Diario de León

El botín que Leone ocultó en el Oeste burgalés

En el verano de 1966, el Valle del Arlanza, en la comarca de Salas de los Infantes, fue escenario del rodaje del mítico spaghetti western «El bueno, el feo y el malo»

LAURA VELASCO

LAURA VELASCO

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M. MARTÍN | texto
León

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Corría el año 1966 y el cineasta italiano Sergio Leone, mientras asimilaba el enorme éxito que había cosechado con sus dos primeros western - Por un puñado de dólares (1964) y La muerte tenía un precio (1965)-, viajaba por España en compañía de su decorador, Carlo Leva, en busca de nuevos horizontes, nuevos escenarios para la pieza final de su trilogía de los dólares : El bueno, el feo y el malo , hoy considerada por los cinéfilos como la obra antológica dentro del denominado spaghetti western. Las dos primeras fueron rodadas íntegramente en el desierto de Almería, pero esta vez Leone disponía de más presupuesto y quería ambientar la obra en un entorno más rocoso, escarpado y con más vegetación. En su viaje por el país, desde Soria en dirección a Burgos, por la actual N-234, atravesaron el desfiladero de Carazo y en ese punto apareció ante ellos, majestuosa, la Peña Villanueva o de Carazo, una roca con forma de barca que constituye el orgullo en piedra de los habitantes de la comarca burgalesa de Salas de los Infantes. Según dicen, el director italiano exclamó al verla: «Ahí está mi meseta del desierto». Tanto le convenció la estampa que decidió transformar el Valle del Arlanza en un paraje de Nuevo México, retroceder en el tiempo un siglo, hasta la Guerra de Secesión americana, y darle la oportunidad a los habitantes de la zona de trabajar codo con codo con un Clint Eastwood treintañero, que ya entonces dejaba ver que ascendería a la categoría de mito. El cineasta romano no fue el único que se decantó por escenarios españoles para rodar sus películas. En la década de los sesenta, muchos directores europeos prefirieron instalarse España, coincidiendo con una época en la que Franco quería dar «sensación de aperturismo hacia el exterior y donde el rodaje tendría un coste mucho menor que, por ejemplo, en América», explica Víctor Urien, miembro del Colectivo Arqueológico Salense (CAS), que se encarga de promocionar los lugares donde Leone se instaló. El Oeste burgalés Hasta hace dos años, sólo los más cinéfilos y los vecinos de la comarca burgalesa conocían la localización exacta de los exteriores en los que se rodó la emblemática película. Pero, en el otoño de 2003, llegó a Salas de los Infantes un italiano llamado Carlo Gaberscek, una de las máximas autoridades en cuanto al estudio del género spaghetti western, quien demostró que, junto al potencial natural que tiene el Valle del Arlanza, la promoción del rodaje de este filme podía constituir un atractivo añadido para el turismo. Gaberscek permaneció unas semanas en la zona, localizando todos y cada uno de los escenarios elegidos por Sergio Leone, 40 años atrás. Con toda la documentación que elaboró, ofreció al Colectivo Arqueológico y al Centro de Iniciativas Turísticas de Salas de los Infantes el punto de partida para construir una ruta que combina el séptimo arte con la naturaleza y la historia. «La llamamos BFM. Suena bien», dice Raúl Vicario, uno de los impulsores de la ruta y también un forofo de la película, que se ha encargado de elaborar las señales que indican las escenas clave: «Las hice en madera y con las letras típicas del Oeste. No queríamos las típicas señales de plástico». Así, hay cuatro puntos clave en un itinerario de 54 kilómetros, ubicados entre los municipios de Hortigüela, Contreras, Carazo y Salas de los Infantes. La ruta puede hacerse completa en vehículo, con algunos tramos a pie, y también en bicicleta, aunque el desnivel de los caminos oscila entre los 850 y los 1.280 metros. Las cuatro paradas obligadas corresponden a otras tantas míticas escenas de la historia de Clint Eastwood (el bueno), Lee Van Cleef (el malo) y Eli Wallach (el feo), ambientadas en la Misión de San Antonio, el campamento prisión yanqui de Betterville, el Puente de Langstone y el cementerio de Sad Hill. Doble explosión De este modo, no toda la película fue rodada en la provincia de Burgos. El inicio del filme y los exteriores ambientados en el desierto se ubican en Almería, donde se presentan a los tres protagonistas: El Rubio (Eastwood), Sentencia (Van Cleef) y Tuco (Wallach). Los tres han conocido por diversas circunstancias la existencia de un botín de 200.000 dólares en oro ocultos en una tumba, pero para localizarlo se necesitan mutuamente. La ruta definida en torno a la obra maestra de Sergio Leone se inicia con la primera parada en la carretera que une Hortigüela con Covarrubias. Allí, un paisaje plagado de chopos hace difícil reconocer que fue escenario de la batalla del Puente de Langstone, ya que para el rodaje se talaron todos los árboles para que desde la colina cercana se alcanzara a ver un puente construido sobre el río Arlanza, donde luchan yanquis y confederados. Las Peñas de Carazo coronan la escena en la que el Rubio y Tuco observan desde las trincheras la batalla y deciden volar el puente, ya que el botín que buscan está al otro lado. La escena de la explosión hubo que rodarla dos veces. La primera vez, después de más de un mes de trabajo para construir el puente, así como una presa para que el río pareciera más caudaloso, se realizó una espectacular voladura, con un pequeño error: las cámaras no estaban grabando. «Entonces, miembros del Ejército del Cuartel de San Marcial de Burgos se comprometieron a reconstruir el puente y lo hicieron en apenas unos días. Y entonces sí salió la escena perfecta», señala Víctor. Aún hoy quedan restos de alguno de los pilares que sostenían el puente, ocultos en algún lugar de la orilla del Arlanza. En cuanto a la colina donde se situaron las trincheras -alguna de las cuales aún se puede ver- sufrió este agosto el azote del verano y parte de ella quedó calcinada por un incendio. Este año, con motivo del 40 aniversario del rodaje, están preparando para el verano de 2006 la proyección del spaghetti western en el valle de Tierra de Carazo donde Sergio Leone situó su peculiar cementerio. Los organizadores quieren que esta conmemoración sea algo grande, aunque guardan silencio sobre otras ideas que quieren llevar a cabo, porque no hay nada cerrado. Sin duda la mayor sorpresa sería hacer regresar a Clint Eastwood al lugar donde rodó la película que le valió entrar pisando fuerte en la historia del séptimo arte.

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