Diario de León

Cuestión de «intransigencia»... Un mítico muñeco... La «Cigüeña» de Hispano Suiza Rápidos camiones...

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A principios del XX, los primitivos Silver Ghost firmados por Charles Rolls y Henry Royce precisaban, en opinión de sus fabricantes, de un símbolo alejado de las «absurdas mascotas» de la época... por mucho que algunas fuesen ya tan emblemáticas como el elefante de Bugatti o la cigüeña de Hispano-Suiza. Así que, Charles Sykes, un artista ilustrador de los primeros catálogos de RR, tomaría como modelo a Eleanor Thornton, una amiga, para cincelar la estatuilla que, en 1911, nacería como «El Espíritu de la Velocidad» y que, al cabo, no tardaría en conocerse como la jovencita voladora y, finalmente, como «El Espíritu del Éxtasis»; nombre con el que ha pasado a la historia de una de las más emblemáticas firmas automovilísticas de todos los tiempos; por mucho que, también Rolls-Royce, haya conocido épocas -en lo comercial- de más sombras que luces. No siempre fue la étera «Dama Alada» quien representase la imagen de los socios RR. Al principio, los vehículos solamente lucían las dos «RR» entrelazadas: rojas primero, una roja y otra negra tras el accidente aéreo de Charles y definitivamente negras, ambas, tras el fallecimiento del octogenario Henry. Bibendum, el personaje nacido de la imaginación de O¿Galop y creado a partir de una simple pila de neumáticos, ha acabado por convertirse en auténtico icono unánimemente reconocido por el público y, lo mejor, por los profesionales de la publicidad del mundo entero. Apareció en un cartel, y permaneció casi exclusivamente en ese soporte durante sus primeros años, aunque su fama lo llevaría más tarde a las tres dimensiones y a la generalidad de ámbitos artísticos y comerciales: muñecos, juguetes, compresores para inflado de neumáticos, tarjetas postales, sellos, cartas comerciales, fotomontajes, libros, filmaciones publicitarias, incluso elementos de arquitectura... y hasta «mascota» coronando alguna que otra calandra. «Nunc est bibendum»... Ahora es cuando hay que beber. El brindis de Horacio, en ocasión de la victoria de Actium, serviría para bautizar la mascota de Michelin, «Bibendum», que aparecía en su primer anuncio brindando con una copa de cristales y clavos, demostrando así la dureza de los neumáticos fabricados por la firma gala. La precisión relojera suiza junto con la genialidad española, lanzarían en 1904 el «mejor coche del mundo»... en su época. La Guerra Civil acabaría con su andadura productiva, aunque su herencia se plasmaría después en otro célebre modelo deportivo español: el Pegaso Z102, un biplaza de exquisitas formas y, lamentablemente, no menos efímera vida. Aunque esa... es otra historia... Y fue todo un piropo. Los «camiones más rápidos del mundo», como denominara Ettore Bugatti a los enormes Bentley 4500 que a principios de los treinta imponían su ley en Le Mans, y en cuantas carreras disputaron, han acabado por convertirse, como Rolls, en uno de los máximos exponentes de la «extinta» industria británica del automóvil.

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