¡Vivan las transparencias!

Saben coser, aprovechan la herencia del pasado, y la reconvierten cada cual a su manera. Abrió un sobrio David Delfín y cerraron los peleteros José Luis Aznárez y Olga Ríos, un sector que encuentra por primera vez lugar propio en Cibeles. Y es que el textil y la piel cada vez se mezclan más, se dan la mano. El que llegara a la pasarela con el escándalo de las modelos tapadas con una capucha, fue premiado un año después y hoy es un modisto ensamblado al engranaje comercial. Chocaron sus impecables y clásicas rebecas de punto, rojas y verdes, tanto para hombre como para mujer, contrastadas con pantalones de camuflaje, así como sus delicadas camisas florales. También combina en punto grandes rayas rojas y verdes. Para la noche, el raso en rosa palo y negro a base de conjuntos de faldas con vuelo hasta los pies y blusas en el mismo tono. La elegancia de Juanjo Oliva, que juega con lana blanca y negra o de espiga para apuestas cálidas y sencillas, triunfó en Cibeles. Sus abrigos y chaquetones, sueltos, huyen de ceñimientos y las faldas buscan mayor volumen arropadas con una capa interior de tul que sobresale en el bajo. Solo se ajustan al cuerpo los vestidos en blanco y en negro de lana, tan solo adornados con un pequeño cinturón de charol por encima del talle y que evocan la mejor línea de los años 60. La sastrería sigue siendo el punto fuerte del alicantino Antonio Alvarado, que deja las transparencias para otra temporada y se ciñe, como él dice, al frío, «harto de ver prendas tan livianas». El mallorquín José Miró dice mirar al gótico, especialmente en sus vestidos de noche.