Diario de León

León

Creado:

Actualizado:

La Real Academia Española, que es Dios en esto del lenguaje, recoge hasta veinte acepciones de la palabra casco. Desde uña del pie en las bestias a cobertura de metal o de otra materia, que se usa para proteger la cabeza de heridas, contusiones... etcétera. Y es esta segunda la que realmente trae de cabeza -valga la redundancia- a políticos, presidentes y reyes. Les pirrian (la palabra ya está en el Diccionario de la susodicha RAE) los cascos. El símbolo por excelencia del currante parece transportarles a otro mundo, quizá el del resto de los mortales. Es colocarse uno y les cambia la cara por completo. No son demasiado exquisitos y se apañan con cualquiera, desde el clásico de de minero, con linterna incluida, hasta el de ciclista, pasando por el de obrero de la construcción, al de bombero... Algunos, incluso, mejoran con la cabeza protegida; caso de Bush, (que en la foto parece «el hombre-bala»), a quien sus asesores deberían recomendar que lleve siempre el melón «a salvo» . El canciller Schröder, que esta semana tuvo ocasión de probar la gastronomía leonesa en su visita al Hostal de San Marcos para la cumbre hispano-alemana, el casco parece devolverle a sus humildes orígenes; él mismo ejerció de peón de la construcción para sufragarse los estudios. Sin duda, la imagen más sorprendente es la de la Reina Sofía portando un casco de minero con la misma dignidad con la que llevaría una corona. ¿Y las aficiones «ocultas» de Piqué? (el casco de hábil remero de aguas bravas le da aspecto de alien). Caso aparte es el príncipe de Bélgica, que más parece del gremio torero (de los bomberos-toreros) que del noble cuerpo dedicado a extinguir incendios. El resto, sin palabras...

tracking