Diario de León

Un nuevo pulso late en el León de piedra

Desde hace una década la ciudad se ha visto profundamente transformada de la mano de una revolución arquitectónica que ha contagiado de optimismo y vitalidad a los leoneses. Una ola de cambio que ha roto barreras y limitaciones

Publicado por
MARÍA JESÚS MUÑIZ | texto y fotos
León

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Cada arquitectura cuenta una historia. En el caso de León, es una historia coral, que camina en dos direcciones. Por un lado se aferra al pasado, al legado artístico y cultural. Araña bajo las construcciones que se ven para escudriñar sus orígenes en las que se ocultan, y mima como fuente de identidad y recurso turístico un patrimonio reconocido y elogiado. Pero en los últimos años la ciudad se ha transformado, más allá de lo que la apariencia permite adivinar. Han ido brotando construcciones que se desperezan entre el paisaje anodino y rutinario, edificios sin miedo y sin complejos, casas y foros con alma, que más allá de su misión funcional tienen algo que decir. Lo han dicho tan alto que la eclosión ha llegado al espíritu mismo de los ciudadanos. La arquitectura leonesa ha sido capaz de romper ataduras y apostar por una identidad propia, avanzada, innovadora, reconocida y premiada, sin volver la cara a su pasado ni a su legado. La nueva ciudad habla el lenguaje de la libertad y la personalidad. Es contagioso. Protagonistas del movimiento desatado por las calles y barrios de León ha sido una generación de arquitectos que ha visto en la convocatoria de concursos públicos una oportunidad para apostar por la ruptura y la innovación sin las ataduras del convencionalismo. Según explica Belén Martín Granizo, no han caído en el espectáculo por el espectáculo, en la originalidad a toda costa, han ideado edificios cargados de intención que «gustarán más o menos, pero que ofrecen soluciones eficaces porque han sido muy meditados». Son creadores que tienen además como norma no mirarse al ombligo. Sus construcciones tienen una intencionalidad clara en el concepto y en la forma, pero cuidan de manera especial su relación con el entorno que les acoge. Surgen así edificios que, en el caso de la vivienda, el arquitecto Eloy Algorri califica como «más educados», que buscan un rasgo que les dé identidad pero acercándose a menudo a sus vecinos con una vocación de armonía e integración. O eso sería lo ideal. Daniel Díaz Font se refiere así a edificaciones que «se van cosiendo» para configurar un espacio que tiende además a ser más amable, a humanizar para proteger frente a un entorno cada vez más hostil. Una evolución que es más evidente en los barrios nuevos, pero que conceptualmente alcanza al corazón mismo de la ciudad. Uno de los arquitectos que mejor conoce la intervención realizada y proyectada en el casco antiguo, Ramón Cañas, considera que en materia de zonas históricas «la recuperación es lo más moderno». Desde una visión crítica y analítica, aboga por la pureza en la realización de los oficios antiguos, de forma que las viejas construcciones recuperen su esencia, y no se conviertan en un escenario de teatro donde sólo se cuidan las apariencias. Esta es la nueva realidad de la ciudad, que mira a las piedras del pasado y pretende que sigan siendo reclamo turístico y legado artístico; pero que ensancha sus pulmones con el aire nuevo de la creación y la personalidad. Tanto, que el Ayuntamiento está preparando una guía que permita a los visitantes recorrer los hitos más destacados de la arquitectura de vanguardia leonesa. León de brillante pasado, y de espléndido presente. Tal vez el germen de esta revolución espiritual de la ciudad haya tenido sus principales aldabonazos en los arriesgados edificios públicos de los últimos años. Desde luego el Auditorio Ciudad de León y el Museo de Arte Contemporáneo, ambos de Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla, han sido las dos edificaciones que con más fuerza han colocado a León en el escenario arquitectónico mundial. Premiados y reconocidos en las más altas instancias nacionales e internacionales (hasta llegar a la bienal de Venecia, una de sus últimas conquistas), supusieron una convulsión rompedora, pero también aportaron una visión integradora. Innovación absoluta en las formas y en los materiales, que sin embargo han sido concebidos escudriñando meticulosamente su entorno. El Auditorio mira y admira la visión imponente de San Marcos, el Musac absorbe los colores de las vidrieras de la Catedral para derramarlos sobre la parte más moderna de la ciudad. Más allá del edificio en sí, el arquitecto Daniel Díaz Font hace hincapié en el concepto de una arquitectura de uso público y social. «El Musac es un edificio de vanguardia y carácter propio, que pone cara a la ciudad en el panorama contemporáneo mundial. Es una arquitectura específicamente ideada para albergar obras de arte actual, y expresión en sí mismo de una voluntad de vanguardia y vitalidad; pero se construye a partir del juego en planta de unidades elementales como aquellas que configuraron los mosaicos romanos, parte fundamental de la propia historia de la ciudad, y se viste con un recuerdo de las vidrieras de la Catedral». Pero añade: «Como ejemplo de la capacidad del arquitecto para intervenir en el espacio urbano y mejorarlo, el Musac define unas aceras desdibujadas que permiten al peatón salir de la rutina lineal e interminable de la acera estándar, dando la oportunidad de caminar junto a una pradera tendida frente al telón de fondo de las limpias vidrieras del edificio. El gesto de un edificio que abraza una plaza aporta un carácter a medio camino entre el espacio interior y exterior, punto de encuentro a su alrededor». Dentro de esta arquitectura de uso público Belén Martín Granizo destaca también el Centro Cívico del Crucero, de los arquitectos Javier Fresenada y Javier Sanjuán, una «intervención moderna que integra hábilmente piezas de arquitectura industrial obsoleta en un nuevo complejo unificado en torno al empleo de un material, el cinc, tradicional pero en una disposición moderna». Lo define como «una yuxtaposición de criterios ambiciosos y contemporáneos, que propugnan espacios diáfanos y construcciones técnicas eficaces con el respeto a la arquitectura preexistente, cuando ésta es valiosa». Martín Granizo y Díaz Font, del estudio leonés DMG Arquitectura, señalan también como construcciones destacadas en este apartado la cafetería en la margen del río Bernesga, de Óscar Guerra; o el polideportivo público de Eras de Renueva, de Jorge Nimo y Carlos Mezquita, que «resuelven el edificio con dignidad, como heredero de las termas o palestras romanas, espacios nobles y de relación donde se cuida el cuerpo. Lejos de las ramplonas y pobres arquitecturas industriales, se resuelve la edificación cuidando la calidad de sus espacios». Igualmente, alaban la calidad del centro comercial Espacio León, con una «elegante y lúdica organización espacial interior, y un cuidado cóctel, llamativo y afortunado, de gestos de arquitectura contemporánea». En el campo de los edificios administrativos cabe destacar la sede del Ente Regional de la Energía, de Díaz Font y Martín Granizo, un edificio de oficinas y experimental que se idea como ejemplo de arquitectura bioclimática y de alta eficiencia energética. Una gran fachada doble acristalada abierta al sol, al Sur, se complementa con un espacio a triple altura, concebidos como cámaras captadoras de calor y como pulmón del edificio, un complejo sistema de gestión de la energía que reduce al mínimo las necesidades térmicas del edificio. Como contrapunto, la fachada Norte se diseña opaca y muy aislante, para conservar la energía captada. También se apunta en este apartado administrativo la sede de la Tesorería de la Seguridad Social, de Primitivo González. Arquitectura docente El campo docente ha tenido especial presencia en el desarrollo de las nuevas tendencias arquitectónicas. Tienen especial interés la ampliación del Conservatorio con el Auditorio Ángel Barja, de Ángel Panero y Ramón Cañas, o el instituto de Eras de Renueva, de Arturo Blanco y Alegría Colón, una ampliación de la edificación existente con una única construcción lineal, que sigue las trazas del barrio, con orientaciones al Sur, proporcionando luz natural y calor a las aulas. Un enrejado verdoso comunica al edificio con su entorno ajardinado, mientras en la parte Norte las aperturas se reducen y se orientan a la captación de la luz. Ejemplo de intervención delicada es la ampliación del gimnasio de Juan del Enzina, de Martín Granizo y Díaz Font, que debía encajar una construcción en un espacio constreñido y determinado además por la proximidad del recinto amurallado y la entrada a la plaza de San Isidoro. Los arquitectos pusieron especial empeño en la «piel» del espacio, de piedra de Campaspero como el resto del instituto, con robustos muros y ventanas estratégicamente situadas que abren el gimnasio a la luz y a su integración en el entorno. Según los arquitectos, «la elección de un material noble como la piedra y su despiece menudo y variado ofrecen una imagen viva y grácil, mientras su rotunda configuración geométrica dialoga bien con los cubos y la torre de las murallas». También en la Universidad se han realizado intervenciones afortunadas y novedosas en su concepto, como el Instituto de Investigación Medioambiental, de Javier Fresenada y Javier Sanjuán; o el animalario del Campus, de Juan José Tejera; así como el pabellón polideportivo, de Fernando de Andrés; o la ampliación de la Facultad de Biología, de Martín Granizo y Díaz Font. Original resolución Quizá destaque por su complejidad inicial y la originalidad de la resolución el nuevo pabellón del Albéitar, de Mariano Sáenz de Miera, que construyó un cuerpo liviano y acristalado que refleja el entorno ajardinado, con un efecto mimético que consigue no restar protagonismo al edificio original. Además, el orden gigante de su construcción reduce visualmente la dimensión aparente del propio edificio. Una solución aparentemente sencilla y una perfecta elección de materiales que ponen en evidencia, en este caso, los recursos de la arquitectura contemporánea para responder a las necesidades de espacio de la institución sin agredir las construcciones preexistentes. El tanatorio es otro gran ejemplo de integración y no agresión, en un campo especialmente conflictivo para la sociedad. El proyecto de Jordi Badía consiguió instalar una actividad tan delicada en el centro de la ciudad, demostrando una especial sensibilidad social. Las instalaciones se desarrollan bajo un estanque que refleja el cielo, y abre el espacio semienterrado a un rincón íntimo y alejado del ajetreo y el ruido, que acoge un ambiente reconfortante, con un exquisito cuidado del detalle y el interiorismo. También resulta destacable la solución de Jové Arquitectos para el Centro de Día de Colón, en un nuevo concepto de las construcciones asistenciales. El futuro inmediato De cara a un futuro inmediato la ciudad cuenta ya con un proyecto que será también puntero, como la sede de León Ciudad Digital; o el proyecto de la Azucarera, que sin duda se convertirá en otro referente para colocar a León en el mapa arquitectónico mundial. En el primero de los casos, el proyecto es de nuevo de Martín Granizo y Díaz Font. Se trata de un edificio tecnológico de última generación diseñado para «acoger la faceta más moderna de la vida municipal, su digitalización». Los arquitectos adelantan que la construcción tendrá un revestimiento de planchas de aluminio terso que le conferirán un aspecto próximo a las creaciones automovilísticas o aeronáuticas. «Se ha concebido como una nave suspendida en un retazo de naturaleza, de jardín, con una carga y equipamientos técnicos que permiten las mejores condiciones de confort y nivel tecnológico, conviviendo con la calidad ambiental de los espacios en una atmósfera saludable donde las oficinas se abren completamente al jardín. Es una propuesta de hábitat, de lugar de trabajo futuro, devolviendo al hombre su comunión con la naturaleza desde un soporte tecnológico depurado». Así se construye la nueva ciudad que, superados temores y complejos, transforma a la arquitectura en motor del cambio de mentalidad de las edificaciones y de las personas. No es un simple ejercicio estético, la nueva generación de profesionales busca en el alma de los proyectos, araña hasta llegar al fondo de las ideas. Piensa. Maquina. Inventa. Imagina. Imagina una ciudad mejor, más humana, más integrada en su entorno, más pendiente del elemento natural. Más vivible. El León de piedra late con un pulso nuevo, potente, dinámico, creador.

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