La burbuja ya está a punto de estallar

|||| La producción vitivinícola es una de las grandes riquezas de la provincia de León. El auge experimentado durante los últimos años por esta industria es espectacular. El interés de los consumidores por conocer los secretos del vino, la demanda de caldos de calidad superior y una acertada política de actualización y mecanización de las bodegas ha logrado que las cotas de riqueza que el vino produce hayan ascendido de forma firme y continuada. El Bierzo es el mejor termómetro de esta sensacional subida, allí las bodegas tradicionales y las cooperativas han luchado firmemente para subirse al carro del que tiraban con fuerza los bodegueros nuevos, y todos juntos han puesto los vinos bercianos a la misma altura que los de denominaciones de origen con muchos años de buen hacer a sus espaldas. Pero ha llegado el momento de replantearse esta sensacional escalada. Hasta ahora la ocasión la pintaban calva y las tarifas han subido y subido sin ningún rubor, hasta el punto de que un vaso bueno en esta época de esplendores, una lujosa copa de sonoro cristal de algunos caldos bercianos que podríamos denominar punteros, llega a costar en la barra de un bar más de seis euros, o sea por encima de mil de las antiguas pesetas, lo que no deja de ser una locura, aunque haya quien lo pague con tal de epatar al vecino o al amigo, los de tres y cuatro euros son multitud. Pero el último año hubo en España un alto índice de excedentes y las exportaciones se inclinan más por los vinos de mesa de poca calidad que por los de altos precios y cuidada selección. Todo parece indicar que la burbuja del vino está a punto de explotar ya que el consumo interior ha bajado espectacularmente, eso sí, con un vuelco hacia los vinos de calidad. No es posible mantener impunemente la escalada de precios, no es posible que el incremento del número de bodegueros pueda seguir abriéndose indefinidamente. Hay que cuidar lo que tenemos y moderar los precios para que nuestros vinos y, lo que es más importante, nuestras flamantes y modernas bodegas, puedan seguir manteniendo su status. La industria del vino debe promocionar los exquisitos caldos que produce para incentivar el consumo y evitar que el frenazo evite un choque de consecuencias.