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«América tiene sus peajes»

Hace un par de años, Luis Tosar aseguraba que la fama mundial no le importaba nada. Pero el actor gallego se acaba de colar en el complejo universo de Hollywood y su carrera está a punto de pegar el gran salto

Publicado por
QUICA BALAY | texto
León

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«Michael Mann busca a los mejores actores, estén donde estén». Uno de ellos fue concebido intelectualmente en una parroquia de Cospeito, pegó su primer berrido en la capital lucense, se hizo en su ahora añorada Compostela, lo achicharraron a flashazos en la capital de España y en septiembre se aburrirá de tanto ver, allá arriba, encaramadas en el bosque sagrado, nueve letras blancas: Hollywood. El señor Mann, un pez gordo de la industria, y nos referimos a la cinematográfica y no a la conservera, lo encontró. -Bienvenido, Mister Tosar, le recibimos con alegría. Traducción simultánea: Michael Mann es un tipo que conoce mejor el mundo de los detectives que Remington Steele y la Señora Fletcher juntos. Ha escrito, producido o dirigido series de culto como Starsky y Hutch o Corrupción en Miami. Bueno, pues el cineasta de Chicago, el que busca y encuentra a los mejores intérpretes, según la representante Pizca Gutiérrez, ha buscado a su Wally entre miles de actores y ha encontrado a Luis, perdone que le tutee, Tosar. «Francamente, me da igual la fama mundial», respondía el actor en el chat de un portal de internet hace dos años. «Prefiero pensar en trabajos. Sé que es muy difícil el mundo de Hollywood, sobre todo porque tienes que pagar un peaje para poder acceder a proyectos realmente interesantes. Un peaje, por ejemplo, haciendo de latino en películas comerciales». Elemental, de Andy García a Antonio Banderas, pero no prohibitivo: Luis Tosar, he aquí el motivo de este reportaje, se ha colado en la meca del cine gracias a un papel breve pero intenso en Miami Vice , la próxima superproducción dirigida por Michael Mann, una adaptación al cine de la mítica y arrugada serie cuyo título fue traducido al español como Corrupción en Miami . Y sí, encarnará a un latino, concretamente a un narco colombiano de nombre imposible: Arcángel de Jesús Montoya. «Luis interpreta al malo de la película, un personaje que no existía en la serie original. Aparecerá con barba y probablemente su caracterización será bastante natural, aunque ha realizado pruebas de maquillaje, con pelucas y extensiones, y de vestuario. Pero, de momento, no hay nada decidido», desvela su representante. Aquellas chaquetillas, ¿recuerdan? No, esta vez la cuota gallega se reduce al lucense y Adolfo Domínguez no volverá a prestar su tijera para que Sonny y Ricardo, los atípicos detectives protagonistas de la serie, luzcan prendas del diseñador orensano. «A pesar de que la historia y la temática son las mismas, la película no será fiel a la serie original, porque está adaptada al tiempo actual. Digamos que no es de época», explica Gutiérrez. Aquella «Corrupción» Hagamos memoria. Año 1986, terminan los anuncios y comienza a escucharse la sintonía compuesta por Jam Hamer: los pajarracos se echan a volar, las nativas lucen palmito, las planeadoras guiñan la hélice, las palmeritas abanican arenales de diseño y la pequeña pantalla parece el escaparate de un concesionario de lujosos deportivos. El rótulo de Miami Vice da paso a Sonny Crockett y Ricardo Tubbs, interpretados por Don Johnson y Philip Michael Thomas, dos polis de la brigada antivicio acostumbrados a bregar con la malavita de la ciudad y ver fruncir el bigote de su jefe, el teniente Castillo. Sonny (ahora encarnado por Colin Farrel) y Ricardo (Jamie Foxx) no eran muy normales. Llevaban un tren de vida de alta velocidad que seguramente no se correspondía con el sueldo que se embolsaban por ejercer de cazadores de narcos. El primero, separado, compartía camarote con el caimán Elvis y el segundo, menos canalla, se desvivía por vengar el asesinato de su hermano. Sonny era blanco y Ricardo era negro. Volvamos al presente. Los protagonistas se han cambiado la chaqueta pero su causa es la misma: ofrecerle un paquete vacacional a Montoya (el latino Tosar) en la prisión más soleada de Florida. «Su personaje está siempre presente en el filme», explica Gutiérrez. «Siempre se habla de él, aunque su aparición es corta». Pero bien acompañado, ya que su pareja es Isabella, a quien da vida la musa de Zhang Yimou, la bellísima Gong Li. Proverbio chino: no siempre el mejor camino es el más corto. El catalejo de Michael Mann, por ejemplo, ha tenido que surcar un océano para dar con Luis Tosar. Algo que no se habría producido si no fuese por la intercesión de la directora Icíar Bollaín y el productor y realizador Santiago García de Leániz, descubridores (con el permiso regional de Jorge Coira o Alber Ponte) del talento estatal de Luis, quien se cuela en las candidaturas de los Goya por su papel secundario en Flores de otro mundo. Corría el año 2000. Su filia social, no sólo cinematográfica, recompensa el florido vacío en la estantería y con la muy juiciosa Los lunes al sol (Fernando León, 2002) se lleva el Goya al Mejor Actor de Reparto, al que sumaría otro al Mejor Actor por Te doy mis ojos , con la que consigue una Concha de Plata en Donosti. El filme, tras viajar de festival en festival (en el de Seattle, se lleva un galardón por su interpretación), llega a Sundance, donde Michael Mann buscó y encontró. «Una madurez joven» «Es el mejor actor que conozco en este momento: impresiona a los directores», reconoce García de Leániz, que lo ha dirigido en La noche de mi hermano, pendiente de estreno. «Su calidad es tremenda y puede hacer un Miami Vice o un Otelo. Su carrera no es una casualidad, porque es creativo, posee una madurez tan joven, hace que las cosas sean muy fáciles, mide los tiempos, sabe moverse e improvisar, llena la pantalla y tiene potencia y energía. Su elección no es un capricho de Michael Mann, porque en Estados Unidos hay 200.000 mil actores que pueden hacer ese papel y los productores no están dispuestos a desperdiciarlo. Luis puede dar mucho que hablar y, de aquí a diez años, puede estar al nivel de Jeremy Irons», explica el director, quizás sin darse cuenta de que Tosar ya le ha robado el puesto (o la chica) al actor británico, que compartió cartel con Gong Li en La caja china. «Icíar y yo hemos hablado mucho de él y ella piensa que, a través de su cara, se ven sus pensamientos. Tenéis un pedazo de actor. Me recuerda a Sean Connery». Y la comparación con Bardem, ¿es evitable? «Son distintos. Javier es orgánico y epidérmico, mientras que Luis es más frágil, sensible e intuitivo. Le recomiendo que a partir de ahora siga siendo él mismo y no pierda su identidad». «Este papel es muy importante y le va a proporcionar trabajo, pero tiene los pies en la tierra», explica su representante, quien valora su acento inglés. «Para rodar Cargo , una coproducción angloespañola, se preparó a conciencia y disponía de un profesor. Ahora, ya no le ha hecho falta». América, América¿ Y pensar que hace cinco meses, en un encuentro digital con los lectores de un diario nacional, escribía: «De momento, no tengo pensado irme a Estados Unidos, pero creo que ellos tampoco. No me han ofrecido nada, con lo cual no tengo ningún tipo de tentación. De todos modos, de irme a algún lado, preferiría que fuera hacia Europa». Pero ellos sí habían pensado en la incursión del gallego, en cuyo pasaporte luce una cara de malo malísimo, una cuestión a la que alude Álex Calvo Sotelo, que lo dirigió en El mundo alrededor . «Luis es práctico, directo, claro, resolutivo y sin pajas mentales. Un tío con muchas posibilidades, pero encasillado en papeles de malo y hombre apocado. Debería despegar y pasarse a la comedia, donde saldrá adelante, porque se lo merece. Le pasa lo mismo que a Javier Bardem: son gente muy de la calle, humildes y terrenales». Apunte para cinéfilos: el protagonista de Mar adentro también trabajó bajo las órdenes de Michael Mann en Collateral . Sí, ejercía de narco, como hizo lo propio, muchos años antes, el también español Fernando Rey en The French Connection .

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