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Nuevos cauces para el Concurso Gastronómico de la Trucha

El certamen gastronómico de la trucha se ha convertido en una tradición en la cultura de la ciudad. Después de cuarenta años, este concurso se ha consolidado y hoy en día es uno de los acontecimientos más importantes de León

CUEVAS

Publicado por
MARCELINO CUEVAS | texto
León

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Cuarenta años cumplirá en 2006 el Concurso Gastronómico de la Semana Internacional de la Trucha, algo poco frecuente en los acontecimientos que tienen lugar en León que, normalmente, cuando no se enfrentan a malquerencias patológicas, tienen que superar la indiferencia de unas gentes que parecen sentirse molestas con los éxitos de quienes intentan ser emprendedores y luchan por aportar nuevas iniciativas. Pues bien, la Asociación Provincial de Empresario de Hostelería de León, ha sabido superar todas las dificultades que han ido surgiendo en el transcurrir de tiempo y aquí están, en pleno siglo XXI con su pujante concurso en plena efervescencia. Comentaba el Concejal del Ayuntamiento de León, Jesús María Cantalapiedra, en el trascurso de la entrega de premios cebrada el pasado martes en el Host5al de San Marcos, la conveniencia de aportar algunas novedades a este concurso para revitalizarlo y ponerlo al día, pues los cuarenta años de su existencia han discurrido para bien y para mal. Una de las facetas que ha cambiado radicalmente en este tiempo es la materia prima del concurso, la reina del mismo, la trucha. El certamen no puede contar para su celebración con truchas de río, porque existe una normativa que impide la comercialización del rico ciprínido, con lo que los cocineros tienen que contentarse para elaborar sus platos con truchas de piscifactoría, que buenas son... pero que desgraciadamente tienen poco que ver con sus primas lejanas de los hermosos ríos leoneses. Habría que conseguir de las autoridades un permiso para poder cocinar truchas de verdad o, incluso, habría que proponer un concurso diferente porque tiene poco sentido que una asociación de hosteleros realice un evento de enorme magnitud para promocionar las truchas, cuando estas no figuran prácticamente en ninguna carta de los restaurantes leoneses, si dejamos a un lado las muy demandadas sopas de trucha en la comarca del Órbigo. Otro tema que merece un estudio serio es la posibilidad de que los concursantes, llegados de diferentes lugares de la geografía nacional, pudieran realizar sus platos momentos antes de someterlos al juicio del jurado calificador, que ahora se encuentra con que la mayoría de los platos que degusta están pasados y fríos. Habría de disponer una serie de fogones para que los cocineros pudieran presentar sus creaciones en su punto justo y el jurado pudiera juzgar con todas las garantías. Este concurso ha sacado adelante el apartado de repostería en el que no es precisamente la trucha la protagonista y tiene una sección de paltos libres y otra de tradicionales, en los que el ciprínido no tiene que ser obligatoriamente el principal ingrediente, por ello pensamos que la iniciativa bien puede tomar nuevos caminos para revitalizarse, para que, a sus cuarenta años de existencia, siga siendo un evento joven y lleno de energías positivas. Hay que felicitar a la Asociación de Hostelería por la enorme labor que hace en este concurso y reconocer que de año en año consiguen nuevas metas, por eso nos gustaría que, con un poco de nuevas iniciativas y un mucho de imaginación, todo cambiara para adaptarse a los nuevos tiempos, para conseguir que este certamen, que se ha conservado milagrosamente durante cuarenta años con todo su esplendor, sea cada vez más importante y se convierta en el auténtico emblema gastronómico de la provincia de León. Este año hay que destacar los premios logrados por el Hostal de San Marcos, que en los últimos cinco o seis años ha sabido elevar la calidad de su cocina hasta convertirse en u7no de los lugares preferidos de los buenos gourmet. Y la estupenda elaboración del plato ganador en la modalidad de degustación, los Lomos de trucha con boletus y trufa negra», de Casa Granero, todo un homenaje a la mejor cocina que eleva la trucha (tristemente de piscifactoría) a unos enormes niveles gastronómicos

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