Diario de León

Carlos Sainz... álbum de Turquía

Cuatrocientos kilómetros al sur de Ankara y a novecientos de Estambul, rodando a placer por los montes de Anatolia... Carlos Sainz. «Matador» volvió por sus fueros y le regaló al «chevron» cinco de los más preciados puntos para el Mundial de Ma

Publicado por
JAVIER FERNÁNDEZ enviado especial | texto y fotos
León

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Ovación y vuelta al ruedo... Matador levantó pasiones turcas, y mundialistas, en su -puntual- vuelta a los ruedos. Como los grandes espadas, como quien no quiere perderse del todo las glorias redivivas, Carlos Sainz, bajo el «apoderamiento» de una exultante Magda Salarich -ella fue quien lanzó el órdago-, con los auspicios del patrón Satinet y los cronos de un entregado Frequelin, Carlos abandonaba por unos días -¿cuántos?- su dorado retiro para volver a ponerse a los mandos del Xsara WRC y seguir demostrando, no sólo que los «viejos roqueros...» también que los jovenzuelos tienen mucho que aprender de quien es capaz de mantener vivas las ilusiones, los contravolantes y los golpes de freno de mano para, con la ilusión de cualquier principiante, cruzar el Xsara en una llegada que se recordará durante años por la entrega, devenida en cerrada ovación, como en las mejores tardes de triunfo, para acabar saliendo a hombros en un recóndito enclave turco, entre el mar y la falda de las montañas de esa misma Anatolia que fuera tierra de asentamientos de grandes reinos y poderosos imperios. Desde el XIV al XIX, los turcos dominarían en la política y en la vida de Oriente Próximo con el que fuera último gran imperio mundial del siglo pasado... el Otomano. A caballo entre dos mundos y entre cuatro mares: Egeo, Mediterráneo, Mármara y Negro... así de compleja, y de sugestiva, resulta ser la situación físico geográfica turca. A partir de ahí... vuela la imaginación del viajero, convertido ya en «turista de carreras»; capaz de detenerse a pensar que allí floreciera la Civilización Griega -cuna de tantas otras-, que en las ciudades de la costa Egea se desarrollaron las matemáticas -bien aprobadas por Citroën- o la astronomía, que allí nacieron Heródoto y Homero, que allí se asentó el pueblo Hitita, aquel imperio de la Anatolia central que se atrevió a plantar cara al Egipto de Ramses... allí, o cerca, Sainz volvería a reconstruir su particular caballo de Troya, su personalísima maravilla del mundo -una de las siete- y hasta a volver a resucitar el Juicio de Paris... ¡Loor a los héroes!. Sólo ellos son capaces de mantener viva la magia.

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