Para probar el carácter de un hombre, dadle poder
El viernes se abre un nuevo capítulo del culebrón que vive la ciudad desde aquel día -veinte años atrás- en que el Ayuntamiento se convirtió en una WWF con Paul Hogan incluido
|||| Dejamos la semana pasada con el rondó del concejal «lagarto lagarto». Lo malo de las serpientes es que saltan de madriguera en madriguera y no les importa si los «huevos» que están a punto de deglutir son de comadreja o de gallina. Su único afán es zampar y, como hacían los ingleses, quemar las cosechas para impedir que el enemigo sea capaz de recomponerse. A esta técnica se la denomina política de tierra quemada -Stalin fue un buen ejemplo-. Lo que deberían pensar los políticos es si conviene aguantar el fuego para utilizar luego las brasas. Y volvemos al «pásalo» para poner al otro en evidencia. El primero de los mensajes llegó el jueves y pide a todos los demócratas que acudan a reventar el pleno del día tres. Estamos a punto de rememorar el espectáculo que puso el broche de oro al pacto cívico. Es muy curioso. Algunos de los que protagonizaron entonces las algaradas siguen en primera línea política. Y es que veinte años no es nada y en la política, como en el tango, quien manda manda. El frío de estos días ha convertido más de un seso en estalactita y las ideas, en sedimentos pétreos. Transfuguismo es transfuguismo, lo diga Agamenón o su porquero. Hay personas que tienen espíritu de desertor y siguen siendo buscavidas estén o no bajo las siglas de un partido. La crisis tiene toda la pinta de repetirse ad nauseam porque el poder es una enfermedad que tiene difícil cura. Ya saben lo que dicen: «para probar el carácter de un hombre, dadle poder». Escucho a Javier Chamorro por la radio. Siempre me ha caído bien este chico. No tiene la retórica empalagosa de Rubinat ni el ojo tintineante y plomizo de Otero. Entre las cosas que dice, dice algo que me parece de sentido común: «Lo único que le falta es decir que ha registrado León y que nos echa a todos de aquí». Es fundamental que los políticos no pierdan el sentido del humor cuando están a punto de perder la poltrona. Me dicen que la visita de Fernando Arrabal a León fue todo un éxito. Después de una procesión que le llevó de París a Madrid, de Madrid a León, de León a Madrid y vuelta a León, el escritor logró llegar al auditorio Ángel Barja. Lamentable. Es absolutamente indecente que a causa de la niebla el fundador del teatro Pánico tenga que dar más vueltas que una peonza. El avión no pudo aterrizar, como de costumbre, con lo que el autor de La hija de King Kong se lo pensará dos veces antes de volver a León. Aena debe comprometerse cuanto antes a poner en marcha el sistema necesario para que los aviones no aterricen un día en los pináculos de la Catedral. De lo contrario, lo mejor es cerrar el aeropuerto. César Andrino -el Larry King de las autonómicas- recomienda a los cuatro espectadores de su programa - No son horas o algo así- que no lean Diario de León, que es un periódico leonesista. ¡Bueno con el Séneca contemporáneo! Que capacidad de análisis. Creo que ha confundido leonesista con leonés. Look up in the dictionary. He dejado estas últimas líneas para comentar la jugada del gran simio de Venezuela. Lo que más pena me ha dado de su visita a España -además de esa señora del sombrero rojo y atuendo de girl scout un tanto cursi al grito de grasias por haber nasido - ha sido su visita a la Complutense cual Millán Astray. Su azucarada manera de simular su verdadero carácter de tirano me da náuseas. Eché de menos la presencia de Unamuno. Alguien debió recordarle que estaba en el templo de la sabiduría, no en el zoo.