Diario de León

Una radio para las jóvenes víctimas del 11-M

Con el fin de fomentar el diálogo y la integración, Fermín Ibáñez ha creado en El Pozo del Tío Raimundo una radio comunitaria que es gestionada por los jóvenes del barrio

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HERNÁN ZIN | texto
León

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Hay lugares que por su fisonomía, su historia o su localización geográfica tienen una extraordinaria capacidad de evocación. La sola mención de su nombre despierta en nosotros imágenes, sensaciones y reflexiones. Ese magma de emociones e ideas compartidas que, más allá de los intereses comunes y la pertenencia a un mismo ámbito físico, hace de nosotros una comunidad. El Pozo del Tío Raimundo es uno de esos sitios. Mirando hacia atrás en el tiempo, la mención de su nombre nos hace pensar en aquellos inmigrantes que en los años cincuenta llegaban a Madrid en busca de oportunidades laborales y que, por la falta de recursos, vivían hacinados en chabolas. España comenzaba a recuperarse de la debacle económica provocada por la Guerra Civil, y la incipiente industrialización atraía a la capital trabajadores de todo el país. Los ancianos de El Pozo recuerdan cómo los recién llegados construían las viviendas durante la noche, con la mayor celeridad posible, ya que, si la chabola estaba en pie a primera hora del día, la policía no los podía desalojar. Un momento clave en la vida de El Pozo fue el arribo del padre Llanos en la nochebuena de 1955. Sacerdote jesuita, confesor de Franco durante la Guerra Civil, realizó una eficiente labor de integración social junto a los vecinos, transformándose así en el referente del cura obrero. En las décadas siguientes El Pozo fue progresando. Y hoy es un barrio de agradables edificios de ladrillo, amplias aceras y árboles ricos en sombra, que sigue recibiendo inmigrantes, aunque ya no de Andalucía o Extremadura, sino de lugares tan alejados como Ecuador, Perú, Marruecos o Nigeria. Desafortunadamente, los atentados del 11-M agregaron nuevos elementos a nuestra concepción compartida de El Pozo. Ahora también lo asociamos a la destrucción y la barbarie. Al escuchar su nombre vislumbramos el horror de la gente que se encontraba en la estación cuando llegó uno de los trenes cargados de bombas. Un sueño realizado Para un trabajador social, El Pozo es uno de esos lugares emblemáticos, cuya historia estudia en repetidas ocasiones a lo largo de la carrera. Por esa razón, cuando le ofrecieron la posibilidad de realizar prácticas en el barrio, Fermín Ibáñez no lo dudó. Además, había un componente emocional en su decisión. De pequeño había vivido allí, aunque luego se había mudado a otra zona de Madrid. «Son chavales con una enorme capacidad de superación, que te dan mucha vida, pero que, por falta de medios y educación, están aislados del mundo y necesitan ser potenciados», explica. Fermín es hoy uno de los artífices de radio Kalambuco, una de las iniciativas más ambiciosas de Amoverse. Creada en el 2004, con ayuda del Fondo Social Europeo, es gestionada por los jóvenes del barrio, y tiene como finalidad última favorecer el diálogo y la integración social. Según explica, le pusieron Kalambuco porque era el nombre que los inmigrantes daban a los ladrillos de forma triangular que utilizaban como pilares para hacer las chabolas. Existen miles de radios comunitarias en el mundo. Todas persiguen el mismo fin: salirse de los rígidos esquemas de las emisoras comerciales para dar voz a una comunidad determinada, ya sea a través de programas educativos o de una participación ciudadana de muy diversa índole. Y Radio Kalambuco no es una excepción.

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