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ACCIDENTE EN LAVACOLLA

Historias de sustos aéreos

Los últimos siniestros de la aviación despiertan el miedo a volar. Por fortuna, las estadísticas confirman que, al menos por ahora, el avión es el medio de transporte más seguro y la posibilidad de morir en un vuelo es de

BENITO

Publicado por
NANI ARENAS | texto
León

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Los seis últimos accidentes aéreos, con unas 460 víctimas mortales, han puesto en entredicho la seguridad del tráfico aéreo mundial y han despertado los temores de todos aquellos poco amigos de los aviones. Como argumento contra el pánico, las estadísticas siguen confirmando que el avión es el medio de transporte más seguro y los estudios actuales aseguran que la posibilidad de morir en un vuelo comercial es de una entre 13 millones. De lo que no cabe duda es de que volar impone respeto. Pocos son los mortales que no experimentan cierto escalofrío antes de subirse a un avión. Y son muchas las personas que alguna vez se han llevado un susto durante un vuelo, aunque en muchas ocasiones esos latidos acelerados del corazón no tenían razón de ser. Las nuevas tecnologías garantizan cada vez mayor seguridad en el control y mantenimiento de los aviones. Y los gobiernos están siendo más estrictos con el cumplimiento de las normativas de aviación civil... Sustos a bordo Si ha habido algún percance durante el vuelo, los pasajeros del avión no se relajan hasta que pisan tierra firme. Ese susto a bordo se transforma, en muchas ocasiones, en una anécdota digna de ser relatada. Prueba del atractivo que tienen estas narraciones de incidentes en vuelos civiles que a pesar del susto terminaron sin pérdida de vidas es que en EE.UU. hay libros, blogs y webs circulando en las que se cuentan vivencias casi milagrosas. Como el famoso caso de aquel Boeing 707 de Aerolíneas Argentinas que despegando desde JFK (Nueva York), en los setenta, arrancó una antena de televisión de un edificio. La catástrofe se evitó por la presencia, circunstancial, en la cabina de un tripulante extra que maniobró para evitar el accidente. El caso más espectacular de los muchos que he leído durante estos días se vivió en el vuelo BA5390 de British Airways, en 1990. La culpa la tuvo una ventana mal instalada en la cabina de un BAC 111 One Eleven, que salió disparada en pleno vuelo, lo que provocó una descompresión explosiva del avión que arrastró al piloto. En un primer momento, éste se quedó enganchado por los pies al panel de instrumentos, con el cuerpo completamente fuera del avión. Por suerte, el resto de la tripulación logró sujetarle y retenerle hasta que el avión tomó tierra y los bomberos pudieron recogerlo. Este, aparentemente inverosímil, relato es una de las muchas historias que se narran en el libro Emergency! Crisis on the Flight Deck , de Stanley Stewart (a la venta en amazon.com). Menos espectacular es la experiencia de Ramón. Hoy, vive y trabaja en Madrid. Pero hace años trabajaba en Vigo, ciudad a la que se desplazaba los lunes y de la que salía los viernes. En el vuelo de ida a Peinador de aquel 21 de marzo de 1994, una mala maniobra del piloto causó la rotura del tren de aterrizaje del DC-9 de Aviaco en el que volaba. «El avión patinó por la pista unos 500 metros y se detuvo bruscamente. Luego supimos que se había roto un ala y el depósito de combustible. Éste salió y empezó un incendio. Salimos por unas rampas como unos toboganes... ¡Qué miedo pasamos! No nos ocurrió nada a ninguno de los aproximadamente cien pasajeros, pero al viernes siguiente, cuando tuve que volver a subirme a un avión, me temblaba todo», recuerda.