Diario de León

¿Es posible viajar en el tiempo?

Cuando se cumplen 110 años de la publicación de la novela «La máquina del tiempo», de H. G. Wells, diferentes científicos sostienen que los viajes en el tiempo son técnicamente posibles

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PEDRO RIELO | texto
León

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¿Es posible viajar en el tiempo? Cuestión apasionante que no ha dejado de azuzar el ingenio de científicos y escritores desde que se albergó esa esperanza, aunque fuera únicamente una remota posibilidad sólo apta para los más crédulos. A los primeros habitantes de la tierra, hace millones de años, no les inquietaba envejecer ni que su fuerza física se fuera diezmando, era algo que simplemente ocurría. Pero no tardarían en aparecer formas de medir las fracciones del día que permitirían organizar la vida. El mérito hay que atribuírselo a los chinos, que usan el reloj solar hace cinco mil años. Luego aparecen los relojes de agua y los de arena, que se emplean, en un primer momento, para medir la duración de las misas. Hacia el año 1300 se empiezan a generalizar los relojes mecánicos que se pueden ver en las catedrales de las grandes ciudades. Con el paso de los años, el reloj desciende a los tribunales de justicia, a las estaciones de tren y finalmente a los bolsillos o muñecas de cualquier persona. Una vez pendientes del paso de los minutos sólo queda poder trasladarse al pasado o conocer como será la sociedad del futuro. Ese paso lo da un escritor británico, Herbert George Wells (1866-1946). Por cuestiones del azar, Wells reconstruye, cuando todavía no pensaba dedicarse a la literatura, un telescopio que le permite descubrir la suave armonía de los astros. Nacido en 1866 en Bromley, Kent, un pequeño pueblo cercano a Londres y que hoy es un barrio londinense, se interesa por tener conocimientos científicos y, especialmente, por las nuevas teorías de Charles Darwin. Los habitantes del futuro Cuando tiene 27 años, Wells escribe un relato de corte fantástico titulado Los eternos argonautas que aparece como serie en la revista Nacional Observer . Cuando cierra la revista, el editor le pide que recupere ese tema que tanto había gustado a los lectores y que escriba una historia sobre un viaje al futuro. Se pone manos a la obra y en un tiempo récord, quince días, termina La máquina del tiempo, que aparece primero por capítulos y luego como libro. Tiene un gran éxito y en los próximos años continuará creando obras muy populares, de forma muy significativa, La isla del doctor Moreau , El hombre invisible y La guerra de los mundos , a partir de la cual, el genial Orson Wells, con un programa de radio, hizo creer a los norteamericanos que estaban siendo atacados por unos marcianos que acababan de aterrizar en el planeta. Una historia que le ha servido a Steven Spielberg para realizar una nueva versión que se estrenará este año, con Tom Cruise de protagonista. Pero antes de las invasiones estaba el anhelado sueño de desplazarse al futuro. Tiene que comenzar por disponer de la máquina que le facilite poder asomarse por la mirilla al futuro. El artefacto, que ha tardado dos años en terminarlo, es metálico, con partes de marfil y de níquel y una palanca que al accionarla le permite al viajero volar hacia el futuro. Funciona con unas gotas de aceite que consiguen el milagro de enviarlo al año 802.701. Lo que allí se encuentra es una población muy frágil, de ojos grandes y bocas pequeñas, con un tipo de belleza similar al de una muñeca de porcelana. Sólo se alimentan de frutas, ya que el ganado y la mayor parte de los cultivos se han extinguido. Entre palacios en ruina y sin ningún indicio de enfermedades, el viajero piensa que halló una sociedad igualitaria. Muy pronto se dará cuenta de que nada es lo que parece. Einstein y las puertas al pasado El protagonista de la novela de Wells se basa en algo tan sencillo como que, «no existen diferencias entre el tiempo y cualesquiera de las tres dimensiones del espacio, salvo que nuestra conciencia se mueva a lo largo de ellas», pero ese sueño es todavía inalcanzable por mucho que se hayan producido importantes acercamientos. Hace cien años, un joven, aparentemente normal, aprovechaba el viaje en tren desde su casa a las oficinas de patentes en Berna para desgranar unos planteamientos revolucionarios. Albert Einstein, al formular la teoría de la relatividad, tuvo la capacidad de observar el universo sin que el tiempo fuera considerado absoluto, más bien una unidad relativa. Llega a conclusiones fundamentales como la que entiende que las leyes físicas son las mismas en todos los sistemas de inercia de referencia y al principio según el cual la velocidad de la luz en el vacío es constante. Todos los avances electrónicos de nuestro tiempo, desde la televisión al ordenador, son hijos putativos del físico alemán. La teoría implica que un reloj en movimiento marca el tiempo con mayor lentitud que un reloj en reposo. La famosa teoría de Einstein ha recibido todo tipo de interpretaciones que, de alguna u otra manera, albergan la posibilidad de viajar al futuro o la rechazan. Entre estos últimos está el físico inglés Stephen Hawking, autor de Una breve historia del tiempo, experto en agujeros negros y que pone algo de lógica en el debate sobre los viajes astrales. La prueba más irrefutable de que un viaje en el tiempo no es posible, es que no nos han invadido turistas del futuro. Pero otros científicos como Novikov sostienen que no existe ninguna ley física que impida los viajes en el tiempo. Más lejos va el profesor de la Universidad de Sydney, Paul Davies, autor de Cómo construir una máquina, al defender que realizar viajes en el tiempo es cuestión de dinero y no de física. Apunta formas para ese desplazamiento al pasado, más sencillo que al futuro, y que consisten en utilizar los célebres agujeros negros unidos con el que denomina agujero de gusano que sería una puerta al pasado. Utiliza la paradoja de Einstein: cuando un hombre se desplaza al espacio a la velocidad de la luz y deja en la tierra a su hermano gemelo, cuando vuelve para el de la tierra pasaron cincuenta años, para él sólo veinte. Las profecías de John Titor El viaje a través del tiempo en nuestros días todavía no se realiza, por lo menos oficialmente, pero se utilizan las nuevas tecnologías para anunciar con detalle el salto de época como quien cruza una línea de maizales. Internet se utiliza como cuaderno de bitácora de los viajes astrales. Uno de ellos es un personaje singular que, no podía ser de otro modo, procede de los Estados Unidos y que se hace llamar John Titor. Apareció hace cinco años en el foro de la página web Art Bell donde explica que es un soldado norteamericano de 38 años que procede del año 2036. De manera muy particular respondió a diversas preguntas lanzadas por los internautas e incluso facilitó fotos de su máquina del tiempo. En su web (www.johntitor.com) explica que retrocedió en el tiempo en dos ocasiones, en 1975 y ya en el siglo XXI para recuperar un ordenador de la empresa IBM para resolver unos códigos.

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