Diario de León

Genocidio en Armenia

Noventa años de lucha avalan al pueblo que sufrió el primer genocidio del siglo XX. Armenia, lejos de olvidar el episodio más triste de su historia, exige a Turquía que reconozca su papel en el exterminio de más de un millón y medio de armenios

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EVA CONDE-CORBAL | texto SARA BARREIRO | texto
León

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Hace hoy noventa años, el pueblo armenio fue víctima de un genocidio. El primero del siglo XX, y el precursor de otros muchos. Casi un siglo después, las razones y fines de este exterminio siguen sin aclararse. El Imperio otomano, de cuya desintegración surgió la República de Turquía, terminó con la vida de 1.500.000 armenios. La población total era de tres millones. Son muchos los países que todavía no han reconocido las matanzas de 1915 como un genocidio. Ahora, con la posible incorporación de Turquía a la Unión Europea, el recuerdo del primer exterminio racial del siglo pasado se reaviva en la memoria de muchos armenios, que no están dispuestos a que siga permaneciendo en el olvido del mundo entero el dolor que sufrió su pueblo. Armenia es uno de los primeros países de religión cristiana, declarada oficial en el año 301. Quizás sea esta una de las razones más obvias por las que el Imperio otomano, de religión islámica, pretendió el fin de una etnia. Eso y el hecho de que parte de la población armenia ocupara territorio turco. En 1914, el Gobierno turco comenzó a diseñar los planos para la deportación de la población armenia residente en Anatolia oriental por medio de una orden militar. Fue el inicio de la Primera Guerra Mundial lo que propició la realización de los objetivos, ya que era muy sencillo eludir la atención de la opinión pública mundial. El Imperio otomano excarceló a los presos para formar grupos que, posteriormente, se encargaron del trabjo sucio, y difundió entre su población una fuerte propaganda anti-armenia. Los métodos «En febrero de 1915 alrededor de sesenta mil reclutas armenios fueron desarmados y fusilados. Dos meses más tarde, el 24 de abril, los líderes políticos, religiosos y culturales de Armenia fueron arrestados en Constantinopla y ejecutados. De este modo, el pueblo se quedó decapitado y privado de la parte más combativa, sus reclutas, y se abrió el camino del exterminio», relata Vahe Hambardzumyan, armenio residente en La Coruña desde hace 11 años. De ahí la importancia de esta fecha, el 24 de abril, en la que los armenios conmemoran la masacre de su pueblo, de sus gentes. El siguiente paso consistió en organizar las caravanas de la muerte. Con el apoyo del Ejército, de las bandas de presos organizadas por el Gobierno turco y de los grupos de kurdos, se procedió al reclutamiento de la población civil con el pretexto de alejarla de la línea del frente. El destino de las caravanas eran los campos de concentración de los desiertos de Siria. Pero muchos no llegaron. Las matanzas comenzaron en los lugares de partida de esas caravanas. A lo largo del recorrido hacia la muerte, las escenas dantescas se sucedían. Los armenios sufrieron constantes acosos, violaciones, y humillaciones, y todo ello acompañado de la privación de alimentos y medios de subsistencia. «Muchos niños, sobre todo menores de cinco años, son separados de sus padres y entregados a familias turcas y kurdas», cuenta Artak Mkrtchyan, historiador armenio recién llegado a España. «El fin: convertirlos al islam y borrar su identidad armenia», concluye. Pocos supervivientes llegaron a los campos de concentración. Lo hacían desnutridos y agotados. Pero su destino no sería otro que morir a orillas del río Éufrates. La diáspora En aquel momento, solo consiguieron salvarse pequeños grupos armenios, como el de la heroica ciudad de Van, que se resistió a la entrada turca hasta la llegada del Ejército ruso, que, posteriormente, y hasta 1917, procedió a la ocupación de Armenia. «Finalmente, en 1922, Armenia se integra en la Unión Soviética. Esta integración propició un florecimiento cultural e intelectual, así como industrial de los armenios», asegura Marina Shamagian, armenia y directora de la escuela hispano-rusa de altos estudios musicales de Santiago de Compostela. Durante la primera mitad del siglo XX, y tras la persecución turca, fueron muchos los armenios que partieron hacia otras tierras en calidad de refugiados. He ahí el inicio de la diáspora armenia. En la actualidad, el número de armenios que residen fuera de su lugar de origen es mayor que el de los que permanecen allí. La diáspora armenia se extiende por todo el mundo. También ha llegado a España. Pasado y presente Desde 1990, y tras la desaparición de la URSS, Armenia es una nación independiente. El genocidio ocasionó el resurgir de la conciencia nacional del pueblo, que desde entonces lucha por el reconocimiento mundial de lo que un día le arrebataron. Elizabeth Agopian, una argentina de 26 años con raíces armenias, lo confirma: «Armenia ha sido para mí, desde que recuerdo, un símbolo de lucha por la supervivencia y la superación». Pero la sombra del primer genocidio del siglo XX no persigue solo al pueblo armenio. En 1987, el Parlamento Europeo pidió a Turquía que reconociera oficialmente el genocidio como condición previa a su ingreso en la UE. Sin embargo, Ankara sigue negando los hechos. A punto de cumplirse un siglo de la historia más triste de una nación, los armenios reclaman el reconocimiento oficial de la masacre, con las consecuentes compensaciones. «Lo único que pretendemos es que se conozca la historia, que no se olvide el dolor que nos causó en su día el intento de borrar nuestro país del mapa, y que no se vuelva a repetir en ningún lugar», recalca Marina Shamagian.

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