«Si la mujer se deja proteger, el hombre no se entera de que manda ella»
Su marido y sus hijos son italianos y en Italia ha transcurrido más de la mitad de su vida, tantos años como en la corresponsalía de radio y televisión. Hace unos días acudió a la tertulia de María Teresa Campos, donde presentó un libro y despu
Me da la impresión de que ver las cosas a vista de Paloma no es lo mismo que verlas a vista de pájaro. La paloma va más a ras de tierra que la generalidad de los pájaros, que vuelan más alto, y eso es lo que quería decir cuando pensé en el título de A vista de Paloma; era una forma de jugar con el sentido de mi nombre». -Y, ¿qué nos va a descubrir del Papa amigo? -Pues que era maravilloso y que nos ha dejado a todos un poco huérfanos. Juan Pablo II ha defendido como nadie al hombre, y sobre todo en aquellos lugares en los que se pisotean los derechos humanos. Como todos los hombres sobresalientes también tendría sus detractores. Era un hombre que no dejaba a nadie indiferente. Incluso a aquellos lugares donde íbamos y sabía que no le iban a recibir con los brazos abiertos, decía lo que tenía que decir; y en ese sentido, ha sido un Papa incómodo. -¿Cómo era en las distancias cortas? -Muy cercano. Lo hemos visto cuando ha muerto. Ha venido a rendirle homenaje el mundo entero; en una semana se plantaron en Roma dos millones de personas. -¿Por qué le puso el mote de «Huracán» Wojtyla? -Cuando escribí aquel libro, Juan Pablo II era un huracán, estaba lleno de vida e iba por el mundo convulsionando a una sociedad que estaba dormida. Tras el atentado sufrió mucho. Su vida fue un calvario, aunque seguía siendo Juan Pablo II, pues se fue aplacando por fuera pero por dentro seguía siendo el mismo. -¿Cómo recibió la petición de bautizar a su nieta? -«¿Abuela, y tan joven?», me dijo cuando se lo pedí. El caso es que aceptó bautizarla y quiso que leyera una de las oraciones en la Misa y que los dos hermanos de Caterina llevaran las ofrendas en el ofertorio para que fuéramos protagonistas de la ceremonia. Se lo agradecí muchísimo. -¿Paloma Gómez Borrero es lo que es por méritos propios, o en buena parte se lo debe a la Santa Madre Iglesia? -La Santa Madre Iglesia, como dices tú, me ha ayudado en cuanto a la información, pero yo entré en Televisión Española como corresponsal, fui la primera mujer corresponsal para informar sobre Italia y el Vaticano. Hice informaciones de todo tipo, desde moda hasta el asesinato de Aldo Moro y los tres cónclaves que me ha tocado vivir. -Entre sus galardones, usted posee la Gran Cruz de Isabel la Católica, ¿está contenta de su trayectoria? -Me siento feliz con mi trayectoria. Podría jubilarme, síque podría, pero me divierte mi trabajo. En el fondo, no hago más que contar lo que veo. -Me la imagino a usted en el Vaticano, en medio de tanto hombre santo y me pregunto cómo se las arreglaría para obtener información en ese medio. -Santos sólo son unos cuantos, y en cuanto a mi trabajo he conseguido la información porque he ido con buena fe y con respeto hacia las personas. -A Ratzinger lo entrevistó cuando todavía era cardenal, ¿no? -Sí, es un hombre asequible y humano, no es el carabiniere de la Iglesia, pero tenía un cargo difícil, tenía que meter en cintura a los que se desmadraban. -¿Dónde tiene usted más caché, en la cocina o en el Vaticano? -En el Vaticano, porque sólo sé guisar cuatro cosas. -Pero también ha escrito libros de cocina. -Sí, he escrito libros de cocina. El libro de la pasta lo hice para desafiar a mi marido, porque decía que yo no guisaba bien. Le dije, te vas a enterar, ahora voy a escribir un libro de pasta italiana, que, por cierto, ha tenido mucho éxito. -¿Ha cambiado la opinión de su marido tras este libro? -Supongo que no, pero me da igual. Sigo haciendo lo que sé y sigo teniendo mi casa llena de amigos. -¿Es cierto que con la única persona que es inflexible es consigo misma? -Soy exigente conmigo misma, nunca quedo contenta cuando hago una crónica, siempre pido opinión. Mi marido me dice: «¿Cómo quieres que quede? Ha quedado como siempre, estupendamente». -¿Por qué la Iglesia es tan poco tolerante con las llamadas debilidades de la carne? -El primer mandamiento es más importante que el sexto: «Amarás a Dios y al prójimo como a ti mismo». Para mí, el amor es mucho más importante que el sexo. -¿Qué opina de las imágenes de la agonía del Papa? -Hemos conocido a un Papa joven y vital que, finalmente, nos ha enseñado que la vejez y la enfermedad no son sinónimo de humillación. Uno puede ser útil siendo viejo.