LA FIESTA DE LOS VINOS TIERRA DE LEÓN
El ayuntamiento de Pajares de los Oteros está volcado en la promoción de los caldos leoneses de Prieto Picudo
|||| Los vinos Tierra de León celebran su gran fiesta en Pajares de los Oteros los días 19, 20 y 21 de agosto. Allí se dan cita los grandes caldos elaborados con la singular uva de Prieto Picudo. La denominación de origen está cada vez más cerca y, por lo tanto, se anuncia cercana la revitalización de estos caldos que ya han sabido dejar la impronta de su calidad, pero a los que falta el sello de garantía de la denominación para que el ciclo se cierre y puedan competir en igualdad de condiciones con sus vecinos del Bierzo, la Ribera del Duero, Cigales¿ etc. El ayuntamiento de Pajares intenta promocionar estos vinos con una feria en la que estarán presentes más de 25 bodegas. Según su alcalde, Julio Llamazares, «el vino ha sido uno de los principales motores de estas tierras. Ahora vivimos un tiempo en el mucha gente abandona los pueblos, pero el vino ayudará a que los de esta comarca y de las limítrofes tengan un mayor arraigo, a la vez que la posibilidad económica que les permita seguir en la tierra que les vio nacer. Creo que la calidad de los vinos de Tierra de León no tiene nada que envidiar a los de otros lugares y pronto tendremos la confirmación de la denominación de origen, con lo que las cosas irán, sin duda, mucho mejor», aseguró. Y, como homenaje a estos vino de Tierra de León, que hacen su feria en Pajares, hemos querido presentarles hoy tres de los más característicos de la comarca: dos claretes, el Auterolo y el Viña Bricar, y un tinto, el Augusta Roble. El Auterolo tiene toda la frescura de los Prieto Picudo de siempre, su color claro y transparente le asocia a los mejores vinos leoneses de siempre. Su aroma y sabor afrutados también casan con los claretes que desde los tiempos más remotos se criaron en las cuevas de los pueblos de los Oteros. Se hecha en falta su aguja tradicional, pero, según nos han comentado, ello se debe a la cuidada elaboración, al clarificado que se le hace para que no tenga ninguna impureza. Y, por qué no decirlo, a que en las ferias de vino que se celebran a lo largo y ancho de la Península la aguja, quizá pensando que es un añadido carbónico artificial, está muy mal vista y no hay que olvidar, que en estos certámenes es donde mejor se promocionan la calidad de los distintos vinos. El Augusta Roble se sale un poco de lo tradicional, aunque en los últimos tiempos ya han tomado carta de naturaleza en esta comarca los tintos de Prieto Picudo. Es éste un caldo que sigue los dictámenes de la moda y lo hace con acierto. Su fermentación controlada en depósito, más un año en barrica de roble y otro en botella, hacen que sea un caldo con empaque, con cuerpo, que puede codearse con cualquiera de sus competidores, incluso con los de las denominaciones más cotizadas. Su color es rojo cardenalicio. A la nariz muestra una intensidad media alta. En el paladar destaca la presencia de la madera y su paso es largo y contundente. Es un vino ideal para acompañar a carnes rojas y a quesos viejos de oveja. Finalmente, el Viña Bricar. Se trata de un Prieto Picudo que sí conserva todas las características tradicionales de los vinos de Los Oteros. Es un vino con aguja, que, según los bodegueros, precisa de muchas atenciones para conservar la típica aguja propia de la variedad. Y así lo hacen, con sumo cuidado y embotellándolo en rama para que pueda ser degustado en la plenitud de su aroma natural. Un rosado que igual es perfecto compañero de los pescados que de las carnes y apto para la mayoría de los quesos. No hay duda de que estos vinos están en el buen camino, son ya más de veinticinco las bodegas que trabajan intensamente para conseguir esa denominación de origen que les distinga y que llevan ya mucho tiempo mereciéndose tanto por la calidad como por, sobre todo, la originalidad.