Diario de León

Las tres muertes de Napoleón Bonaparte

Un experto descubre matarratas en los cabellos del emperador francés y cuestiona la versión oficial de su fallecimiento. Cáncer de estómago, asesinato o un error médico son las tres principales teorías

Publicado por
PEDRO RIELLO | texto
León

Creado:

Actualizado:

Su vida de glorias y fracasos, al igual que su muerte, está resguardada en un cofre de incógnitas. Lo único seguro es que el emperador francés pasa sus últimos días en un peñasco de forma alargada y de color sombrizo. Forma parte de los libros de historia su destierro a la isla de Santa Elena, en el Atlántico Sur, donde sabe que está en el capitulo final de su travesía después de los estragos de Waterloo. Allí, en las dos últimas semanas de náuseas e intensos dolores, quiere terminar con todo, se encuentra muy fatigado. «Mi mayor goce -suplica-sería saber que hubiese llegado la hora de fusilarme: lo consideraría como un favor». Ocurre el 6 de mayo de 1821 y desde entonces han ido apareciendo teorías para alimentar la leyenda. Porque su muerte pende del hilo del misterio y de las elucubraciones desde el mismo día de su defunción. Hasta el momento, tres han sido las causas esgrimidas sobre su fallecimiento y, cuando han pasado casi dos siglos desde su último suspiro, continúan las diferentes versiones que analizan cada una de las partes de su cuerpo para encontrar un argumento creíble. Arsénico por compasión La versión aceptada por la mayor parte de los historiadores es que Napoleón murió a consecuencia de un cáncer de estómago. Fue el dictamen al que llegó su doctor personal, Francesco Antommarchi, tras practicar una autopsia que presenciaron otros cinco médicos británicos. No tardaron en aparecer sospechas sobre un complot del que se habló por primera vez en 1840, cuando su cuerpo regresa a Francia para ser enterrado de nuevo. La sustancia elegida para acabar con el poderoso militar y político sería arsénico. Pero ya en nuestro siglo, aparece el tercer argumento que explicaría el motivo de su muerte y que se encuentra en una metedura de pata de los médicos que lo atendieron. Steven Karch, un forense de San Francisco, señala que la combinación de enemas y tartrato de antinomio de potasio, que le dieron para que vomitase, podría haber acelerado el ritmo cardiaco y provocar el fatal desenlace. Si el ladrón siempre vuelve al lugar del crimen, los expertos en las mortajas del conquistador regresan a la atractiva teoría de la conspiración. Un toxicólogo francés, Pascal Kintz, acaba de descubrir arsénico mineral, conocido popularmente como matarratas, en los cabellos de Napoleón lo que probaría que murió envenenado. En un mechón tratado se halló una concentración de arsénico 30 veces superior a la normal y, según Jean-Claude Damamme, miembro de la Sociedad Napoleónica Internacional, responsable del estudio, «el veneno entró en la médula del cabello, esto quiere decir que fue rechazado por el flujo sanguíneo y que procede de alimentos ingeridos». Los pantalones del emperador Sobre su muerte se han generado todo tipo de teorías que siguen tan abiertas como el sexo de los ángeles. Un equipo de científicos suizos se tomó la cuestión muy en serio y examinó, en un arduo proceso que acaba de concluir recientemente, sus pantalones. Los médicos analizaron doce pares que el corso se puso en los años que vivió en el exilio. Midieron su cintura y comprobaron que el más grande medía 110 centímetros y, poco antes de su muerte, no alcanzaba los 100 centímetros. Además, según este estudio, perdió mucho peso, alrededor de quince kilos en los últimos meses hasta quedarse en 79, lo que les llevó a la conclusión de que la muerte se debió a la que era la versión oficial: cáncer abdominal. Vuelta al principio. La presencia de arsénico se podría explicar en que Napoleón solía beber, al menos, una copa de vino al día (a la que le añadía agua) y los fabricantes de vino del siglo XIX acostumbraban a secar los barriles con arsénico. También se podía deber al empapelado de las paredes de su casa en el exilio o a que se lo habían suministrado los médicos para que vomitara. Muerte natural, conspiración silenciosa o un error médico; una cuestión fascinante que une a médicos e historiadores para dar con la clave de quien intentó dominar a medio mundo y que terminó su vida melancólicamente cuidando su pequeño jardín en una isla de paso, sobre la que veía pasar cometas que indicaban la fugacidad de la vida. 1397124194

tracking