Arte contemporáneo: entre el miedo y la desconfianza
El director del Musac se propone acercar el arte actual al gran público. «Se teme lo que se desconoce», afirma. Un miembro de la Casa Real inaugurará en abril la muestra «Emergencias», una selección de los fondos permanentes del museo
¿Qué diferencia hay entre un urinario de la marca Roca y uno diseñado por Marcel Duchamp? Para la gran mayoría, ninguna. Seguramente, si alguien tuviera la osadía de colocar la pieza de porcelana del citado artista dadaísta francés en un escaparate de sanitarios, sólo los expertos distinguirían inmediatamente la valiosísima obra de arte. Pese a todo, la Fuente, como bautizó Duchamp a su urinario, está considerada (al menos por los expertos ingleses) como la obra de arte más influyente del siglo XX. De todas formas, Duchamp siempre se tomó el arte con mucha ironía y, llegado el momento, lo abandonó por el ajedrez. Sin restar genialidad a Duchamp, al que hay que reconocerle que abrió importantes caminos en el arte contemporáneo, no es oro todo lo que reluce; incluso, entre los grandes maestros, algunos de los cuales, tal vez por burla o, sencillamente por dinero, «colaron» entre sus obras alguna cuyo único mérito es la firma, aunque casi ningún crítico se atreva nunca a reconocerlo. Si bien es cierto que las vanguardias con frecuencia han chocado en todas las épocas con la incomprensión de la sociedad del momento, la historia demuestra que apenas un pequeñísimo grupo de artistas logró que sus creaciones adquirieran la categoría de obra de arte con mayúsculas. La «radicalización» del arte, el florecimiento de nuevas formas de expresión artística y la aparición en el mercado de cientos de nuevos creadores cada año hacen difícil al gran público distinguir entre el verdadero arte y la «tomadura de pelo». Como ejemplo, los basureros de Frankfurt incineraban hace días por error una obra expuesta en la calle del artista Michael Beutler al confundirla con «despojos». No es un caso aislado. Aunque puede culparse a los limpiadores de falta de sensibilidad artística, también es un «síntoma» del arte actual que debería llevar a la reflexión. ¿Un radiador o una escultura? En la Feria Arco, donde anualmente se dan cita algunos de los autores más innovadores del mundo, siempre hay anécdotas parecidas. Algunos de los visitantes de esta muestra van con tiento para evitar caer en el ridículo de admirar un extintor, un maniquí, un radiador o unas cajas de embalaje. Sólo si llevan firma sabrán que están ante una auténtica obra de arte y podrán respirar aliviados. No hay que olvidar que el Guggenheim ya sufrió el escarnio de unos desconocidos que colgaron un cuadro que fue contemplado durante horas sin que nadie detectara su procedencia «bastarda». Pretendían dejar en evidencia a los expertos y poner en entredicho el arte actual, y lo consiguieron. ¿Quién determina que un montón de basura (con permiso de Beutler) es arte? Hasta hace no mucho era la cultura la que otorgaba valor a la obra de un artista. La belleza estaba en la esencia del arte. Pero los conceptos han cambiado. En otros ámbitos como la televisión o la literatura se ha acuñado el término «basura» para distinguir aquellos programas y libros que no obedecen a unas pautas de calidad. En el arte parece más difícil. Albert Boadella, enfant terrible del teatro y conciencia crítica de la cultura de este país en las últimas cuatro décadas, lo tiene claro. El dramaturgo catalán afirmó hace tiempo que «con la llegada del siglo XX, las artes plásticas se hicieron el harakiri. La escultura y la pintura han muerto. El arte contemporáneo no se puede comparar con nada. Tradicionalmente, en pintura se tienen referencias. Pero cuando aparecen las telas en blanco y los hierros torcidos se rompe el esquema. La pintura y la escultura actual sólo son buenas para blanquear dinero negro. El 99,9% de la gente piensa lo mismo; aunque luego, por complejo, no lo diga». Un testimonio, sin duda, demoledor. En León el caso adquiere especial relevancia ante la expectación que está creando el Museo de Arte Contemporáneo (Musac), cuya exposición inaugural está prevista para el mes de abril, con la asistencia de algún miembro de la Casa Real. El director del Musac y los responsables de la consejería de Cultura de la Junta han venido destacando en los últimos meses que apuestan abiertamente por los jóvenes creadores y el arte más innovador. La colección permanente del Musac estará integrada por obras de artistas no consagrados. De momento, hay ya más de 900 obras pertenecientes a 153 artistas nacionales e internacionales. ¿Qué vamos a encontrar en el Musac? En los últimos meses, el responsable del nuevo museo ubicado en Eras de Renueva, Rafael Doctor Roncero, ha aquirido cientos de obras, la mayoría de perfectos desconocidos. No es un descrédito, sino, por el contrario, la gran apuesta arriesgada del Musac. Los centros de arte contemporáneo han surgido como «champiñones» en decenas de provincias españolas y ferias como Arco concitan también a los creadores más innovadores. La competencia puede ser atroz -incluso, con el resto de las provincias de la comunidad autónoma-. Pero Doctor Roncero parece tranquilo. Y aclara que su intención no es hacer un museo para expertos, sino para el gran público y, en especial, el de León. En abril el Musac ofrecerá una selección de sus fondos, bajo el título Emergencias . Decenas de obras de creadores absolutamente revolucionarios y, sobre todo, nada conocidos. ¿Es un arte para todos los públicos o sólo para expertos? El director del Musac afirma que «se teme lo que se desconoce». Su objetivo es conseguir que «la gente pierda el miedo». En cualquier caso, reconoce que habrá exposiciones más «sencillas» y otras más «complejas». Además, los visitantes tendrán la opción de acercarse a las obras del Musac acompañados por un guía, «para que puedan entender lo que hay detrás de cada obra», al tiempo que ofrecerán folletos explicativos y catálogos de todas las exposiciones. Doctor Roncero es consciente de los recelos que suscita el Musac, pero parece empecinado en abrir las mentes del público a un arte que no viene precedido por el reconocimiento de sus autores. Por otro lado, es comprensible que los ciudadanos sientan cierta «prevención» hacia unos artistas en muchos casos noveles. ¿Quién conoce a Andreas Gursky, Allan Sekula, Superflex? Pues estos tres, entre otros, serán los primeros en «estrenar» el gran edificio de Eras de Renueva, en el que se han invertido más de 33 millones de euros. Cuando alguien va a ver una exposición de Tàpies sabe que está ante un gran maestro y, aunque no comprenda el sentido de sus obras, al menos tiene la seguridad de que son fruto de la creación de un genio. En el arte que exhibirá el Musac, el espectador no tiene la perspectiva que respalda a las obras ya «clásicas». Doctor Roncero asegura que muchas de las exposiciones que ofrecerá el nuevo museo «son más fáciles de comprender que la profunda complejidad que encierra toda la creación de Tàpies». No ignora que hay un sector al que el arte contemporáneo le produce, sencillamente, rechazo. El problema es la tendencia que tiene el arte actual a equipararse con la industria del espectáculo: las obras se valoran según el número de visitantes o la «puntuación» que les otorguen los críticos. Tanto el Guggenheim como el Patio Herreriano, por citar dos museos contemporáneos, no han logrado las cifras de visitantes que esperaban. ¿Puede ocurrirle lo mismo al Musac? A Rafael Doctor no le asusta el desafío. La prueba de fuego De momento, parece haber superado la primera prueba: más de quince mil personas recorrieron el edificio diseñado por los arquitectos madrileños Luis Mansilla y Emilio Tuñón durante los días de diciembre y enero en que se abrió al público. Pero lo difícil está por llegar. Las cifras no dejan de ser muy importantes; y no sólo desde el punto de vista meramente númerico, sino, y lo que es más importante, económico. Los políticos locales y regionales «vendieron» en su día el tándem Auditorio-Musac como la «gran manzana» cultural, que permitiría paliar en la ciudad los efectos de la desmantelación de otros sectores y empresas. Apostaban por un «eje cultural», ubicado en pleno corazón del polígono de Eras de Renueva, capaz de captar un turismo culto y con alto poder adquisitivo. De momento, el Auditorio ha tenido que bandear el déficit de los primeros ejercicios, pese a que los expertos coincidan en señalar que ninguna otra capital de provincias, a excepción de Madrid y Barcelona, oferta una programación musical tan completa. Cifras aparte, el objetivo del Musac -reconocido por Doctor Roncero- es conseguir, al igual que el Auditorio, un público «leal» que visite puntualmente las exposiciones. De momento, para este año hay programadas cuatro: Emergencias, Dora García, Shirin Neshat y Sujeto. Teniendo en cuenta la antelación con la que se trabaja en los circuitos del arte, el Musac tiene previstas, asimismo, las exposiciones del primer trimestre del 2006. León está expectante...