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EL PERSONAJE DE LA SEMANA

De como Ibiza influyó en el gurú de la moda de los años cincuenta

Publicado por
León

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|||| La vocación de Christian Dior (1905-1957) surgió en Ibiza. La especialista francesa en moda Marie France Pochna lo cuenta en la biografía que acaba de publicar la editorial Flammarion cuando se conmemora el centenario del nacimiento del inventor del new-look . Enfermo, arruinado y sin trabajo, en 1934 se refugió en la isla mediterránea y se apasionó por la tapicería local. «Este retiro lejos de París me hizo descubrir el deseo profundo y nuevo de crear algo por mí mismo», confesó en una ocasión. El diseñador que cambió el modo de vestir de la mujer tras la Segunda Guerra Mundial nació el 21 de enero de 1905 en la localidad normanda de Granville. En la casa natal, hoy museo, será inaugurada en mayo una exposición antológica con las obras maestras de las 22 colecciones creadas entre 1947 y 1957, su década prodigiosa. Su padre era un magnate de la industria química que hizo fortuna con fábricas de abonos. «Apesta a Dior», se quejaba el vecindario embriagado por los pestilentes olores de los fertilizantes. El creador se desquitó luego del hediondo precedente con la elaboración de perfumes mundialmente apreciados. Su vida de señorito bohemio y adinerado acabó bruscamente en 1931 con la muerte de su madre, castradora de sus ansias artísticas, y la bancarrota de su padre por la crisis del 29. Tras la revelación ibicenca, en 1938 entró como modelista de Jean Piguet antes de pasar en 1941 a Lucien Lelong, donde coincidió con Balmain. Ya independizado, el 12 de febrero de 1947 triunfó con su primera colección, la línea Corola , rehabilitación optimista y placentera de la feminidad. Al contemplarla, la periodista estadounidense Carmel Snow exclamó: «Qué revolución, querido, sus vestidos han inaugurado un new look». La etiqueta quedó consagrada para inmortalizar aquella moda que resucitaba en la posguerra el arte de gustar. Dior, que siempre escondió su homosexualidad, murió a los 52 años de una crisis cardiaca en plena gloria con Marlène Dietrich, Rita Hayworth, Juliette Gréco, aristócratas y millonarias entre sus clientes. A los funerales acudieron Balmain, Givenchy, Cardin, Balenciaga e Yves Saint Laurent, su sucesor en la casa de alta costura. Faltó Chanel, su eterna rival, que solía comentar de aquel competidor insolente: «No viste a las mujeres, las tapiza». Tal vez vislumbró intuitiva la influencia secreta de los tapices artesanos de Ibiza.