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¿Qué dicen de nosotros las enciclopedias?

Larousse Universal, Encyclopaedia Britannica, Diccionario Enciclopédico Vox, Espasa, Salvat... mientras algunas obras demuestran tener gran claridad de ideas, otras se debaten en una ambigüedad muy poco científica. Es síntoma de uno de los prob

JESÚS

Publicado por
EMILIO GANCEDO / M. ÁNGEL GONZÁLEZ | texto
León

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Las enciclopedias y los diccionarios enciclopédicos son obras de referencia universal, tanto en sus versiones digital como impresa. A ellas acuden desde escolares a profesionales de toda índole en busca de respuestas, y sus tomos amueblan muchos metros cuadrados de bibliotecas, centros de investigación, institutos y universidades, eso sin contar con la infinidad de hogares en los que están presentes. Las vemos como garantía de exactitud y seriedad, pero ¿es siempre así? Hagamos un repaso por lo que nos atañe más de cerca, por cómo definen y explican algunas de estas obras una aparentemente sencilla denominación geográfica: «León». Gran Enciclopedia Larousse (Sexta Edición. Mayo de 1996) León: «Región histórica del Noroeste de España que comprende las provincias de León, Salamanca y Zamora, y que forma parte de la comunidad autónoma de Castilla y León». Pero continúa de esta manera: «La entidad territorial que en el Antiguo Régimen recibía el nombre tradicional de 'Reino de León' resulta difícil de delimitar, debido a que su diferenciación con Castilla, a la que ha permanecido secularmente unida, es poco acusada». ¿«Secularmente unida»? ¿«Difícil de delimitar»? Lo que no dice esta enciclopedia es que los límites del Reino no cambiaron sustancialmente durante el Antiguo Régimen: con anterioridad al siglo XVII se considera que la Tierra de León (identificada con el Reino de León y que es distrito del Real Adelantamiento de León), llega hasta el río Duero, y a partir de éste, hacia el Sur, se halla la Extremadura Leonesa (la actual Extremadura era denominada Transierra). Entre los siglos XVII y XIX sus límites eran: por el Norte la cordillera cantábrica, por el Oeste el río Burbia, por el Este el Pisuerga, y por el Sur la Peña de Francia. En 1822 y 1833 se producen importantes cambios en la división regional española, con la creación de provincias y regiones , y todas las fronteras se reajustan a las nuevas divisiones: por tanto, aunque haya existido una evolución de los límites de la región leonesa (como ha sucedido en todas las regiones), ésta siempre se mantuvo diferenciada de Castilla, tanto nominal como territorialmente. The Encyclopaedia Britannica La edición número 15 de este prestigioso compendio del saber humano dice de León que fue «un reino medieval español. El León propiamente dicho incluía las ciudades de León, Zamora y Salamanca. Las áreas adyacentes de Valladolid y Palencia eran disputadas con Castilla, que era originalmente su frontera oriental (...). Las modernas provincias de León, Zamora y Salamanca fueron incorporadas después de 1979 a la comunidad autónoma de Castilla y León». Diccionario Enciclopédico Vox Primera edición (1985). León: «Región española integrada por las provincias de León, Zamora y Salamanca y delimitada por Asturias, Galicia, Portugal, Extremadura y Castilla la Vieja». Gran Enciclopedia Espasa «En su última versión, la del año 2002, consta, bajo el epígrafe de León: Región histórica de España, constituida por las provincias de León, Salamanca y Zamora. Con la nueva división autonómica de España, efectuada a finales de la década 1970-1980, éstas pasaron a integrar, junto con las provincias de Castilla la Vieja exceptuadas Cantabria y La Rioja, la comunidad autónoma de Castilla y León». Salvat Universal De acuerdo con su edición del 2003, esta enciclopedia entiende que León es una «región histórica de España, constituida por las provincias de León, Zamora y Salamanca, situada en el ángulo Noroeste de la meseta, que presenta una personalidad geográfica muy afín con las vecinas provincias castellanas (...) hasta tal punto que, tras la muerte de Franco, la restauración de las libertades democráticas y la puesta en pie del Estado de las autonomías, constituyó con ellas la comunidad autónoma de Castilla y León, cuyo estatuto de autonomía entró en vigor el 2 de mayo de 1983». Hay algo que llama la atención en todas estas definiciones, algo que salta a la vista. Todas ellas hablan de la leonesa como una región histórica, y, sin embargo, nada, ninguna figura institucional o política (y prácticamente ninguna cultural) recuerda actualmente un hecho que, como vemos, los expertos constatan en las enciclopedias. Y así, cualquier observador de la actualidad, cualquier persona que atienda a los medios de comuniciación, cualquier ciudadano puede comprobar diariamente el discurso «unitario» que practica el gobierno autonómico de Castilla y León, para quienes la reunión de estas nueve provincias es «una única región», y así lo hacen ver en todas sus actuaciones y comunicaciones. Al hilo de este discurso, los medios de comunicación nacionales, los libros de texto, las guías de viaje y el simple imaginario colectivo de todos los españoles se ha venido haciendo eco de esta división administrativa y su «vocación unitaria»; oyéndose así hablar de «castellano-leonés» para referirse a personas o lugares y pronunciando o escribiendo incluso el nombre de una comunidad autónoma inexistente, «Castilla-León». Quizá sea por eso que las versiones más modernas de algunas enciclopedias rehúsen hablar ya de «región» cuando abordan el tema de León y se refieran únicamente a la ciudad y a la provincia. Esta tendencia también puede comprobarse en Internet y en otros muchos textos actuales de diversa índole. En Internet Herramienta eminentemente rápida, útil y polivalente, la red de redes está sustituyendo a marchas forzadas a los pesados tomos enciclopédicos tanto en hogares como en lugares de trabajo y centros docentes. Una de las más conocidas, la Wikipedia , dice escuetamente: «León es una ciudad española, capital de la Provincia de León. Perteneciente a la Comunidad Autónoma de Castilla y León y capital histórica del antiguo Reino de León». Por su parte, la Enciclopedia libre explica: «Provincia española situada al noroeste de la Península Ibérica. Limita con Asturias y Cantabria por el Norte, con Galicia por el Oeste, con Zamora y Valladolid por el Sur y con Palencia por el Este. Tiene una extension de 15.581 km2. Posee una población de unos 500.000 habitantes. Situada a caballo entre las montañas del Norte español y la meseta, presenta una gran riqueza ecológica con diversos parques naturales en su territorio (Parque nacional de los Picos de Europa, las Médulas). En esta provincia se encuentra la cueva con mayor recorrido visitable de España y segunda de Europa, la Cueva de Valporquero. Lugar de paso entre importantes regiones de la Península Ibérica, por la provincia leonesa discurren dos grandes rutas: de Norte a Sur la Ruta de la Plata, y de Este a Oeste el Camino de Santiago». La Rae Otro referente ineludible a la hora de delimitar términos y encontrar definiciones precisas es el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. En su versión digital (www.rae.es), leonés significa: «1: Natural de León. 2: Perteneciente o relativo a esta ciudad de España o a su provincia. 3: Perteneciente o relativo al antiguo reino de León. 4: Natural de alguna de las ciudades, distritos, provincias, etc., que en América tienen el nombre de León. 5: Asturleonés (dialecto romance)». La historia y el arte Si en lo que se refiere a los aspectos geográficos se observa la tendencia erudita de continuar hablando de la región leonesa establecida como tal en 1833, aunque progresivamente reducida a la actual provincia o minimizando sus diferencias con Castilla, es en los aspectos históricos y culturales donde se aprecian las mayores vacilaciones y aún los más grandes errores. Así, la Gran Enciclopedia Larousse de 1996, en su artículo relativo a Castilla se expone la titulación del emperador Alfonso VII como «Rey de Galicia», «Rey de Castilla y León» y «Emperador de las Españas». Esto es falso. Alfonso VII no fue «rey de Castilla y León» ya que, por un lado, jamás se intituló así en ningún documento (ningún rey lo ha hecho en la Historia de España), y, por otro, esa denominación está volcando la actual realidad político-administrativa sobre la Edad Media, ya que Castilla y León sólo existe como tal desde 1983. En la Chronica Adefonsi Imperatoris (coetánea del monarca), puede comprobarse cómo en ninguna ocasión es llamado de tal manera, mientras que el apelativo «Rey de León» es utilizado en más de cuarenta ocasiones. Otras formas de denominarle es Rey de los Hispanos, Emperador de León y Toledo, y Emperador de León. No hay ni una sola mención de este monarca como Rey de Castilla... A su vez, en la enciclopedia Larousse Universal del 2004, en el artículo León , cuyo autor es Francisco Luis Cardona, además de hacer constar que «la antigua región de León, cuya ordenación data de 1833, mantuvo la identidad regional hasta 1978 y comprendía las provincias de León, Zamora y Salamanca», también precisa la siguiente «perla»: «En sentido estricto, la región leonesa como reino independiente gozó de brevísima existencia...» (¿entenderá el autor que 300 años constituye un breve lapso de tiempo?). Otro «mito» histórico que actualmente puede encontrarse en muchos lugares, aunque sea absolutamente erróneo, es el de la «fusión» de los reinos de León y Castilla en 1230. A pesar de la falsedad de este aserto, el gobierno autonómico legitima buena parte de su afán «unitario» en aquella unión, que, como bien sabemos, no sólo unió a los reinos de León y a Castilla, sino a lo que entonces era media España: Galicia, Asturias, Extremadura... bajo un mismo monarca, y además, cada uno de los estados siguió conservando su personalidad administrativa y jurídica; y los sanabreses, bercianos, montañeses, riberanos, etc., siguieron entendiéndose a sí mismos como «habitantes del Reino de León» y haciéndolo constar de esta manera en los documentos, por lo menos, hasta principios del siglo XX y aún después. Continúa Cardona escribiendo que, a partir de la unión de los reinos, «la antigua entidad leonesa perdió buena parte de su personalidad política y dejó en consecuencia de articular sobre ella una sociedad con características propias, que había querido representar la continuidad con respecto al reino visigodo, para fundirse cada vez más con Castilla. La fusión fue tan íntima que no es de extrañar que la decadencia castellana del siglo XVII se extendiera igualmente a León». A estas líneas habría que contestar que, si la unión fue tan íntima como afirma el autor del artículo, ¿Por qué León y Castilla ocupan territorios diferenciados hasta 1983? ¿Y por qué tienen nombres diferentes? Además, la identidad regional de Castilla y León es hoy en día por completo ficticia, o como mucho, novísima: ni siquiera tiene un gentilicio propio, ya que el término castellanoleonés es rechazado tanto por castellanos como por leoneses y parece que la sociedad la circunscribe únicamente a las instituciones autonómicas. El autor también señala, en otro párrafo, que las provincias de la región de León «comprendía las provincias de León, Zamora y Salamanca, mientras que Valladolid y Palencia, genuinamente castellanas sus capitales, fluctuaban en ser consideradas de Castilla la Vieja o de la región leonesa, tan sólo para que hubiera un mayor equilibrio y hasta para que fuera más pedagógico su aprendizaje». En cuanto a la historia contemporánea, Francisco Luis Cardona escribe: «Tras el fallido intento de redacción de su estatuto preautonómico para Castilla y León en 1936, abortado por los acontecimientos sucedidos aquel año, hay que llegar al reinado de Juan Carlos I, cuando a fines de 1975 y comienzos de 1976 se crearon dos entidades de carácter regionalista: la Alianza Regional de Castilla y León y el Instituto Regional Castellano-leonés, a las que siguieron la Comunidad Castellana y los grupos de autonomía para León». Lo que, sin embargo, no dice Cardona es que la Alianza Regional de Castilla y León y el Instituto Regional Castellano-Leonés no tuvieron absolutamente ninguna trascendencia en León, y de León trata el artículo. Sí lo tuvieron, en cambio, en Valladolid, que es desde donde parece que modernamente se está escribiendo la historia leonesa. Resulta lamentable que no mencione los grupos regionalistas leoneses, algunas realmente antiguas como la Sociedad Patriótica de Amigos del País de León, fundada en presencia de Jovellanos en 1789, ni la existencia durante la Guerra Civil del Consejo Interprovincial de Asturias y León, que llegó a emitir moneda propia (los famosos belarminos ) y que planteó la necesidad de un Estatuto de Autonomía, ni de grupos pro autonomía leonesa como Gal o Prepal, ni dice nada, por supuesto, de la manifestación de 1984 en la que 100.000 personas salieron a la calle para protestar por la unión con Castilla. En cuanto a la autonomía En la misma enciclopedia, en la entrada Castilla y León , puede leerse lo siguiente: «Comunidad autónoma de España, situada en la submeseta Norte de la Península Ibérica». Sin embargo, la explicación que da de la misma es reductora a favor de Castilla, ya que habla de la «Castilla meseteña», o de que «Castilla ha sido una de las regiones españolas con mayor peso ganadero». En el capítulo alusivo al turismo de esta autonomía (escrito por Leopoldo Vignoli), después de hablar de los establecimientos turísticos de que dispone, el texto dice: «Ciudades y pueblos castellanos tienen el denominador común de la riqueza histórica y monumental», incluyendo como ciudades «castellanas» a Burgos, Segovia, Ávila, León y Salamanca. De todas maneras, el artículo más desafortunado de todos es el que, siempre siguiendo la enciclopedia Larousse, escribe Miguel Badosa al abordar la historia de la autonomía: este autor habla de «Castilla y León» hasta en la Prehistoria, muchos milenios antes de la aparición de estas dos denominaciones. Cuando enumera los pueblos prerromanos que ocupaban lo que mucho más tarde sería esta comunidad autónoma, ni siquiera menciona a los astures cismontanos, antepasados de los leoneses; habla de la caída de Numancia pero no dice nada de las importantísimas guerras astur-cántabras que finalizaron con la derrota de los astures en Lancia, muy cerca de la capital leonesa, y, ya en el colmo del desatino, escribe: «A finales del siglo I a. C., Augusto incorporó Castilla y León a la provincia tarraconense y, más tarde, al convento judicial cluniacense, con capital en Clunia Sulpicio (en la provincia de Burgos)». Si los catalanes hablaran de que ya existía Cataluña en el siglo I, toda España pondría el grito en el cielo ante tal grave y absurda tergiversación histórica. Sin embargo, nadie hasta ahora se ha escandalizado porque un autor ponga en letras de molde accesibles a todo el mundo lo que acabamos de leer. Por supuesto que no existía León ni Castilla en época prerromana, ni el territorio de la actual comunidad autónoma tenía entidad alguna ni fue incluido en el convento cluniacense. El territorio astur, que ocupaba partes importantes de León, Zamora y Asturias, formó el convento judicial asturicense, con capital en Astorga. En esta ciudad, nudo vital de comunicaciones, residían los mandatarios o delegados imperiales de todo el Noroeste español. Tampoco dice nada el citado autor de los suevos, que ocuparon buena parte de la región leonesa; y del comercio lanero y la repoblación en la Edad Media, no consta ni una sola palabra sobre el Reino de León. Ni una. Las enciclopedias, garantía de veracidad y profesionalidad, no siempre dicen la verdad. Aquí lo hemos visto.