épocas, la escasez de capitales en el territorio, la falta de condiciones favorables para el transporte fácil y barato, que ponga en comunicación la parte montañosa con las vías férreas,...» Con todo, en el apartado en que aún sigue siendo citado este autor con más frecuencia es en el que se refiere al resumen monumental de la provincia. Antes hace un resumen histórico, desde la Edad Antigua a la Moderna, y repasa los personajes que considera más destacados en esta andadura: primero San Marcelo, luego Guzmán el Bueno, Suero de Quiñones, Juan de Arfe, fray Pedro Ponce, Bernardino de Rebolledo, Juan de Ferreras, José Francisco de Isla o Francisco Antonio de Lorenzana. En el apartado arqueológico, aún se pueden ver reproducidos los dibujos en los que establecía la composición del campamento de la Legio VII; junto con los de las murallas de Alfonso V y Alfonso XI. Iglesias, castillos, casonas y documentos desgranan sus características en una de las obras que más vigencia ha tenido a lo largo de décadas.

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