MERCADO INMOBILIARIO
«Es muy difícil vender obras que hacen sentir la realidad»
|||| Cada día se mueren tres ancianos en Madrid en absoluta soledad. La noticia es dura, pero efímera como todo lo que se consume a través de los medios. Nicanor Cardeñosa (La Robla, 1961) hurgó, más allá del teletipo, en una de estas casas repentinamente vacías y construyó en Mercado Inmobiliaro la vida de dos mujeres, Ana y Nuria, que se enfrentan a la «única certeza real de que ninguna de ellas estaba con su madre en el momento de su muerte». Frente al efecto anestésico que ejerce la rutina de la noticia sobre los sentidos de la gente, la obra pretende despertarlos a través de «un teatro de emociones que nos haga sentir la realidad en que estamos», en la idea de que los cambios radicales que se han producido en la sociedad no han logrado ser asimilados por completo». Las protagonistas los ponen sobre el escenario con sus monólogos, homosexualidad, incomunicación, soledad, prostitución en las altas esferas, cambios ante el hecho religioso... Una y otra simbolizan de una manera muy particular «las dos Españas», aunque la obra desmonta el «falso maniqueismo de que las cosas son buenas o malas, claras u oscuras, de derechas o de izquierdas; en definitiva, una ideología no determina las actitudes ante la vida». La obra se sustenta sobre los elementos esenciales del teatro, el texto y las actrices, y se despliega sobre un espacio «absolutamente conceptual» para evitar intermediarios con el público. «Tiene un final sorpresa -explica- lo fue incluso para mí y es el único momento con una cierta modernidad, aunque para mí es muy moderno concentrar y buscar la esencia». En Mercado Inmobiliario las actrices «no están arropadas por nada, son dos actrices a pelo, interactúan directamente con el público». La apuesta por una escenografía conceptual se debe a ese intento de prescindir de intermediarios. En definitiva, reconoce, se trata de «una apuesta arriesgada por un teatro que se hace muy poco en España, a pesar de ser el país de Lorca y de Valle; aquí se repone a los clásicos, se traducen producciones americanas o se hace comedia sexual disparatada, pero no se está haciendo un teatro comprometido con la realidad que vivimos». El autor leonés sabía que «es un problema» arriesgarse por estos vericuetos del teatro y la realidad se lo ha confirmado: «Las obras se venden esencialmente porque lleven a un famoso que salga en la televisión o porque traten temas frívolos; es muy difícil vender obras que hacen pensar o que, más que pensar, hacen sentir la realidad en la que nos movemos».