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«La gente me exige mucho más por ser hijo de El Cordobés»

Julio Benítez reconoce que su decisión de dedicarse al mundo del toro no fue una niñería. Está dispuesto a demostrar todo lo que vale aunque a veces el apellido pesa más que una faena

Publicado por
CELIA FERNÁNDEZ RIVERA | texto
León

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iene sólo veinte años y toda la responsabilidad que conlleva representar un apellido ilustre. Julio Benítez El Cordobés ha tenido que aprender a madurar a marchas forzadas. En su habitación del hotel recibe la visita de un periodista unas horas antes de saltar a la arena del coso pontevedrés de San Roque. Una primera impresión permite comprobar que Julio es un chico sencillo y amable. Parece cansado. «Acabo de dormir la siesta. Llegamos de madrugada y necesitaba descansar», comenta mientras nos ofrece asiento. El mundo del toro es primordial en su vida. «Ahora es lo más importante para mí» añade y, en las horas previas espera pacientemente a que llegue el momento para comenzar un ritual que realiza todas las tardes en las que se juega la vida en la plaza. -Ahora mismo podría estar disfrutando de unas vacaciones con sus amigos y su familia. ¿Por qué eligió este camino tan duro? -A mí siempre me ha gustado el mundo del toro. Mi padre ha sido una figura del toreo indiscutible. Ha podido gustar más o menos, pero siempre quedará para la historia. Y crecer en ese ambiente te influye, lógicamente. Yo siempre he sido una persona muy reservada y en mi casa nunca había dicho nada sobre el tema. Hace dos años, más o menos, me puse delante de una becerra por primera vez y fue entonces cuando decidí probar suerte para ver qué pasaba y aquí estoy. -Debido a ese carácter reservado que usted mismo comenta. ¿Cómo reaccionó su familia ante la decisión? -Todo el mundo me apoyó en cuanto vio que lo decía seriamente. No fue una niñería querer dedicarme al mundo del toro. Además, mi padre no puede negarme que sea torero porque se ha ganado la vida de esa forma y yo creo que es una forma muy honrada. A mis padres les puede gustar más o menos que me dedique a esto porque indudablemente saben lo duro que es, pero me apoyaron desde el primer momento. -La temporada de novillero también es muy intensa. Está mucho fuera de casa. ¿Es difícil la soledad? -Esa es la parte que se me hace más dura. Hay toreros que necesitan esos momentos de soledad, pero para mí se hacen muy difíciles, muy largos y muy pesados. Hoy, sin embargo, ni siquiera me he enterado porque estaba reventado y solamente he podido dormir. -¿Se puede decir que ha madurado antes con este tipo de vida? -Absolutamente. Yo he salido del colegio y estaba acostumbrado a estar con mis compañeros, a llevar una vida de niño... Ahora tengo que buscarme la vida yo solo y ya tengo que afrontar esos momentos de incertidumbre. Estás al mando de mucha gente en solitario, tienes que dar la cara, te juegas la vida cada tarde y eso, quieras que no, sí te hace madurar a marchas forzadas. -¿Qué le ayuda a concentrarse las tardes en las que tiene que torear? -No hago ninguna cosa del otro mundo. No hago yoga ni nada por el estilo para relajarme (risas). Si llego a la ciudad en la que toreo por la tarde, aprovecho para dormir un poco, porque me ayuda mucho a relajarme. Pongo la tele, juego a la play... Hago cosas bastante normales. -Porque en el mundo del toro hay muchas supersticiones y hay muchos diestros con una innumerable lista de ellas... -Sí, es verdad que hay muchos toreros con supersticiones, pero yo no soy muy supersticioso. No tengo obsesiones ni nada parecido. No me recluyo en la habitación todo el día. Hombre, los momentos previos no son momentos en los que te sientas con ganas de ir a tomar copas a la feria, pero lo llevo todo bien. -Entonces nada de concentraciones previas como los futbolistas. -Los futbolistas no tienen nada que ver con los toreros, por desgracia (risas). No hacemos concentraciones ni nada de eso. -Y después de la faena tampoco se va de fiesta como ellos... -Viajamos mucho durante la temporada. Prácticamente todos los días y, cuando no toreo, sólo aprovecho para irme a casa y estar con mi familia. -Cambiando de tercio, ¿abre muchas puertas el apellido Benítez en el mundo del toro? -Un apellido siempre te puede dar más facilidades, pero claro, luego también son mucho más exigentes contigo. Y todo suena mucho más, para lo bueno y para lo malo. Es un orgullo muy grande ser hijo de Manuel Benítez, espero poder dar la cara y que la gente me reconozca no como hijo de, sino como Julio Benítez. Yo me debo al público y la gente me exige mucho más por ser hijo de El Cordobés. -Parece que tiene ganas de que llegue ese momento de reconocimiento. -Claro. Creo que la gente se está dando cuenta de que no soy un simple calco de mi padre ni una imitación. Tengo mi estilo y mi forma, que son parecidos a los de mi padre, pero mi objetivo no es ser una imitación suya. Soy un chaval como otro cualquiera, que está empezando y que quiere ser figura del toreo.