Diario de León

UN SIGLO DESDE EL ÚLTIMO ROMÁNTICO LEONÉS

Benito Perales, entronizado en el reinado de Picos

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|||| Fue en el siglo XVIII cuando se vivió la época romántica del bandolerismo, un fenómeno social ubicado, principalmente, en Sierra Morena, en la ruta que unía Castilla con Andalucía. Al marchar los franceses de España, ya en 1813, quedaron bandoleros por todas partes. En León se cree que la localidad de Herreros de Rueda tiene su origen en un campamento de bandoleros de caminos que, al igual que Villaverde de la Chiquita y Quintana del Monte, buscaban el dinero que se transportaba hacia la capital leonesa. Aunque el tiempo ha sido testigo de muchos más nombres, Benito Perales es el último bandolero del que se tenía noticias en la provincia hasta que se ha conocido el caso del Cañueto. Resulta curioso que exista un paralelismo muy marcado entre ellos: a ambos les gustaba el anís y el dulce y sólo robaban lo necesario para sobrevivir. Las mentes más privilegiadas de los longevos pueblos de Picos de Europa y las crónicas cuentan que a principios del pasado siglo, en torno a 1908, un jovenzuelo de unos 16 años se emboscó bautizándose como bandolero. Asaltaba despensas de ricos y pobres y enseguida se fue haciendo famoso por todos los valles de Picos de Europa, desde Amieva a Valdeón, recibiendo el título de Rey de Picos de Europa. No mataba, era fino y astuto y los habitantes de estos lugares no tardaron en tomarle aprecio. En invierno subía a los puertos y brañas y convivía con pastores y pastoras, los cuales le recibían como a un rey, ya que siempre aparecía con anís, calisai, chocolate o golosinas. Y las pastorcillas, encantadas porque Perales siempre tenía un detalle para ellas. En otoño se despedía de los pastores de Sajambre y Valdeón y se iba a pasar el invierno a Amieva. De Rey a rey Sus hazañas llegaron al sur de España. Una vez ocurrió que un elegante señor andaluz visitó Picos de Europa interesado en conocer la figura de Benito Perales. No dio con él pero le contaron una historia cuando menos pintoresca: durante una visita del Rey a Covadonga, éste dio la mano a todos los pastores que se acercaron para saludarle, incluido al Rey de los Picos de Europa. El arrojo de Perales provocó a valentones de muchos lugares, que salieron en su busca para capturarlo, puesto que la Guardia Civil había sido incapaz de hacerlo. Así estuvieron doce años hasta que un día cinco cazadores sajambriegos le sorprendieron merendando bajo un haya. Se intentó fugar, pero lo ataron y lo entregaron al cuartel de Riaño, de donde se escapó diez meses después disfrazado de sacerdote. Se le vio por Berrunde y Cora y allí otro grupo de cazadores le dio muerte y le arrojó a una sima. Su esqueleto se podía ver aún no hace mucho tiempo.

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