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Publicado por
J. F. | texto
León

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Por dieciséis millones y medio de las antiguas pesetas, puede accederse a un auténtico «monoplaza carrozado», un coche de carreras en toda regla, dispuesto para participar en la Eurocup Mégane Trophy, el plato fuerte de las «World Series by Renault». Seis semanas le han bastado a Renault Sport Technologies para tener listo el Mégane Trophy desde que las altas instancias deportivas del rombo dieran luz verde al proyecto de lo que resulta ser toda una espectacular realización, fruto de una no menos impactante amalgama: chasis tubular firmado por Oreca (acreditado especialista en monoplazas); un V6 de 3.5 litros heredado del Vel Satis y preparado por los nipones de Nismo; caja de cambios semiautomática, de 6 marchas y mandos al volante, muy similar a la de un F-1 y donde ni siquiera falta, como en los monoplazas de la máxima especialidad, un mando para el embrague, sólo utilizable en las arrancadas. La electrónica es de Magneti-Marelli y los neumáticos, especialmente desarrollos para este coche, de Michelin. Exteriormente, todos los aditamentos inherentes a su condición de auténtico coche de carreras: carrocería a ras de suelo y con efecto «idem» en sus bajos, profusión de entradas de aire, «inacabables» aletines para alojar las llantas de 18 pulgadas y, para que nada falte en la liturgia deportiva un prominente alerón trasero -rematando el final del techo- cuyas posibilidades de reglaje propician cambios en el rendimiento dinámico del coche. Aunque los 99.000 euros puedan parecer una cantidad abultada, no lo es tanto si se tiene en cuenta que el Mégane Trophy tiene un precio inferior al de otros coches de carreras con prestaciones inferiores.

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