La marihuana da de comer a 110.000 familias
Los empobrecidos campesinos rifeños, cuyas tierras son de precaria y escasa calidad, cultivan y consumen «kifi» desde hace al menos quinientos años
os datos son apabullantes: la marihuana es la principal fuente de ingresos en seis de cada diez familias campesinas residentes en 115 municipios de cinco provincias del norte de Marruecos, fundamentalmente en la región del Rif. Actualmente, las plantaciones de cannabis (en el Magreb, kifi) ocupan unos 13.500 kilómetros cuadrados y dan trabajo estable u ocasional a unas 750.000 personas, en un área cuya población ronda los dos millones de habitantes, de los que ocho de cada diez residen en el medio rural. La cosecha de marihuana del 2003 (última de la que existen datos fiables) alcanzó las 47.400 toneladas y el negocio generado rondó los 8.000 millones de euros; incluidos el transporte, la transformación en resina (hachís) y su distribución (el 80% se vende en el mercado europeo). Estos datos, referidos a la cosecha del 2003, fueron aportados por la Dirección de Asuntos Administrativos del Gobierno magrebí, que colaboró con la Oficina contra la Droga y el Crimen de Naciones Unidas (UNODC, en sus siglas inglesas) en la elaboración de un estudio para evaluar el alcance del fenómeno. Grupos de delincuentes españoles y la propia península juegan un papel destacado en la distribución del hachís, pues entre el 65% y el 75% de la resina marroquí comercializada en Europa pasa por España. La renta de los miserables Los datos disponibles revelan que los campesinos empleados como jornaleros en las plantaciones de cannabis sólo ingresan entre el 4% y el 6% del dinero que genera el negocio. Las familias que dedican sus tierras a ese cultivo obtienen beneficios mayores, aunque casi nunca más del triple que los jornaleros y jamás cifras comparables con los beneficios de los mayoristas, los exportadores, los distribuidores y quienes transforman las matas en resina. Marruecos ostenta el dudoso honor de ser el país líder en producción de hachís, pues durante el lustro 1999-2003 aportó entre el 29% y el 32% del total mundial. Las 47.400 toneladas de materia prima recolectadas en el 2003 se tradujeron en unas 3.080 toneladas de resina, manufacturadas y distribuidas en pastillas de cinco, diez o veinte gramos cada una. Un maná envenenado La región magrebí en la que se concentra la producción de marihuana es la económicamente menos desarrollada del reino alauí, pero una de las más densamente pobladas, con 124 habitantes por kilómetro cuadrado (según el censo del 2002), mientras que la media nacional es de 37. Datos provisionales referidos al 2004 y al actual ejercicio, indican que el cultivo de cannabis ocupa unos 13.500 kilómetros cuadrados (el 25% de la superficie cultivada en el área de referencia), pero renta del 45% al 50% de los ingresos totales obtenidos por la población y es el principal sustento de unas 110.000 familias, que obtienen una media de 2.200 euros anuales cada una. Esta cantidad, que en España es la propia de una nómina mensual de grado medio-alto, en Marruecos equivale a siete u ocho mensualidades de un asalariado residente en Tánger o Fez.