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«Me gustaría que esparcieran mis cenizas en el Curueño»

Publicado por
León

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En El cielo de Madrid ocurren muchas cosas, grandes, pequeñas e insignificantes, y gran parte de ellas ocurren de noche. ¿Por qué de noche?... «¿Por qué de noche? Buena pregunta. Seguramente porque en la noche todo puede ocurrir. Durante el día queda a la vista lo que sucede, pero en la noche surge lo más insospechado. Yo he vivido mucho la noche. Me ha atraído como el imán al hierro. Durante la noche, te lo aseguro, suceden cosas muy raras. Una vez, en un pueblo cercano a Madrid, asistí a un congreso de poetas. Nos metieron en un castillo a más de cien personas. Por la mañana, una poetisa dio una conferencia llena de lirismo. A las cuatro o cinco de la mañana apareció en el bar que había en aquel castillo. Quedábamos en pie cuatro o cinco poetas. De repente, esta poetisa gallega, que, por cierto, estaba bastante entrada en carnes, se subió a una mesa y nos hizo un strep-tease. Yo me quedé atónito. Pero lo que más me asombró fue que llevaba liguero y ropa interior con puntillas, como si lo hubiera planeado». Hasta los dos años, Llamazares vivió en Vegamián. El pueblo desapareció cuando Franco decidió construir un embalse, una presa que diseñó el ingeniero de caminos, puertos y canales, y también escritor, Juan Benet. «Se ha dicho que yo le tenía manía a Benet; es una falacia más de esas que se difunden y que, no se sabe por qué, arraigan y resulta imposible de desmentir». Su familia se trasladó a Olleros de Sabero, donde transcurrió buena parte de su infancia. A los 12 años le mandaron a un colegio interno de la capital de España. «En lo primero que me fijé de Madrid fue en su cielo, luego en los edificios, también en las luces... No es gratuito el título. A los doce años hay imágenes que se quedan grabadas, y ese cielo, al que luego he observado tantas veces, resulta imborrable». En la novela reflexiona sobre la fama y lo que ésta interfiere en las relaciones con los demás. «En el pueblo les sorprendía verme por televisión, pero se fueron acostumbrado; la fama, a veces, más que cambiarte a ti, cambia la manera en cómo te miran los demás». Llamazares ha restaurado en La Mata de la Bérbula (una aldea leonesa de poco más de treinta habitantes) la casa familiar donde veraneó de niño. «Las personas no son de donde nacen, sino de donde pasan sus veranos», asegura. «Tengo un proyecto de libro que se va a titular así: Los veranos ». De la misma forma que no quiere premios, tampoco quiere que le dediquen ninguna calle. «Cuando me muera sí me gustaría una cosa: que esparzan mis cenizas en el río Curueño; allí jugué en mi infancia y luego le dediqué un libro: El río del olvido» .