«Al prescindir de ciertos objetos tienes más tiempo para tí»

El camino de sencillez que Jim comenzó a recorrer no implicó una renuncia al mundo. Al contrario, creó la organización Proyecto de Vida Global, empezó a dar clases en universidades y a recorrer distintos países en su bicicleta alentando a la gente a que reduzca sus niveles de consumo. Jim se encuentra ahora en España porque se acaba de publicar su libro Simplicidad radical (ed. Fundació Terra), en el que no sólo describe su cambio personal, sino que da las claves para que otros puedan un camino parecido. Lo fascinante de esta obra es que brinda una serie de tablas que permiten evaluar cuantitativamente el impacto de nuestros hábitos de consumo en el medio ambiente, eso que los expertos denominan la «huella ecológica». «El primer paso es saber cómo afecta tu vida al planeta -afirma-. Una vez que conoces la dimensión de tu huella ecológica, puedes empezar a reducirla. A diferencia de lo que mucha gente podría pensar, resulta un proceso divertido y enriquecedor. Al prescindir de ciertos objetos tienes más tiempo para ti, estás en armonía con todo lo que te rodea, recuperas el control de tu vida». La huella ecológica es un sistema de medición, creado por los científicos Rees y Wackernagel en 1992, que permite calcular la cantidad de área biológicamente productiva que una persona o país necesita para satisfacer sus necesidades. En España, el ciudadano medio necesita cuatro hectáreas para conseguir las materias primas que dan vida a los productos que compra. En Estados Unidos, cada ciudadano consume 12,5 hectáreas. Para que haya suficientes recursos para todos los habitantes del planeta, el consumo promedio debería de ser de 2,1 hectáreas. Este sobreconsumo de las sociedades prósperas obliga muchas otras a vivir con menos de lo necesario.